DEBILITAMIENTO

Percibimos decaimiento del ánimo individual, y del cuerpo social. El agotamiento emocional, la carencia de certidumbres, el inescrutable futuro nos entristece. Cunde la melancolía por lo que fue, el desasosiego por lo que debiera ser, la capitulación ante lo que nos viene impuesto. Nuestros deseos chocan contra la realidad, la mirada planetaria, no concede respuestas, la esperanza queda lastimada.

Fue Martín Seligman el que popularizó la denominada indefensión aprendida, que acontece cuando al percibir subjetivamente que no podemos variar la situación aversiva y no tener la capacidad de hacer nada, nos comportamos pasivamente.

Clínicamente es erróneo el diagnóstico que describe lo que nos acontece como indefensión aprendida, pues vivimos, o mejor dicho, padecemos una situación excepcional, objetiva, dañina y perturbadora. A cada uno de nosotros nos cabe el difícil reto del afrontamiento emocional, sin caer en un absurdo y ficticio positivismo, sin escapismos de la realidad, sin sobreactuar, o reflejarnos en espejismos de felicidad.

El miedo; la tristeza; el sentimiento de distanciamiento, de pérdida, de impotencia es normal, es lo normal. Y ante tanta incertidumbre, enfermos, muertos, negocios que cierran, personas en paro, nos cabe no solo compartir sensaciones, inquietudes, desalientos, penurias. Sino analizar la sobreinformación que nos invade, y limitarla. Focalizarnos en lo que está en nuestras posibilidades, desde la prevención, al mantenimiento de relaciones, sociales, la práctica de actividades gustosas, de deporte. 

La gestión emocional correcta, debe conducirnos a valorar lo que tenemos, a relativizar, a tomar perspectiva, a recordar desde nuestra psicohistoria lo que hemos superado en nuestra vida, confirmando la resiliencia de la que disponemos. En una situación tan problemática, hemos de posibilitar el buen humor, practicar el agradecimiento, sabernos útiles para otros congéneres, valorar el estar vivos, aprovechar el presente, disfrutar de las pequeñas cosas, que ahora sí, apreciamos.

Prioricemos lo esencial, la relación con los amigos, los familiares, uno mismo. Organicemos los tiempos, cuidemos la imagen, mostremos lo mejor de nosotros, aprovechemos para mejorar los hábitos de sueño, alimentación, aseo. Démonos momentos satisfactorios. No nos instalemos en un pasado que ya fue, ni en un futuro que no sabemos si será. Percibamos lo que siempre es cierto, que nos necesitamos unos a otros, que estamos irrenunciablemente incardinados, que somos comunidad.

Esta situación prolongada en el tiempo afecta a la vida cotidiana, derrama sensación de embotamiento y desesperanza. El impacto psicológico es severo y por ello hemos de potenciar las fortalezas personales, aceptar el cambio, reconquistar la percepción de control, normalizar el sufrimiento.

El afrontamiento funcional, adaptativo, nos dotará de compromiso y solidaridad, de capacidad de resistencia. En esta transacción biográfica con el contexto en que habitamos, hemos de impedir caer en conductas de evitación. Sigamos el principio estoico de aceptar el miedo, la tristeza, como parte de esta vida, pero no admitamos que nos gobierne.

Hemos de actuar para sentirnos bien (no al revés), y hacerlo según lo que estimamos importante, lo que nos indican nuestros valores. Para erradicar la percepción de incontrolabilidad, nos comprometeremos con persistencia en la acción, pues los actos, no son tanto consecuencia de nuestras emociones, sino de las decisiones que tomamos.

