EN ÉPOCA DE CORONAVIRUS: DÍAS, RECUERDOS E IMAGINACIÓN

Día a día han pasado ya más de treinta desde que me confiné en mi casa. La situación fuera no es fácil y dentro, a veces, tampoco. La mente es nuestra mayor aliada pero no siempre está dispuesta a remar en la misma dirección. Los pensamientos se amontonan. Los buenos recuerdos nos sacan una sonrisa, nos dan ese matiz que alegra la cuarentena, pero cuando éstos no son tan buenos los días se ponen muy cuesta arriba. Si ya estamos en una carrera de fondo en la que necesitamos mucha energía para resistir a la tempestad, para qué vamos a ponernos más obstáculos. Nadie dijo que esto fuera fácil, pero tengo claro que no voy a ceder a ese letargo al que la monotonía del día a día me quiere llevar. Me niego a sentir que vivo en el día de la marmota. Ser fuerte desde mi casa es mi mejor opción. Disfrutar del tiempo es mi mayor motivación. Es cierto que los recursos se pueden agotar, pero ahí está la mente para pensar en cómo hacer que cada día sea diferente. Unos hablaré más por teléfono, otros me dedicaré a leer, escribir, ver series… Eso es lo típico pero hay más opciones.

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En el paseo de El Espolón (Burgos)

De momento, no me ha dado por la repostería pero tentada he estado. Al menos tengo los ingredientes necesarios para ponerme manos a la obra. Quién sabe si llegará el día en el que me pringue de harina y me ilusione con mancharme la nariz con ella como cuando era una niña. La verdad es que este confinamiento me está enseñando al “Masterchef” que llevo dentro y el cual desconocía. He aprendido que todo es posible, aunque seamos sinceros, y dado que la Semana Santa ha pasado, lo de hacer torrijas me ha dado vértigo. Mi abuela tiene el listón demasiado alto. Quizás dentro de un año y con la técnica mejorada entre fogones debute con ellas.

Nunca pensé que mi saco de boxeo iba a hacerme tanta compañía. Cuando lo veo me trae grandes recuerdos de mi México querido. Allí dejé a grandes personas con las que viví grandes experiencias. Y ahora, mientras frenamos al Covid-19 cada vez que hablo con una de ellas viajo a ese país maravilloso con la imaginación, porque ésta no tiene límites. Gracias a ella pienso en la playa, escucho el mar, paseo por El Espolón de mi querido Burgos… visualizo todos esos lugares en los que he ido escribiendo los capítulos del libro de mi vida. Este confinamiento será uno más. Estará lleno de momentos difíciles, de anécdotas curiosas, pero enriquecedor a su vez. Aprendí hace catorce años que las pequeñas cosas tienen un gran valor y esta situación ha reafirmado aquella lección. Posiblemente, cuando esto pase habrá cambios en nuestras rutinas, pero hay algo que tengo claro; la vida no se planifica, la vida se vive porque en un segundo todo puede cambiar. Por eso, y dado que la incertidumbre del final de todo esto no está marcada en el calendario, pienso cuando volveré a salir a la calle, cuando me tomaré los cafés pendientes con mis amigos, cuando volveré a ir a un concierto o al cine, cuando viajaré a ver a mi familia… Cuando, cuando, cuando… Eso sí, la vida trae cambios, pero las cosas verdaderamente importantes siempre prevalecen.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

DÍAS EXTRAÑOS

Por Javier Urra*

En estas circunstancias excepcionales, de distorsión espaciotemporal, de extrañamiento forzoso, de enorme caos en que nos da miedo, el miedo de los otros, hemos de calmar la mente e incentivar nuestro innegable sentimiento de pertenencia a la comunidad.

Tiempos de vulnerabilidad, de desconcierto global, de depresión emocional y material, donde percibimos las certezas del mundo amenazadas, nos hemos detenido, lo que nos permite repensarlo todo.

Sí, en esta inimaginable situación, desde la emoción, los sentimientos, la acción (aún interior y de comunicación) nos está permitiendo fortalecer la resiliencia, incrementar la empatía y la disposición a ayudar, diferenciar lo urgente de lo importante, apreciar la existencia austera y esencial agradecer a la vida poder vivirla.

