19 DE MARZO, DÍA DEL PADRE 

Decía Rousseau que “un buen padre vale por cien maestros” y el mío he de reconocer que es uno de los mejores. Acabamos de festejar el Día del Padre, una fecha marcada en el calendario para homenajear al mejor compañero de vida, al mejor ejemplo a seguir y al mejor pilar en el que me he podido apoyar siempre. Juntos hemos vivido momentos muy felices y he de reconocer que durante la etapa más dura de mi vida fue mi gran compañero de batalla. Aquella “guerra” nos puso a prueba y, además de salir victoriosos, nos unió mucho más. Por eso, está claro que estamos preparados para lidiar con lo que la vida nos ponga por delante. Por supuesto, también nos toca celebrar todo lo que nos brinde cada día. 

El Día del Padre es un día especial, pero todos los días son especiales porque seguimos compartiendo confidencias. Me acusan, y con razón, de ser la niña de sus ojos, y si ese es mi mayor delito, acepto la condena. Y puestos a elegir prefiero una cadena perpetua. Tengo que reconocer que no eres el responsable de que sea del Atleti pero sí de que sea como soy. Me lo has dado todo a cambio de una sonrisa y siempre recibirás una porque verte feliz es, sin duda, lo que más anhelo. Una felicidad que es sinónimo de complicidad, la que tenemos nosotros con tan solo una mirada. Es cierto que madre no hay más que una y su valor es incalculable pero un padre, si es como tú, no tiene precio. No te cambiaría por nada. 

Como tampoco cambiaría el Día del Padre por el Día de las Personas Especiales. Un padre es único y es cierto que personas especiales en mi vida tengo muchas, pero cada una tiene su propia celebración o mejor dicho, cada una lo es por algún motivo en especial. Sin embargo un padre es inigualable. Querrán convencernos del cambio de nombre, pero los que somos rebeldes por naturaleza seguiremos haciendo y festejando lo que nos dé la gana. Somos versos sueltos que vivimos bajo nuestros principios. Estos son irrenunciables y como lo es el 19 de marzo. Siempre estará marcado en el calendario como un día especial. Quizás y, aprovechando que es el día de la Cremà de las Fallas de Valencia, habría que quemar esas ideas incomprensibles y absurdas que pasan por las mentes vacías de quienes buscan llamar la atención sin ton ni son, anunciando una tontería tras otra. La paciencia tiene un límite y ya cansa que quieran imponer tonterías a costa de las tradiciones de siempre. Cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero nunca dejaré de festejar el Día del Padre. Él se merece una fiesta a diario, pero en su día especial hay que brindar el correspondiente homenaje. 

Este año, el destino me ha permitido estar con él y no cambiaría por nada la comida familiar del pasado domingo. El presente es hoy y aunque la fiesta ya forma parte del pasado y de los recuerdos, jamás olvidaré la celebración porque la vida me enseñó que en un segundo todo puede cambiar y extraer todo su meollo es cuestión de actitud, por eso, si en Valencia ya están restando días para volver a disfrutar de sus fiestas, yo estoy restando días para volver a festejarle. Eso sí, por delante tenemos trescientos sesenta y cinco días para llenarlos de experiencias y momentos únicos que  son la antesala del próximo 19 de marzo. La cuenta atrás ha comenzado y mi padre y yo seguiremos disfrutado de la vida, eso sí, día a día y, por supuesto, partido a partido. 

Jimena Bañuelos

LA INVESTIGACIÓN EN LA VIDA

Acabamos de celebrar el Día Mundial contra el Cáncer y una de las palabras más repetidas a lo largo de la jornada fue, sin duda, la investigación. Sin ella pocos avances se pueden hacer pero para ello es primordial que se invierta en la ciencia. No puede caer en el olvido, por ejemplo, de quienes nos gobiernan. Los diagnósticos de cáncer van en aumento y lo cierto es que mejorar los tratamientos e incluso personalizarlos es lo que los investigadores han conseguido con el paso del tiempo. Por eso, todavía queda mucho por hacer y la investigación, sea el día que sea, siempre debería ser esencial.

