OBJETIVO:  LA DESESCALADA

No hay un día señalado, pero tarde o temprano recuperaremos la normalidad. Poco a poco hemos ido superando el caos que el Covid-19 provocó de la noche a la mañana y aunque el ritmo sea lento no hay que desesperar, porque la palabra desescalada ha ido ganando terreno a la palabra confinamiento. Empezamos a ver esa luz que tanto se ha anhelado desde que comenzara esta pesadilla y, por eso, no hay que tirar la toalla. Van a venir altibajos pero la fortaleza que se ha demostrado tiene que persistir. Me niego a que, después de estar cincuenta días confinada en mi casa, el miedo se apodere de mí.

830432F0-3E13-47AE-B7D0-DE5006F8D030Aprendí que al miedo se le conquista haciéndole frente. No hay que amedrentarse ante él porque la valentía ha sido, es y será lo que ha movido mi vida. Ahora, no voy a cambiar de actitud, de hecho, es algo que ni me planteo. Puedo tener respeto al coronavirus, pero de ahí, a que tome las riendas de mi vida hay un trecho. Cambiará mi rutina porque la mascarilla se ha convertido en esencial, pero con prudencia todo volverá a la normalidad. Un normalidad anormal durante un tiempo que nos llevará a ver el presente desde otra perspectiva. Hay cosas que cambiarán para siempre porque de esta experiencia algo habremos aprendido y otras, sin darnos cuenta, regresarán a nuestras vidas como antes. Obviamente, no va a ser fácil pero si hemos podido con esto, estoy convencida de que estamos preparados para dar el último empujón. Un empujón en el que será vital apostar por la ciencia ya que serán los científicos los que nos vacunarán contra el bicho que, por desgracia, tantas vidas se ha llevado.

Los que no están se merecen un homenaje por parte de todos. No son números con los que jugar, ni meras cifras cargadas de frialdad. Eran personas llenas de vida a las que muchos ya están echando de menos. Es el luto de todo un país porque casi todos conocemos a ese alguien que ha perdido a un ser querido. Y eso es lo más triste de esta realidad. Una realidad que también ha dado paso a la vida porque muchos han sido padres; han recibido a sus bebés en tiempo de coronavirus. Lógicamente, la alegría también está presente en nuestros días. Por mucho que nos cueste aceptar la situación, lo importante es la salud. Ésa a la que algunos solo le rinden homenaje el 22 de diciembre, aunque su relevancia debe estar presente el resto del año.

Y este año, el que pensábamos que iba a ser como los maravillosos años 20, mientras nos tomábamos las uvas, nos está mostrando lo vulnerables que somos. En un segundo todo puede cambiar. El presente se vive hoy. Ya dice el refrán español: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” porque ese mañana es incierto aunque, a veces, nos cueste creerlo. Por eso, aprovechando que esta semana celebraremos el día de la madre y muchos no podremos abrazar a la nuestra; vaya desde aquí, mi felicitación a todas ellas, y a la mía en particular, porque esa valentía y fortaleza de la que os he hablado la he heredado de ella y ella a su vez de mi abuela.

Pues bien, ya que he hablado de científicos y de mi madre, concluyo con una cita, a tener muy en cuenta, del microbiólogo Louis Pasteur: “No le evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”.

Jimena Bañuelos

 

b101fa9bdd0c35b4319fa7cdeb1495ae_XL El enlace en El Valle (México): https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/11669/objetivo-la-desescalada

13 de junio: No es un día cualquiera

Cada día es único e irrepetible, pero hay días y días. Los aniversarios están para celebrarlos y más aún cuando es una fecha que marcó un antes y un después. Es verdad que el número trece tiene muchos detractores porque las supersticiones siempre están ahí. Confieso que nunca creí en ellas y después de aquel trece de junio aún menos. Es más, era martes y trece y se cumplen, precisamente, trece años desde que escuché a mi hematóloga decir: “Jimena, tienes un donante de médula compatible”. Llevaba meses soñando con ese momento. Me imaginaba cómo sería y llegó cuando menos me lo esperaba. Recuerdo aquel día perfectamente. Aquella habitación del hospital, aquella cama y lo más importante, la cara de mi madre llena de emoción al escuchar a mi doctora pronunciar esas palabras. Esos abrazos serán inolvidables porque en el ambiente, a pesar de mi situación, se respiraba felicidad, se respiraba alegría, se palpaba la emoción. Son recuerdos que eternamente me pondrán la carne de gallina. Son recuerdos cargados de sentimientos y éstos siempre llegan al corazón.