Es momento para cuidarnos los unos a los otros, para ubicarnos en el inimaginable e inabarcable universo, para intuir los retos cognitivos, sociales, económicos de nuestra especie que está en coma inducido. Replanteémonos el concepto que tenemos de nosotros mismos, revitalicémonos.

Hay tiempo, para uno mismo mirando por la ventana, levitando con la música, perdiéndonos entre las páginas de un libro, y también para multiplicar sonrisas y esparcir esperanza, para asomar a lo lejos desde una posibilidad única, quizás irrepetible, en la que el mundo contiene la respiración.

No sabemos si las cosas volverán a ser como eran antes, ni si debieran serlo. Comprobamos que mayoritariamente nos adaptamos, no sucumbimos al pánico, ni a la desesperanza. Constatamos que necesitamos muy pocas cosas para valorar la vida.

Una sociedad, la nuestra, donde el bienestar está en suspenso, donde reina la incertidumbre, la ansiedad, la angustia, el miedo, se impone la identidad comunitaria, el sentimiento colectivo, la entereza y la entrega, la fuerza del cariño. Un mundo en depresión emocional, al borde de un colapso económico, está afrontando un test de salud de la sociedad y sus economías, que evaluará la capacidad de implicación en la ayuda de las más vulnerables; pero también de la tolerancia a la intromisión de los Estados, en nuestras vidas.

Encrucijada de mi conducta y la de los demás. Dilema utilitarista ante el castigo altruista, el reproche social. Opción (en Occidente) entre conducirse por solidaridad o por obediencia y sumisión.

La realidad, es. Pero el pensamiento, la imaginación pueden y deben volar, ser libres.

Centrémonos en lo que podemos hacer, pongamos nombre a nuestras emociones, démonos permiso para sentir, para escribir, para compartir desde la flexibilidad mental, mucho más allá de la tolerancia. Sí, demos abrazos emocionales, estemos cerca de aquellos a quienes queremos y de quienes lo necesitan.

Nos cabe ser actores del presente y solo quizás del futuro, preparemos planes de acción, pero desde el autocontrol y la disciplina evitemos el riesgo de dejarnos llevar, del estar tumbado, del beber alcohol, de comer de manera continuada, de descuidar la higiene y la imagen.

No contagiemos planteamientos quejicosos o tóxicos, no nos obsesionemos desde la adicción a la sobreinformación. Y no empleemos mecanismos defensivos como el desplazamiento, pues corremos un grave peligro, el de la insensibilidad hacia los demás.

 

*Académico de Número de la Academia de Psicología de España

LO SUPERAREMOS

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Mi columna para El Valle de México

Estamos viviendo tiempos difíciles, tiempos que ni nos imaginábamos que podían suceder. Hemos visto muchas películas de plagas y epidemias pero la realidad supera a la ficción. Llevamos más de una semana confinados en nuestras casas, pasando los días lo mejor que podemos mientras por nuestras cabezas rondan numerosas preguntas a las que no somos capaces de dar respuesta. Los españoles estamos obedeciendo las recomendaciones porque en nuestra mano está vencer al coronavirus que tantas vidas se ha llevado, dejando tras de sí miles de historias desgarradoras. La incertidumbre, además, es nuestra peor aliada y más aún cuando los que tienen el poder dan ruedas de prensa sin sentido. La comparecencia del pasado sábado del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue todo un despropósito. Poco me importa que me hable de los servicios de Internet, de la disminución del consumo de queroseno o de otras tantas tonterías si no menciona cómo va a parar la pandemia. No lo dice porque no sabe cómo afrontar todo lo que estamos viviendo. Y además, los periodistas que cubren estas comparecencias tienen que aguantar el filtro que Moncloa les ha puesto llamado Miguel Ángel Oliver. No es justo, pero de momento, es lo que hay. Eso sí cuando superemos esta pandemia habrá que alzar la voz, tomar las calles y poner a cada uno en su sitio porque con la salud no se juega. Ya se ha demostrado que quien ocupa la Moncloa y quienes ocupan los ministerios sí lo han hecho. Las primeras medidas llegaron tarde y mal y ahora es mejor estar serenos, quedarnos en casa y confiar en quienes verdaderamente se están preocupando por nosotros. Aplausos para los equipos sanitarios, el Ejército, la Policía, la Guardia Civil… y todos aquellos que se exponen al virus para que pronto podamos volver a recuperar nuestras vidas.