Javier Urra

Prof. Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud

Académico de Número de la Academia de Psicología de España

ALARMA

Estamos a escasos días de despedir el mes de octubre, un mes que ha estado marcado por la evolución de la pandemia. Los datos no son nada buenos. Las medidas han llegado a cuenta gotas y no por igual en todo el territorio español. En Madrid hemos pasado por distintas fases, algo que generaba muchas dudas entre la población ante el desconocimiento de qué se podía hacer y qué no. Pues bien, después de visitar al Santo Padre, el presidente del Gobierno no tardó ni veinticuatro horas en decretar el Estado de Alarma en toda España. Un Estado de Alarma que en principio dura quince días y su prórroga está en manos del Congreso. Teniendo esto muy presente, Sánchez nos anunció que su pretensión es que dure hasta el nueve de mayo. Casi nada. En seis meses pueden pasar muchas cosas. No hay que olvidar que si analizamos los discursos de Fernando Simón no parece que la situación fuese tan crítica. En fin, entre políticos anda el juego porque parece que solo hay un interés en todo esto y no es precisamente el sanitario. Es una pena pero es lo que se palpa en el ambiente. La batalla política es evidente e innecesaria en estos tiempos. Nos aseguraron que de esta situación saldríamos más fuertes, algo que dudo bastante. Quizás sea mejor no hacer suposiciones y esperar a que llegue el final y ver cómo nos encontramos. 

Dicen que después de la tempestad siempre llega la calma, pero ésta puede estar cargada de duros recuerdos. No hay que olvidar que la cifra de los fallecidos no es únicamente un número. Son personas, son familias que han perdido a un ser querido. Estamos a escasos días de celebrar el Día de Muertos, un fiesta muy señalada en México. En estos tiempos de pandemia este ritual cobra especial significado. Rendirles un homenaje es algo que no podemos obviar y más cuando la soledad ha acompañado a muchas personas en sus últimos momentos de vida. Es triste pero es la realidad de este año. Un 2020 que pasará a la historia por su dureza y que de una manera o de otra nos ha marcado a todos. Es fácil decir que hay que ser fuerte, pero de la teoría a la práctica hay un trecho. Esta última es bastante más complicada porque requiere de mucha fuerza mental y, por supuesto, de una gran capacidad de adaptación. 

Nos decían en julio que habíamos derrotado al virus y no era cierto, pero la ansias por salvar el verano estaban ahí. Era obvio que en septiembre iba a llegar la segunda ola, ésta se adelantó a agosto y ahora no tenemos que sorprendernos por cómo estamos. En la responsabilidad individual de cada uno reside la clave para que la curva vaya en aumento o, por el contrario, descienda. Ha comenzado el Estado de Alarma, veremos como es su evolución. Por delante tenemos todo el mes de noviembre, de la Navidad mejor ni hablamos. Es el momento de vivir el día a día teniendo siempre las recomendaciones muy presentes. A mí, lo que realmente me alarma es que por encima de la salud esté primando el interés político. Ahí lo dejo…

Jimena Bañuelos

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/16980/alarma

¿BAYERN O ATLETI?

A pesar de las circunstancias van transcurriendo los días… Confieso que desde que comenzó la pandemia hasta hoy tengo la sensación de que ha pasado una eternidad y no es así. Es, en estos momentos, cuando me doy cuenta de lo relativo que es el tiempo cuando la situación es adversa. Esta sensación me traslada al capítulo más duro de mi pasado. Y casualmente también fue el verano el que me dio un ligero respiro, tal y como ha pasado este año. Desgraciadamente, la estación estival está casi olvidada y con el otoño, la nueva normalidad se vive como si de una cuesta arriba se tratase. De nosotros depende frenar los contagios y asumir la responsabilidad que nos corresponde. Hablar del coronavirus, día tras día, ya cansa. Aún así, hay que asumir que nos queda mucho para poder citar al virus en pretérito. 

Precisamente, escritos en pasado me vienen a la cabeza muchos recuerdos agradables a los que aferrarse en estos tiempos. Muchos de ellos sucedieron en verano y, a pesar de las circunstancias, de este año también tengo grandes momentos a orillas del Mediterráneo. No hay que olvidar que la vida son esos momentos inolvidables que nos marcan para siempre. Los que me conocéis sabéis que para mi la familia es fundamental y que hay rituales que no fallan. Uno de ellos es ver jugar al Atleti con mi padre. Pues bien, la diosa Fortuna ha querido que los dos equipos de mi corazón se vean de nuevo las caras en la Champions. Mañana, el Bayern y el Atleti jugarán por sumar tres puntos en la Fase de Grupos. El vigente campeón ha demostrado por qué levantó la copa en el mes de agosto pero los rojiblancos no se acobardan ante el anfitrión. En su ADN está el coraje del que tanto presumen. La afición está preparada para sufrir lo que sea necesario. Su objetivo es levantar “La Orejona”. Cumplir los sueños no es fácil pero tampoco es imposible. Queda mucho por delante, veremos qué sucede partido a partido.