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Aún tengo la vida

Ahí todo cambió. Ese sueño se había convertido en realidad. El día del trasplante estaba más cerca y el principio del fin tenía una fecha señalada. ¿Es o no es motivo para celebrar cada año el 13 de junio?

Dicen que mirar al pasado no es bueno, hay días que sí lo es. Porque hoy no es un día cualquiera. Hoy recuerdo cómo estaba y cómo estoy hoy en día. Hoy recibí la mejor noticia que me han dado en la vida. Hoy me llené de más fuerza para superar esa leucemia que había tomado las riendas de mi vida. Hoy todo se tiñó de Color Esperanza. Hoy me siento afortunada. Hoy supe que alguien me iba a hacer el mejor regalo, me iba a regalar vida. Hoy no es un día más, es un día marcado en mi calendario personal. Hoy es un día de fuerza, de alegría, de esperanza, de emoción, de valentía… a pesar de que tenía miedo al trasplante como es lógico. Lo desconocido siempre abruma, pero hoy descubrí en qué miedo aprendí a ser valiente. Hoy afronté la recta final de la quimioterapia acompañada de los mejores aliados: mi familia, mis amigos, mis doctoras y, por supuesto, mi donante. Hoy aprendí que la unión hace la fuerza, que sin lucha no hay victoria. Hoy puedo brindar por la vida, por los sueños cumplidos, por la generosidad de mi donante, en definitiva, por todo lo vivido hasta aquí. Hoy es trece de junio y aunque no sea martes, es un día que no se olvida. Es un día para celebrar.

Hoy brindaré por todo ello, pero sobre todo, me acordaré de ese joven alemán que me donó médula. Como veis, ser donante de médula es importante, y creedme, que los que están esperando recibir la misma noticia que yo, anhelan escuchar las palabras que lo cambian todo. Porque al escuchar “tienes un donante de médula compatible”, el corazón bombea más deprisa y es, en ese momento, cuando descubres en ti la verdadera fuerza de vida.

Y antes de irme a celebrar el trece de junio, os animo a que os hagáis donantes de médula. No es mucho pedir, pero quizás podáis ser el mejor regalo de alguien…

Yo, aún tengo la vida.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Aún tengo la vida

No ha sido por pereza, ni mucho menos por falta de ideas o de temas. Ha sido por cumplir un sueño y ese es el mejor motivo que puedo tener para defender mi ausencia durante tanto tiempo. Está claro que el hecho de poder hacer realidad los sueños es lo que hace que la vida sea interesante, y teniendo esto tan claro todo está justificado.

Era algo que me rondaba por la cabeza desde hace doce años y a pesar de que siempre estaba en mi lista de los propósitos de Año Nuevo nunca llegaba a cumplirlo. No sé por qué pero nunca tenía tiempo para ello. Hoy, conozco muy bien el motivo de tanta justificación y entiendo por qué sentí que ahora era el momento de hacerlo. Dicen que el tiempo cura las heridas, me pueden quedar cicatrices pero lo que seguro ha cambiado ha sido la perspectiva de las cosas y sólo por eso, en mi estómago tenía un hormigueo que decía que era ahora o nunca. La vida es caprichosa y sabe cómo mostrar el camino a seguir. Decidí que no iba a continuar poniendo excusas y acepté sentarme frente a la hoja en blanco. Ésta ahora no me daba miedo porque sabía que lo que iba a contar, iba a hacer que me tiraran las cicatrices de la etapa que marcó un antes y un después en mí. Así que con la valentía que me caracteriza, página a página, decidí teclear la historia que envuelve mi lema de vida. Aún tengo la vida nació como novela el pasado 22 de marzo. Ese día el sueño se hizo realidad.