Unas vidas que se han tenido que adaptar a la fuerza a las circunstancias. Estar en casa las veinticuatro horas puede no ser fácil, pero cada día que pasa es un día menos en esta cuenta atrás que no sabemos cuando acabará. Es una buena época para hacer aquellas cosas para las que nunca tenemos tiempo. Leer, ver una película tras otra o acabar con las temporadas de nuestras series favoritas son opciones que nos distraen pero también, hay que reconocer, que el teléfono echa humo. Muchos mensajes por responder y llamadas infinitas en el tiempo nos acercan a nuestros familiares y amigos. No hay abrazos, ni besos físicos pero sí muchos buenos deseos virtuales. La distancia no impide que los sentimientos se transmitan. Insisto, aprendamos a valorar lo que tenemos. Aprendamos que en un segundo todo puedo cambiar. Aprendamos a vivir sin ponerle peros a la vida. Ahí reside el famoso Carpe Diem. Hace años que la vida me dio una segunda oportunidad. Estuve aislada en la habitación de un hospital, sin abrazos, sin besos y hoy reconozco que aquella lección me enseñó no solo a vivir sino también a valorar, por eso, no perdamos la esperanza, no perdamos la ilusión, porque aunque veamos a los dirigentes políticos vacíos de contenidos, hay quienes se están dejando la piel por nosotros. Ellos son nuestros héroes y nosotros tendremos tiempo para brindar con ellos por la victoria al Covid-19. La vida es dura pero también es bella. Quedémonos con recuerdos de esta situación. Las cicatrices son cosidas con las agujas del tiempo. Y éste dicen que todo lo cura. Esperemos que así sea, nos quedan muchos capítulos por escribir en la historia del mundo y en la vida de cada uno.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/10701/lo-superaremos

EL DERBI Y LAS FECHAS

Un partido más, tres puntos menos. Es el balance más simple que dejó el pasado sábado el derbi madrileño. El Atlético de Madrid comenzó con buen pie, hasta generó ocasiones de gol en la primera mitad, pero los rojiblancos se diluyeron en los últimos cuarenta y cinco minutos. Además, el gol de Benzema cayó como un jarro de agua fría. Es cierto que el Real Madrid tampoco brilló, pero en cuanto tiene ocasión el balón entra entre los tres palos. Y no se me olvida el penalti no pitado que nunca falla en esta cita futbolística… En fin, es la realidad que hay, el Atleti tiene un problema y se aleja de Europa. Mucho tienen que mejorar si quieren tener plaza europea la próxima temporada… ¡A ver si reaccionan!

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Luciendo el dorsal más especial para mí. El dorsal de Aún tengo la vida

Los que me conocen saben que mi corazón es rojiblanco, que nunca dejo de creer en los míos y a pesar de que el partido de ayer no era un partido cualquiera mi mente no estaba en el Santiago Bernabéu. Por mi cabeza se sucedían una serie de recuerdos que vuelven a mí cada año por estas fechas. Son recuerdos duros, de esos que no se olvidan ni con un derbi madrileño. Hay cosas más importantes que tu equipo gane o pierda. De ahí, que los que me escribieron un mensaje el pasado sábado no obtuvieran la respuesta que esperaban. Hace unos años, en estos días recibí la peor noticia que me han dado nunca. Fue un diagnóstico que, sin duda, dio un giro a mi vida de trescientos sesenta grados. Por eso, aunque mi corazón colchonero siempre late por mis colores, el sábado lo hacía para recordarme todo lo que he vivido. Todas las batallas que fui ganando día a día sin un guion establecido. Me emociona pensar que de todo aquello me quedan recuerdos muy duros que no podré olvidar, pero también en mí hay cicatrices que por mucho que tiren me llenan de fuerza, de vida y, sobre todo, me animan a seguir luchando por los sueños que tengo pendientes. Estas marcas grabadas en mi piel me invitan a disfrutar de quienes me rodean, a no malgastar mi tiempo en tonterías y a sonreír porque cada día es un regalo. Y no solo para mí por haber superado una leucemia, sino para todos. No lo olvidéis nunca.