Muchos testimonios inundaron las redes sociales y es cierto que cuando te diagnostican un cáncer tu vida cambia drásticamente, pero siempre se puede contar con la confianza de los sanitarios que te acompañarán durante todo el proceso. Ellos viven contigo tus mejores días y tus horas más bajas, pero siempre  están a tu lado para hacerte saber que no estás solo. Es cierto que yo siempre me sentí arropada por los míos y por todo el personal sanitario que vivió conmigo cada ciclo de quimio, cada sesión de radioterapia y, por supuesto, el trasplante que lo cambió todo. 

Afortunadamente, la investigación ha ido mejorando los datos se supervivencia pero insisto en que todavía queda mucho por hacer. El sábado el lazo que había que lucir era el verde. El color  de la esperanza que no se puede perder en ningún momento porque durante la lucha contra el cáncer también se vive y, por supuesto, también se sueña. Aferrarse a la vida es incuestionable cuando la incertidumbre lo inunda todo. Aprender a convivir con la enfermedad y las buenas noticias siempre llegan cuando menos te los esperas. Por eso, para que éstas sean cada vez más frecuentes hay que apostar por todos esos proyectos de investigación que necesitan inversión para poder seguir adelante. Quizás muchas respuestas a demasiadas preguntas estén esperando en los laboratorios.

La sanidad es importante y la investigación también porque sin salud pocas cosas se pueden hacer. Un cáncer te enseña a valorar el presente, a valorar las pequeñas cosas y los momentos vividos. El tiempo puede ser tu aliado o tu peor enemigo, pero mientras luchas contra el cáncer el tiempo es oro en todos los sentidos. Además, al margen de la investigación científica, está la investigación personal  y gracias a ella te las ingenias para que nada te impida hacer aquello que más deseas.

Si hablamos de sentidos, la vida hay que exprimirla con los cinco sentidos y el sexto que vas desarrollando con el tiempo y que se agudiza en los peores momentos. Decía Pau Donés que “vivir es urgente” y lo es, porque nunca sabes cuando el guión puede dar un giro inesperado y el sentimiento de arrepentimiento de lo “no vivido” puede ser desolador para nuestra mente. En definitiva, ser feliz es lo que cuenta y en la vida, a veces, es mejor pedir perdón que permiso… A buen entendedor, pocas palabras bastan. 

Jimena Bañuelos

DONAR ES GENEROSIDAD

Estamos a medio camino de la cuesta de enero y seguimos afrontando este comienzo de año de la mejor manera posible. Quizás la semana pasada fuera la más complicada porque retomar la rutina después de las fiestas no siempre es fácil. Eso sí, los propósitos de año nuevo ya deberían estar en marcha, porque luego llega diciembre y todo son prisas. Enero es el mes de los comienzos y también de las ilusiones porque son el motor de lo que está por venir. Estamos escribiendo el primer capítulo de este año y sin darnos cuenta ya llevamos la mitad. Dicen que el tiempo vuela y aunque a veces nos parezca que se ralentiza, lo cierto es que solo es nuestra percepción. Todo pasa aunque nuestras circunstancias, como diría Ortega y Gasset, son las que nos marcan de una manera o de otra. 

Las circunstancias individuales solo las podemos gestionar nosotros mismos. Nos podemos apoyar en la familia y en los amigos, pero la realidad es que afrontar el presente de una manera o de otra es cuestión de actitud. Si bien es cierto, también hay muchas circunstancias que nos unen. Concretamente voy a centrarme en una que es de vital importancia para todos: la donación de sangre, de plasma y de médula. Hay que destacar el dispositivo que preparó el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid en la Real Casa de Correos. El kilómetro cero de la donación estuvo ahí durante tres días seguidos porque la generosidad de quienes se acercaron a donar es vital para llenar esas reservas que no están en su mejor momento. Informarse de la donación de médula era otra de las cosas que se podían hacer. Yo vivo de regalo gracias a la generosidad de un donante de médula, pero tengo que añadir que también durante los meses en los que peleé cara a cara con la leucemia necesité de esas bolsas de sangre que llevan implícitas la generosidad de quienes por un pinchazo ayudan a los demás. Sangre se necesita diariamente, por eso, no se puede bajar la guardia y siempre que se pueda es bienvenida la colaboración de quienes puedan donar.