Portada del libro Aún tengo la vida

Viendo el libro y acariciando sus páginas pienso en los recuerdos inolvidables que ese jueves quedaron grabados en mi memoria. Mis amigos, mi familia, mis médicos estaban ahí;  compartiendo las lecciones que la vida me dio. Mi lucha y mi victoria, mis lágrimas y mis alegrías y un sinfín de sentimientos que quedan reflejados en un libro en el que dos jóvenes se enfrentan a sus propios miedos para tratar de encontrarse así mismas. Eso sí, siempre con el color esperanza por bandera y la positividad y optimismo como mejor aliados.

Si algo me enseñó la vida hace doce años es que hay que disfrutar de los momentos, luchar por aquello en lo que se cree y dejar volar la imaginación porque los sueños se cumplen. Revivir lo que pasé no ha mermado mis fuerzas, al contrario, ha recargado mi vitalidad. Me ha hecho recordar muchas enseñanzas, muchas anécdotas y muchos momentos que incluso creía olvidados. Ahora, con el libro en mis manos, pienso que la vida, esa que solo se vive una vez, cuando te da una segunda oportunidad siempre va a ser mejor que la primera. Porque a pesar de todo… Aún tengo la vida.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

 

 

 

La aventura de comenzar

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Dicen que los principios no son fáciles, y no lo son. Pero también son emocionantes. La incertidumbre que los envuelve es motivo más que suficiente para armarse de ilusión, esperanza y optimismo, y combatir ese “miedo” que brota dentro de nosotros.

Todos los días vemos amanecer y no sabemos lo que nos deparan esas veinticuatro horas; solemos levantarnos y lo afrontamos como uno más. Y no es uno más, cada día de nuestra vida no se repite, sin embargo, es la rutina la que nos lleva a no valorar ese día a día. No me gusta dejar pasar los minutos, las horas y, por supuesto, los días sin más. Cada uno es especial, sólo depende de nosotros buscar ese momento extraordinario, yo lo hago y merece la pena…Si no lo haces, por intentarlo no se pierde nada…

Me encanta comenzar un libro y adentrarme en su aventura. Me intriga ver el comienzo de cualquier película. Me pone nerviosa el principio de cada partido del Atleti…Hay muchos principios…Pero, sin duda, el más importante es el comienzo de una nueva vida. Quiero empezar de cero, olvidar el pasado y buscar en el futuro esa alegría y felicidad que un día cambié, sin duda, para ganar fortaleza y valentía. Sabemos que al toro hay que cogerlo por los cuernos…

Continuando con el refranero español… Año Nuevo, vida nueva…Nunca pensé que lo iba a aplicar al pie de la letra. Estoy muy lejos de mi familia, de mis amigos, de mi casa…pero me he encontrado con otra familia, otros amigos y otra vida que bien se merece ser vivida. Otro refrán me recuerda que no todo es vida y dulzura. Se echan de menos muchas cosas pero a su vez ganas otras. Tener, como cantaba Alejandro Sanz, el corazón partío no es fácil pero merece la pena. Siempre hay una “tirita” que ayuda en los momentos de morriña, que los hay. Se puede ser fuerte pero no de piedra.

De piedra no soy pero la vitalidad es la mejor aliada. Ya decía el célebre escritor americano Scott Fitzgerald, que “la vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar”. Así que no hay excusas, hay que seguir caminando hacia delante. Fácil no es, pero imposible tampoco…Mi lema, y lo canta Alejandro Sanz: “No hay doctor que me retenga, no hay dolor que me detenga”. Es mejor luchar para superar los retos de la vida que, simplemente, ver la vida pasar…¿O no?

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)