Y dicho esto, a pesar de que me digan que no mire al pasado, hay días que es inevitable. Soy fuerte pero no soy de piedra. Eso sí, creedme que cuando miro para atrás no me vengo abajo. A veces, ver el pasado te da más fuerza para afrontar el presente y vivirlo sin cuestionar cómo será el futuro. Por eso, este derbi ha pasado sin pena ni gloria. Por supuesto, que me hubiese gustado ver triunfar a los míos. Eso sí, no estaba yo para dar muchos ánimos, pero estoy convencida de que el Atleti se cae y se levanta. Ya lo ha hecho y no dudo que lo volverá a hacer. A mí me pasó lo mismo. Todo mi mundo se vino abajo y, poco a poco, con mucho sacrificio, mucho trabajo, mucha perseverancia y mucha fuerza fui recomponiendo mi vida y volví a tomar sus riendas. Ésas que la leucemia me había arrebatado.

Hoy escribo con el corazón, no sé si colchonero o no. Al menos, muchos comprenderán por qué se quedaron con las ganas de hablar conmigo sobre el post partido. Mi coraje y mi corazón estaban recordando “otra liga”, la liga de la vida. La liga en la que fui sumando puntos superando los ciclos de quimio y la gané el día que me hicieron el trasplante de médula.

Y dicho esto, y superados estos días. Pensemos ya en el próximo partido. Vuelvo a ser la Jimena de siempre que se pone su bufanda para disfrutar de su Atleti gane o pierda… Pero como pierdan el próximo partido se enteran… porque Aún tengo la vida.

 

Aún tengo la vida

No ha sido por pereza, ni mucho menos por falta de ideas o de temas. Ha sido por cumplir un sueño y ese es el mejor motivo que puedo tener para defender mi ausencia durante tanto tiempo. Está claro que el hecho de poder hacer realidad los sueños es lo que hace que la vida sea interesante, y teniendo esto tan claro todo está justificado.

Era algo que me rondaba por la cabeza desde hace doce años y a pesar de que siempre estaba en mi lista de los propósitos de Año Nuevo nunca llegaba a cumplirlo. No sé por qué pero nunca tenía tiempo para ello. Hoy, conozco muy bien el motivo de tanta justificación y entiendo por qué sentí que ahora era el momento de hacerlo. Dicen que el tiempo cura las heridas, me pueden quedar cicatrices pero lo que seguro ha cambiado ha sido la perspectiva de las cosas y sólo por eso, en mi estómago tenía un hormigueo que decía que era ahora o nunca. La vida es caprichosa y sabe cómo mostrar el camino a seguir. Decidí que no iba a continuar poniendo excusas y acepté sentarme frente a la hoja en blanco. Ésta ahora no me daba miedo porque sabía que lo que iba a contar, iba a hacer que me tiraran las cicatrices de la etapa que marcó un antes y un después en mí. Así que con la valentía que me caracteriza, página a página, decidí teclear la historia que envuelve mi lema de vida. Aún tengo la vida nació como novela el pasado 22 de marzo. Ese día el sueño se hizo realidad.

Portada del libro Aún tengo la vida

Viendo el libro y acariciando sus páginas pienso en los recuerdos inolvidables que ese jueves quedaron grabados en mi memoria. Mis amigos, mi familia, mis médicos estaban ahí;  compartiendo las lecciones que la vida me dio. Mi lucha y mi victoria, mis lágrimas y mis alegrías y un sinfín de sentimientos que quedan reflejados en un libro en el que dos jóvenes se enfrentan a sus propios miedos para tratar de encontrarse así mismas. Eso sí, siempre con el color esperanza por bandera y la positividad y optimismo como mejor aliados.

Si algo me enseñó la vida hace doce años es que hay que disfrutar de los momentos, luchar por aquello en lo que se cree y dejar volar la imaginación porque los sueños se cumplen. Revivir lo que pasé no ha mermado mis fuerzas, al contrario, ha recargado mi vitalidad. Me ha hecho recordar muchas enseñanzas, muchas anécdotas y muchos momentos que incluso creía olvidados. Ahora, con el libro en mis manos, pienso que la vida, esa que solo se vive una vez, cuando te da una segunda oportunidad siempre va a ser mejor que la primera. Porque a pesar de todo… Aún tengo la vida.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

 

 

 

Un segundo, un camino y una nueva vida

Dicen que el tiempo cura las heridas, en muchos casos, deja alguna que otra cicatriz. Esas señales no nos indican a dónde vamos pero sí donde hemos estado. Cada día despierto pensando que aun tengo la vida y recuerdo a Albert Einstein no por su teoría de la relatividad sino por su cita: “La vida es hermosa, y vivirla no es una casualidad”. El destino lo escribimos de puño y letra. Cada veinticuatro horas cerramos un capítulo que nunca se volverá a abrir, solo nuestra mente nos dejará echar un vistazo al pasado. Porque ya se sabe que el tiempo avanza siempre hacia delante y nunca hacia atrás.