Obviamente, yo no doy el perfil para ponerme en una camilla, pero sí sé agradecer esos gestos de generosidad, por ejemplo, que tanto necesité en la peor etapa de mi vida. A veces se nos olvida que la unión hace la fuerza y que en esto tenemos que ir todos a una. Nunca sabes cuando vas a necesitar la ayuda de quien voluntariamente se pinchó y dejó su sangre o su plasma a disposición de los demás. Lo de donar médula es más complejo, pero no está demás informarse de su proceso. Cuando un paciente espera que le digan: “tienes un donante de médula compatible” es porque su vida necesita un cambio de ciento ochenta grados y comenzar a vivir la segunda oportunidad que ésta le da; esa vida que como todos bien sabemos solo se vive una vez. Afortunadamente, yo escuché esas palabras y sigo sumando experiencias. El día cero marcó un final y un principio, pero lo que une “final” y “principio” es generosidad. Gracias a ella, me toca ser feliz y seguir, nunca mejor dicho, disfrutando del presente.

Jimena Bañuelos

PASADO, PRESENTE Y FUTURO

La nostalgia endulzada de estos días ha dado paso a las ilusiones del año que acabamos de estrenar. Atrás quedó el pasado y sin cargar con él hay que afrontar todo lo que nos deparen los días venideros. No siempre es fácil desvincularse de él porque algún que otro lastre nos puede acompañar en nuestro día a día. Convivir con ellos, quizás, sea la mejor solución para poder disfrutar del porvenir. El destino es caprichoso y por delante nos quedan muchas jornadas hasta que vuelva a llegar el momento de hacer balance de un año a punto de caducar. 

Las ilusiones no caducan y los sueños tampoco. Pueden ir cambiando con el paso del tiempo, pero nunca dejan de existir. Son ese motor que nos impulsa a hacer cosas que no están en nuestros planes, pero es en esos momentos en los que nuestro propio empuje debe vencer al miedo. Un miedo que nos acompaña, pero que no tiene licencia para arrebatarnos la alegría y la satisfacción que conseguimos al alcanzar aquello que creíamos inalcanzable. Obviamente, y seguro que en el deseo de todos, está la salud. Sin ella poco se puede hacer. Es el pilar fundamental para afrontar los reveses que no están en la hoja de ruta que nosotros nos marcamos. Lo cierto es que a la vida poco le importa los planes que tengamos porque ya se encarga ella de hacer la correcciones precisas al guión que nosotros mismos nos hemos escrito. 

Precisamente, son esas correcciones las que nos hacen crecer como personas. Nos enseñan a descubrirnos, a valorarnos, a conocernos y, por supuesto, a adaptarnos a ellas nos guste o no. A la vida no se la puede hacer correcciones, somos las personas las que tenemos que aprovecharnos de ella para sacarle el máximo partido en las buenas y en las malas. La vida solo se vive una vez y ya que estamos de paso no es necesario ponerle tantos “peros”. Es cierto que el futuro tiene como ingrediente fundamental la incertidumbre y a su vez la emoción por ver que nos depara. No es complicado plantearse como nos gustaría que fueran los próximos meses, pero lo cierto es que en nuestra mano está convertir este año, que está recién estrenado, en el mejor de nuestras vidas y así sucesivamente. 

La esperanza dicen que es lo último que se pierde y siempre está ahí para hacernos mejorar. También ayuda, y mucho, llenarse de ella. Es una buena compañera en los buenos y los malos momentos. Siempre se puede mejorar porque la felicidad no es estática. Ésta en un segundo puede aparecer y desaparecer, pero siempre será uno de los pilares fundamentales de la vida. En definitiva, ser feliz es lo que cuenta y cada uno sabe como alcanzarla. 

Por eso, entre mi “aún tengo la vida” y “ponerme la vida por montera” hay una línea muy fina. Vivir es lo único que se puede escribir en esa línea y mientras ésta esté recubierta de salud solo puedo sonreír al día a día y disfrutar cada momento. Así serán los recuerdos que deje en el pasado cuando el 2023 se agote, pero hoy son mi presente y toca vivirlo.   