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Fotografía: Jesús Mohedano Estilismo: Casablanca Maquillaje: Patricia López

Así que pensando en el futuro vivo el presente, un presente que este año me lleva sin querer al pasado. Y aunque esos recuerdos pueden ser duros, la celebración de una victoria siempre es un gran motivo para festejar. Se cumplen diez años de una nueva vida, que sin duda, ha venido cargada de grandes experiencias. Decía el filósofo suizo Amiel: “El hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir nunca decide”. Por eso, con la valentía como arma y la fortaleza como escudo llené, en varias ocasiones, una maleta cargada de ilusión y, por supuesto, de sueños. Era el momento de convertir el tiempo en vida. Primero fueron Francia e Italia, después Alemania, país que corre por mis venas, de todos esos lugares guardo no solo excelentes recuerdos sino grandes lecciones y buenos amigos. Pero la fuerza de la vida que me inyectó hace una década aquel trasplante me llevó a “cruzar el charco”. Los Ángeles me encantó pero realmente lo que me enamoró en el continente americano fue México. Sé que una parte de mí se quedó allí. Aprendí a dejar fluir la vida, las cosas vienen y van, nosotros solo tenemos que disfrutarlas o afrontarlas. El tiempo es relativo, por eso, el “ahorita” puede ser una eternidad o apenas un ratito. Todo depende del ritmo que impregnamos a nuestro reloj. Y mirando las agujas de éste, reflexiono como en un segundo todo puede cambiar. Las decisiones hay que tomarlas. El destino lo dicta el corazón y aunque nos equivoquemos, la satisfacción de habernos guiado de esas palpitaciones no tiene precio.

Por eso, sabiendo que no me alegraré nunca de haber tenido un cáncer pero sí de las cosas que me ha enseñado; puedo sonreír y estar contenta porque además de recibir la vida como regalo, hoy, en ella hay no solo grandes amigos sino grandes experiencias que me han llevado a recorrer el mundo siempre con los sueños por bandera.

Ahora, frente a uno de mis momentos favoritos, tarareo: “Ahí está ahí está, viendo pasar el tiempo…” Y mucho ha pasado porque fue testigo de mis años universitarios, de mis años de lucha y espero que lo sea de mis mejores años venideros. Es el momento no sólo de cruzar la Puerta de Alcalá, sino de ir día a día abriendo puertas al destino. Ya decía Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”… Es cuestión de dar el primer paso. Así que… Adelante…Próximo destino… Quién sabe.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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Publicado en And Maganize 8

 

 

 

Un café, una batalla y muchos sueños…

No era la primera vez que iba a Barcelona y, por supuesto, no será la última. La Ciudad Condal tiene mucho para ver y aunque iba preparada para turistear por sus calles y exprimir los días al máximo, el tiempo, a veces, pasa más deprisa de lo que queremos. A orillas del Mediterráneo comenzó un fin de semana de esos que son difíciles de olvidar. Muchas imágenes y muchos momentos ya están grabados en mi mente pero nunca imaginé que allí iba a sentir pinchazos en viejas cicatrices. Porque aunque dicen que duelen con el cambio de tiempo, en este caso lo hacen porque los sentimientos estaban a flor de piel.

A punto de cumplir una década del año más duro de mi vida, reconozco que a lo largo del dos mil dieciséis todo son recuerdos. Y no es para menos, ya que lo que conmemoramos es la victoria en la batalla más dura a la que me he enfrentado. De ella, llevo muchas cicatrices, algunas han desaparecido con el paso de los años pero otras siguen ahí. Recordándome donde he estado y a su vez impulsándome al futuro con una fuerza que a veces ni yo sé de donde sale. Pero la vida es así, me enseñó a ser fuerte de una manera que marcó un antes y un después. Pues bien, fue en Barcelona donde esa fortaleza cedió ante los recuerdos, y a su vez, se recargó de optimismo y alegría.