Jimena Bañuelos

CUMPLIENDO 16 AÑOS… GRACIAS A MI DONANTE DE MÉDULA

Olvidar el pasado es relativamente fácil siempre y cuando éste no llame a la puerta de tu mente y entre sin ser invitado. No se puede bloquear aquello que marcó un antes y un después. A veces, lo más duro no es dejar atrás el pasado sino aprender a empezar de cero. Y hace dieciséis años anhelaba que todo saliera bien en mi “día cero”. Un día con el que soñé desde que la leucemia truncara todos mis planes. Aquel cambio de guión fue muy duro para una joven de veintiún años que lo único que quería era disfrutar de los últimos cursos en la universidad. Sin embargo, la vida tenía otros planes cargados de una lección, precisamente, de vida difícil de olvidar. Reconozco que maduré de la noche a la mañana y mis prioridades cambiaron a la misma velocidad. La supervivencia requiere de fuerza y ésta aprendí a sacarla no sé bien de dónde, pero siempre estuvo a mi lado. Reconozco que flaqueé, pero quienes estuvieron conmigo en todo ese proceso fueron, sin saberlo, los motores por los que estaba dispuesta a soñar con el futuro en todas las habitaciones por las que pasé hasta que llegó el día del trasplante médula. 

La incertidumbre no es buena compañera, pero la esperanza siempre prevaleció ante las dudas que iban surgiendo en los diferentes ciclos de quimioterapia. Reconozco que he podido olvidar pasajes de aquel 2006, pero hay capítulos que los llevo grabados a fuego en el corazón y en la memoria. Hoy es un día en el que celebro la generosidad de mi donante y, por supuesto, la vida. Cumplo dieciséis años cargados de grandes momentos y de sueños cumplidos, pero no puedo no emocionarme al revivir en mi mente y sin yo quererlo aquella tarde en la habitación de La Princesa. El ir y venir de la enfermeras, de las auxiliares, de las doctoras y, por supuesto, la imagen de mi madre y mi padre cogiéndome la mano siempre que estaban a mi lado. Ahí reside eso que llaman la fuerza de la vida porque todo iba a cambiar a partir de ese día cero. Se acababa la quimio y la radio y con el paso de los días y los meses volví a tomar las riendas de mi vida. Tenía claro que el miedo no me podía impedir vivir. Poco a poco, todo se fue encarrillando y la segunda oportunidad que me dio la vida me ha llevado a soplar hoy otra vela más. 

Una vela que tiene nombre y apellidos aunque no lo conozca, pero ese donante lo cambió todo. Sé que vivo de regalo y soy consciente de ello, pero sé, también, que el mejor regalo que me han hecho nunca llegó en el peor momento de mi vida. “Tienes un donante de médula compatible” fue la frase de mi hematóloga. No venía envuelta en ningún paquete pero traía una sonrisa, una emoción y una vitalidad inigualable. Soñé con el “día cero” durante meses y cuando pasó todo el proceso a pesar del cansancio sabía que llegaría el momento de volver a disfrutar de la vida como nunca antes lo había hecho. 

Ahora, dieciséis años después, los días previos al 14 de septiembre me desvelan los recuerdos. No sé si el tiempo podrá borrar eso porque el pasado determina el futuro. Todo cambió de repente para mal cuando me dieron el diagnóstico y para bien cuando supe que tenía un donante compatible. Está claro que en un segundo todo puede cambiar. 

No puedo acabar este día de celebración sin hacer un llamamiento a la donación de médula. Muchos  pacientes están esperando marcar el “día cero” en su calendario personal. Un pinchazo de generosidad lo puede cambiar todo y creedme que es inolvidable vivir ese momento. 

Por eso y dado que “aún tengo la vida” brindaré un año más por la salud y sin ponerle ningún pero al verbo “vivir” seguiré luchando por mis sueños. Ya dijo Kierkegaard que “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”…

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

OPORTUNIDADES

Estamos todos de vuelta para encarrilar el mes de septiembre. Volver a conectar con la rutina es primordial para que la cuesta arriba sea menos dura. Este mes está vinculado a los comienzos, a las oportunidades y son, precisamente estas últimas, las que generan mucha ilusión e incertidumbre. Siempre hay una de cal y una de arena, pero tiene que prevalecer siempre lo positivo. El tiempo será el responsable de saber si estas oportunidades se dan o no. El destino es caprichoso y juega mejor que nadie con la incógnita del futuro.

Un futuro en el que figuran varias celebraciones este mes. Y cuando se trata de festejar no hay disculpa que valga. De todas ellas, hoy me centro en quienes me dieron la oportunidad de formar parte de su familia periodística. El Valle me acogió cuando viví en México demostrándome que la esencia del periodismo todavía vive al otro lado del charco. Su director, Pepe Nader, predica con el ejemplo. Cada día en su columna escribe sin pelos en la lengua. No importa si incomoda o no, pero la realidad es la que le dicta su opinión. Es cierto que la puedes compartir o no pero la libertad nace en sus palabras. El periodismo incomoda y ejercerlo en un país que es líder en los asesinatos de periodistas tiene un valor extra llamado coraje y valentía. Por eso, nunca olvidaré esa oportunidad que me llegó estando muy lejos de mi casa. Dicen que en la vida todo pasa por algo y quizás sea cierto porque tanto lo bueno como lo malo nos va forjando nuestra forma ser, nuestro carácter y, por supuesto, va marcando nuestro camino. 

En mi camino por tierra mexicanas tuve muchas ocasiones en las que crecí como persona. También, profesionalmente, volví a ejercer la profesión que ha sido mi vocación desde niña. Por eso, este mes toca celebrar los treinta y dos años que cumple El Valle. Estaré lejos de esa redacción, de esos amigos que brindarán por muchos años más, pero la distancia no puede impedir que mi mente me llevé hasta allí para abrazar a todos ellos y para agradecer a Pepe y a Sergio Nader que sigan contando conmigo. La verdadera amistad traspasa fronteras y el tiempo tampoco puede con ella porque lo importante y puro siempre prevalece. Llegará el día, estoy segura, de que nos podremos volver a abrazar y los nueve mil kilómetros de distancia se reducirán a cero en la mítica Puerta del Sol de Madrid. Por eso, con estos valores por bandera este mes toca brindar por muchos motivos, pero hay que ir paso a paso y disfrutar cada momento. 

Por eso, los momentos son oportunidades que se nos presentan día a día de diferentes maneras. La vida en sí misma nos brinda a diario veinticuatro horas únicas e irrepetibles. Dice el escritor canadiense Robin Sharma: “A casi todos nos da miedo lo desconocido. No debería ser así. Lo desconocido no es más que el comienzo de una aventura, una oportunidad de crecer.”

Seamos aventureros. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/37190/oportunidades

VOY A PASÁRMELO BIEN

Los responsables del título de este artículo tienen nombres y apellidos. Llevan muchos años siendo los culpables de que cada vez que pronunciamos esa expresión entonemos en nuestra mente, con más o menos acierto, las notas que en su día escribieron en la partitura. David, Dani, Rafa y Javi o lo que es lo mismo, Hombres G han conseguido que su música pase de generación en generación. Confieso que el de Castellón no fue mi primer concierto en lo que llevan de gira con su último disco “La esquina de Rowland”, pero la sensación de disfrutar, de alegría, de buen rollo sigue intacta. No afecta el número de veces que los veas sobre el escenario porque la premisa de “voy a pasármelo bien” no falla. Ellos abanderan esta expresión y con ese tema arrancaron su show y dieron rienda suelta a las voces de un público que estaba entregado a ellos. Obviamente, sonaron temas de “La esquina de Rowland”, pero no faltaron los clásicos en los que los espectadores enloquecieron. No importó el calor, ni la humedad porque Hombres G consiguió que todos sudáramos la “gota gorda” al compás que nos iban marcando. Ya nos avisó David Summers que están a punto de cumplir los 40 años sobre los escenarios, así que habrá que ir preparándose para la próxima gira. Nunca viene mal que nos recuerden que en la vida hay que pasarlo bien.