IMG_7519Una alegría marcada en la sonrisa de Ari. Compartimos vivencias tomando un café bien cargado de positividad. Hace unos meses que fue trasplantada de médula, tiene ganas de celebrar su primer aniversario y no me extraña, porque es una gran satisfacción sentir que todo va bien. En su mirada veía mi reflejo. Fue una vista al pasado cargada de sentimientos pero al igual que luché yo, lo ha hecho Ari. Otra campeona que irá sumando años de vida al nuevo calendario que comenzó en octubre. Esa es una gran satisfacción que borra los malos momentos que han marcado una etapa difícil de olvidar. Yo tenía 21 años cuando la leucemia se adueñó de mi vida de la noche a la mañana, Ari solo 13 la primera vez y 17, la segunda. El destino quiso que peleáramos y lo hemos hecho. Por eso, ahora es el momento de disfrutar de todas las enseñanzas que la vida muy duramente nos ha dado. No hay que olvidar que “el éxito en la vida no se mide por lo que logras sino por los obstáculos que superas”.

Ahora es el momento de vivir, de disfrutar, de dar la auténtica importancia que tienen las cosas… Ari y yo somos dos amigas luchadoras que queremos sonreír al día a día, ese día a día que generalmente no es valorado. Y es que en un segundo todo puede cambiar por eso, no hay tiempo que perder, tenemos muchos sueños que cumplir. De momento, y después de ese café podemos decir que Aun tenemos la vida para…

Imagino que ahora se entenderá porque tengo ganas de volver a Barcelona. Me quedan muchos monumentos que visitar y muchos cafés que tomar.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Una buena dosis de radio

Siempre hay un motivo para sonreír incluso cuando no encuentras las razones para ello. No es fácil pensar que tus planes son solamente eso, planes, porque la vida o el destino son los responsables de que se cumplan o de que se trunquen. Saber aceptar esos reveses suele costar un poco. Negarse a admitir que no todo está en tus manos es complicado, porque, si bien es cierto, somos los autores de la historia de nuestra vida pero no siempre los capítulos están escritos de puño y letra. Cuando la vida es la que nos dicta un capítulo sólo nos queda afrontar esa historia de principio a fin.

IMG_6041Y digo esto porque cuando estoy a unos meses de cumplir una década de la segunda oportunidad que me ha dado la vida, ha sido ella la que me ha reencontrado, precisamente, con alguien que estuvo en los comienzos de mi pelea por la supervivencia. Y como ya he dicho que el destino es caprichoso, no podía haber elegido mejor escenario que los micrófonos de una radio. El periodismo fue uno de los motores que me ayudó a conquistar la victoria. En el hospital acabé mi carrera universitaria pero allí comenzó la que es, sin duda, mi carrera por recuperar las riendas de mi vida, y entre ellas está, lógicamente, sentir la adrenalina que el periodismo llega implícito en su nombre. Porque la receta de la felicidad no está escrita, cada uno tiene su fórmula maestra, la mía la voy teniendo cada vez más clara, aunque es verdad, que siempre hay algún ingrediente que falta, pero eso es lo de menos. Lo importante es cocinar bien cada momento.

Y si de momentos hablamos, el del sábado con Paco Serrano no pudo estar cargado de más sentimientos. Diez años más o menos habían pasado desde que nos vimos la última vez. Yo iba a La Alacena para hablar de viajes, concretamente, de la tierra que grandes recuerdos me trae. Pero México cedió su protagonismo ante la que fue mi carta de presentación ante Paco. La leucemia marcó nuestro primer encuentro y sin saber cómo se iba a escribir esta dura batalla, él se unió a ella. Así que, era justo que disfrutáramos del sabor de la victoria. Fue una conversación cargada de recuerdos, de experiencias pero sobre todo, de optimismo. Porque si algo he aprendido es a quedarme con las cosas buenas incluso cuando la adversidad te rodea. En esos minutos de radio, con el corazón sintiendo las cicatrices, suspirando y con las mente llena de recuerdos recargué mis baterías periodísticas porque sé que he nacido para esto. Es más, este es uno de los motivos por los que sonrío a diario porque sin duda mi motor en cada amanecer es que Aún tengo la vida.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 El audio del sábado 5 de marzo de 2016: http://www.ivoox.com/jimena-entrevista-personal-audios-mp3_rf_10765266_1.html
 

 

 

Una tarta con diez velas especiales

Son los que nos atormentan aunque intentemos evitarlos pero si tienen que volver a nuestra mente será por algo. Puedo no dormir bien por muchos motivos, eso nos pasa a todos. Pero la de anoche era una noche diferente. Hace diez años cambió mi vida y nunca mejor dicho de la “noche a la mañana”.