Os animo a disfrutar de ellos en directo, pero si no es posible no hay disculpas que valgan porque el viernes se estrena en los cines la comedia por excelencia de este verano. El ritmo lo ponen “Hombres G” con una banda sonora que hace que se te vayan los pies en la propia butaca. Además, si eres de los que te arrancas a cantar a las primeras de cambio, también lo harás en la sala del cine. “Voy a pasármelo bien” te traslada al pasado y al presente al mismo tiempo. Te cuenta una historia de amor, de amistad, de recuerdos, de añoranza pero también consigue sacarte muchas sonrisas y más de una carcajada y, eso, en los tiempos que corren es una necesidad urgente. La película que dirige David Serrano tiene un guión brillante. Es amena y muy entretenida. Raúl Arévalo, Karla Souza y Dani Rovira encabezan un cartel en el que no hay que perder de vista la espectacular interpretación de los más jóvenes. Su talento te traslada al año 1989, a los recuerdos de la EGB y todo lo que esa época supuso. El paso del tiempo va cambiando a las personas. Las va moldeando, pero muchas veces la esencia de ellas permanece intacta. Y es ésta, precisamente, la que hace que los recuerdos inolvidables cobren más fuerza. El destino también juega sus bazas en el cine y en la vida real; en el antes y en el ahora como se puede ver en esta película. Os animo a verla y sobretodo a disfrutarla dejándoos llevar por lo que ella os transmita. Sentimientos hay muchos y buena música también. Avisados estáis.

En definitiva y con el permiso de David, de Dani, de Rafa y de Javi me atrevo a decir que “Voy a pasármelo bien” es el título de este artículo, el título de una canción y el de una película, pero siendo sincera debería ser un lema que abandere nuestras vidas porque cuando la vida te da una segunda oportunidad, como es mi caso y vives de regalo, lo único que deseas en el día a día es pasártelo bien y sonreír a pesar de las dificultades. Unos días te levantarás dando un salto mortal y otros medio dormido y arrastrando las zapatillas, pero lo importante es recordar que estamos aquí y que el presente vuela. Por eso, mientras pueda y gracias a que “aún tengo la vida” no negaré que “voy a pasármelo bien”.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace en El Valle (México): https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/36248/voy-a-pasarmelo-bien

13 DE JUNIO

Avisados estábamos y el presente ha confirmado que estamos pasando mucho calor para la época del año en la que nos encontramos. La primera ola de calor ha llegado para hacernos sudar la gota gorda, como suele decirse. Menos mal que llevamos años siendo resilientes y ahora, que el termómetro se ha desatado también hay que saber adaptarse a las circunstancias. De poco sirve quejarse ante algo que no está en nuestras manos. Llevarlo lo mejor posible es nuestra mejor opción. El tiempo pasa y con él esta ola. Eso sí, no hay que olvidar que el verano está a la vuelta de la esquina y con él llegará, lógicamente, el calor. No vaya a ser que haya alguien que se sorprenda.

Sorpresas te da la vida continuamente. Las inesperadas si son buenas son fáciles de llevar, pero cuando no son así es normal que se nos atraganten. La perspectiva con la que afrontamos las distintas situaciones depende de nosotros mismos. Saberlo gestionar mentalmente es vital, porque es ahí donde radica nuestra fuerza más importante. Mucho se está hablando de ella últimamente y aunque ésta haya pasado desapercibida durante mucho tiempo, nunca es tarde para remediar ese vacío. 

Un vacío que hay que cuidar a diario y siempre habrá un día especial que recargue esa fuerza a niveles muy altos. A veces, el pasado, al que dicen que no hay que mirar, también ayuda. Algo así me pasa a mí cada 13 de junio. Ayer no fue un día cualquiera. Ayer fue el día en el que recibí la noticia más importante de mi vida y, por eso, ese recuerdo cargado de alegría es una fuente insaciable de optimismo, que cada año viene a mi mente para recordarme que ser feliz es lo que cuenta y que soy fuerte porque la vida me enseñó la fuerza que hay en mí. Cuando te dicen: “Tienes un donante de médula compatible”, todo cambia. El guion da un giro de ciento ochenta grados cargado de esperanza y agradeciendo a quien ha hecho posible todo eso. La generosidad abandera esa frase que anhelas escuchar cuando estás haciendo frente, como fue mi caso, a una leucemia. ¡Bendita frase! Y ¡Bendito donante! 

Los problemas son menos problemas cuando el contexto cambia. Quizás una ola de calor no sea para tanto y mucho menos después de todo lo que llevamos superando en los últimos dos años. El pasado está ahí por algo y aunque no hay que vivir anclado a él, si éste es una fuente que nos llena de vitalidad no hay ningún motivo para renunciar a él. Cada de 13 junio, mi mente regresa a esa habitación del hospital, a esa hora y momento en el que todo cambió. He podido olvidar muchas cosas de aquella época porque la mente es selectiva, pero aquel martes y trece está grabado a fuego en mi mente, en mi corazón y en mi sangre. Ayer recordé como estaba hace dieciséis años y como estoy hoy en día. Recuperar las riendas de mi vida era lo que más anhelaba y ahora deseo cumplir los sueños que me quitan el sueño. 

Y llegados hasta aquí, con calor o sin él, sólo puedo recordar al escritor y médico irlandés, Goldsmith cuando dijo: “El mayor espectáculo es un hombre esforzado luchando contra la adversidad; pero hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda”. Ahí lo dejo…

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/34469/13-de-junio

 MAMÁ

Mayo no podía comenzar mejor. El mes de las flores arranca celebrando el día de la madre. Precisamente las flores son un buen regalo para esas fieles compañeras de vida que están dispuestas a todo por ver una sonrisa en el rostro de sus hijos. Decía el poeta británico George Herbert que “una buena madre vale por cien maestros” y yo, dejando la objetividad a un lado, tengo a la mejor. Ella me escucha. Me entiende. Me apoya. Me aconseja. Me enseña… y tantas y tantas cosas más… De niña siempre decía que de mayor quería ser como ella y ahora que he crecido soy lo que soy gracias a ella. No tengo palabras para agradecerle todo lo que ha hecho por mí a cambio de una sonrisa. Una sonrisa que, como hija, también quiero de vuelta porque su felicidad también es la mía.

Es cierto que este año no te he enviado flores, ni te he comprado bombones o tu perfume favorito, te mando estas palabras. No estamos juntas pero el escritor estadounidense Fitzgerald decía que “puedes acariciar a la gente con tus palabras”, al menos yo lo creo así. Siento que estás conmigo aunque no te tenga. Podía haber escrito de muchos temas, pero hoy me apetecía escribir de ti. Las palabras pronunciadas se las lleva el viento pero las escritas permanecen y eso es, precisamente, lo que quiero. Me vienen a la mente muchos recuerdos porque juntas hemos pasado momentos inolvidables, tanto buenos como malos, y estos dejan huella. Hemos ido a conciertos, al cine, de vacaciones, incluso al fútbol, pero también para ser justos con la vida hemos pasado momentos muy duros. Aún así hemos sabido aprender de ellos porque, mano a mano, le ganamos la batalla al cáncer y, mano a mano, también, aprendimos a valorar las pequeñas cosas de la vida.

Esas huellas quedan marcadas en el lugar más importante. El corazón no olvida aquello que le hace vibrar. La vida nos ha puesto a prueba en muchas ocasiones, pero le hemos demostrado que juntas, además de ser un buen equipo, sabemos afrontar todo lo que se nos ponga por delante. Han pasado los años y la unión se ha hecho más fuerte. Esa unión se ha convertido en un vínculo inquebrantable. Ni la distancia puede impedir que los sentimientos estén a flor de piel porque estemos donde estemos siempre te sentiré muy cerca. Afortunadamente, la tecnología ha evolucionado mucho y ahora podemos vernos cuando queramos. No puedo negar que la nostalgia hace que te eche de menos, pero lo importante es que estás ahí las veinticuatro horas del día todos los días del año. Por eso, aunque el primer domingo de mayo sea tu día, la verdad es que tengo motivos para celebrarte los trescientos sesenta y cuatro días restantes. 