FullSizeRenderCada veinticuatro de enero veo el calendario y una revolución de sentimientos se mezclan en mi interior. Es el día del patrón de los Periodistas, profesión que me enamoró desde niña pero además de eso, pienso en aquella sala de espera de urgencias, en aquella fiebre que consumía mis fuerzas, en aquellas horas que atormentaban a los míos, en definitiva, en aquel frío Box en el que pasé la noche sola y con miedo a esa incertidumbre de no saber que me pasaba. Y por si eso no era suficiente, sabía que para mi padre iba a ser su cumpleaños más triste. Pero el destino decidió que así fuera.

Precisamente, ese destino es el que me permite hoy celebrar el cumpleaños de mi fiel compañero de batallas, mi padre. Festejar que hace una década cambió mi vida, no sé si a mejor o a peor, pero cambió. Me arriesgo a decir que me hizo mejor persona. Aquella asignatura de la vida la aprobé, en septiembre, con matrícula de honor, y sus enseñanzas no son fáciles de olvidar. Por eso, habrá que soplar las velas con la ilusión que se merecen. Porque aún nos quedan muchas cosas por vivir para ir renovando los recuerdos que entristecieron esa fecha de cumpleaños. Porque aunque muchos no lo entiendan, cuando mi mente me recuerda la etapa más dura de mi vida, mis ganas de luchar se multiplican.

Así que luciendo una sonrisa en el rostro y mirando al futuro con optimismo, este año cantaré el “Cumpleaños Feliz” sin que nada pueda silenciarlo. Sin duda, el día se merecerá un 10.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

 

 

 

El guion de cada uno

 

Es una historia de película, una historia de la que se puede tomar ejemplo, una historia que puede ser protagonizada por muchas mujeres… Joy: El nombre del éxito llegó a las carteleras con aires triunfalistas, y no es para menos, el elenco de actores no deja indiferente a los amantes del séptimo arte. Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Robert de Niro, Edgar Ramírez e Isabella Rossellini, nos trasladan a una historia en la que la protagonista busca cumplir sus sueños; casi nada. Eso es lo que deseamos todos en nuestro día a día. Luchar por aquello que anhelamos no es fácil. Supone sacrificios, decepciones… pero la llama de la ilusión por ver el sueño hecho realidad compensa todos los “tropezones” que nos encontramos. Ya dijo el militar estadounidense Arnold que la peor derrota de una persona es cuando pierde su entusiasmo.

Y, precisamente, con entusiasmo acudí al cine, y tras dos horas, reconozco que esperaba más de este film del que tanto me habían hablado. Poco tengo que decir de la interpretación; una cosa sí, de Oscar no me ha parecido. Del guión me quedo con grandes frases que llenan de energía a quienes tenemos inquietudes por cumplir. Acaba de comenzar un año nuevo, y los propósitos siguen todavía rondando por la mente. Desde luego, la mía es una constante fuente de ideas. Hay muchas cosas por hacer y aunque la vida es larga, cada capítulo de ella es muy corto. Así que no hay tiempo que perder para ponerse “manos a la obra”. Ya lo dice el proverbio chino: “Un viaje de diez mil kilómetros empieza por un solo paso”…

dos_caminosPues paso a paso, aunque no sea una tarea fácil habrá que lidiar con todo lo que venga. “Se quiere más lo que se ha conquistado con más fatiga” nos enseñó Aristóteles, así que no hay excusas que valgan, los sueños nos están esperando… Porque si nos ganan las excusas… Habremos perdido, además de los sueños, la alegría que nos recarga la autoestima para seguir luchando, porque la satisfacción personal, como decía el escritor americano Denis Waitley, es el ingrediente más importante del éxito.

Y mientras se consigue, recordemos a los actores de esta película que ya nos enseñaron a buscar: “el lado bueno de las cosas”.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)