Eres valiente, luchadora, alegre, cariñosa, amable, fuerte… Podría seguir usando adjetivos porque te mereces muchos calificativos, pero lo puedo resumir diciendo que eres única. Madre no hay más que una y, por eso, tu valor es incalculable. Ya estoy restando los días para poder abrazarte y celebrar junto a ti que seas mi madre, mi mejor amiga y mi todo. Va por ti mamá, quiero verte sonreír siempre y si para ello tengo que mover cielo y tierra no dudes que lo haré porque ser feliz es lo que cuenta y tú te mereces lo mejor. Gracias por todo porque sé que eres la sombra que nunca se aleja y el reflejo que me inspira.  

Te quiere, tu hija.   

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace en El Valle: https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/33075/mama

SUEÑOS

“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante”. Estas palabras de Paulo Coelho son de sobra conocidas pero en ellas se alberga todo un mundo lleno de ilusiones. Los sueños son ese motor que nos mueve a transformarlos en una realidad. Soñar es, a su vez, alejarse del presente y abstraerse a nuestro mundo más personal. Ese mundo en el que las sonrisas nacen por sí solas mientras la mente elucubra como puede ser la conversión de la imaginación a la existencia. Ese momento, sin duda, es pleno y su satisfacción lo inunda todo y hasta contagia la felicidad a quienes han vivido como luchabas por él.

Una felicidad que siempre es bien recibida porque los momentos malos llegan solos. Hay que reconocer que es un placer ser cómplice de todo este proceso cuando la persona te importa. La alegría compartida siempre se multiplica y hoy en día es más que necesario. Llevamos unos años en los que hemos luchado contra la adversidad, pero a pesar de todo hay que seguir soñando. Habrá sueños aplazados, sueños a corto plazo, sueños que parecen inalcanzables, pero en la vida todo es posible porque los límites nos los ponemos nosotros mismos. Nuestra mente es nuestra mejor aliada pero también nuestro mayor enemigo. Por eso, la constancia no nos puede faltar. Es muy fácil decirlo pero no tanto llevarlo a cabo porque cuando la pereza entra en juego hay que prender con más llama la mecha de los sueños. “Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos” como decía el escritor irlandés George Bernard Shaw.

Y volviendo a Coelho, “nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él.” Una señales que verás cuando estés despierto y afrontes el reto que tantos momentos en babia y noches de desvelo llevas sobre tus hombros. Precisamente, hace cuatro años cumplí un gran sueño que ahora es un bonito recuerdo. En mis manos está “Aún tengo la vida”. Un libro que cuenta una historia que me duele recordar, pero que a su vez me llena de fuerza para afrontar el futuro y la incertidumbre. Fue un sueño durante muchos años y ahora que es una realidad he dejado atrás   el camino que me llevó a afrontar las muchas horas que pasé delante del ordenador poniendo en orden toda esa historia. Obviamente, en todo ese proceso surgieron muchas anécdotas y tuve mis cómplices. Nunca podré olvidar el 22 de marzo del 2018 porque la felicidad inundó su presentación. Su puesta de largo fue un momento mágico porque el sueño se hizo realidad. No era un sueño cualquiera y, por eso, su aniversario es digno de celebrar. 

Sigo soñando la vida y viviendo los sueños porque gracias a que aún tengo la vida continuo construyendo castillos en el aire que poco a poco se irán afincando. Aprendí que sin lucha no hay victoria, pero sin esfuerzo tampoco hay sueños por cumplir. Por eso, hoy cojo el libro en mis manos recordando esa tarde inolvidable y pienso que la vida, esa que solo se vive una vez, cuando te da una segunda oportunidad siempre va a ser mejor que la primera. Me quedan muchos sueños por cumplir y ganas no me faltan. Aniversarios como el de hoy hacen que las excusas y los miedos sucumban al poder de los sueños. A por ellos que para eso está la vida. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace El Valle: https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/31869/suenos