Os hablo de esto porque este partido siempre es especial. Y más aún cuando fue el último encuentro que vi desde las gradas del Vicente Calderón. Ese día los rojiblancos jugaron como nunca y disfrutamos de noventa minutos de puro sentimiento colchonero. Ese sentimiento que no todos pueden entender y, por eso, se dedican a criticar nuestra forma de entender la vida. Ya dice el refrán: A palabras necias, oídos sordos… Aquella tarde de Champions fue, sin duda, excepcional. Mentiría si digo que no me importa qué equipo se lleva la victoria. Mi corazón siempre palpita más fuerte cuando el Atleti salta al terreno de juego, pero si su rival es el Bayern las cosas cambian. Los goles son aplaudidos pero también duelen porque siempre perjudican a uno de los tuyos. No es fácil disfrutar de un encuentro en el que amas a los dos equipos. 

Ahora bien, llegados a este punto reconozco que el fútbol es imprevisible y el azar muy caprichoso. El Atleti son mis colores, mi forma de entender el deporte rey y la vida; pero por el Bayern tengo una debilidad especial. Es el equipo alemán que corre por mis venas. Se puede tener el corazón partío por muchas causas y la Champions me ha dejado muy claro que tengo que decidir. Una decisión que, lógicamente, estará cargada de coraje y corazón. Y como nunca dejo de creer, ya sabéis que camiseta luciré el miércoles. La suerte está echada.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/16778/bayern-o-atleti

MADRID

No podíamos salir de Madrid, pero sí podíamos salir por Madrid. La decisión estaba clara: A la calle. Eso es lo que pensamos muchos madrileños después de que se decretara el estado de alarma en la ciudad. Dejando al margen las disputas políticas el puente estaba para disfrutarlo y eso no te lo pueden impedir. Adaptarse a la situación era esencial para aprovechar estos días en la capital. Eso sí, viendo las imágenes de la Gran Vía o del Parque de El Retiro, por ejemplo, sugiero al Gobierno que pase lista y compruebe que los madrileños se han quedado en la ciudad, la cual, ofrece muchos planes a pesar de la pandemia. 

Madrid no se merece vivir lo que está pasando y hablo en términos políticos. Madrid fue muy golpeada por la pandemia en sus comienzos, pero supo hacer frente a la adversidad. Los madrileños dieron una lección cumpliendo con todas las recomendaciones y ahora, por culpa de quienes luchan por el poder, su imagen está siendo muy dañada. Algo muy injusto porque Madrid es esa ciudad que te acoge según llegas. Yo no nací en la capital, pero llevo tantos años en ella que es una parte más de mí. Me duele que jueguen con quienes residimos en ella por puro interés político. No somos súper contagiadores aunque dé esa impresión. En España hay ciudades que lo están pasando peor y no llenan titulares. Visto desde fuera es normal que la fotografía que veis esté muy distorsionada. La realidad, en lo que a la pandemia se refiere, bien la conocen quienes están al pie del cañón todos los días y velan por nuestra salud. El resto intentamos vivir, con precaución, el día a día como cualquier español más. Ahora nos han puesto una etiqueta llamada “estado de alarma”, pero quedan más puentes en el calendario y no sé cual será la próxima ocurrencia de unos o de otros. Ya dijo el escritor español Francisco Ayala que “la competencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente”… En fin, lo que tendría que etiquetarnos a todos es “la salud” por el bien común. 

Con la alarma, habrán frenado los desplazamientos, pero también han enfadado a muchos y no todos ellos son madrileños. Para calmar la ira o la rabia no hay vacuna. El tiempo mostrará las consecuencias de las decisiones. De momento, tenemos que afrontar lo que nos queda hasta que los contagios desciendan drásticamente. Esto no va a suceder ni hoy ni mañana, pero llegará el día en que los datos sean reales. Hasta entonces, los madrileños, de nacimiento o no, seremos más fuertes que antes porque nos toca no solo aplacar la curva sino lidiar con la guerra política. Decía Torrente Ballester que “el poder más peligroso es el que manda pero no gobierna” y en estos tiempos, lamentablemente, esto es una evidencia.

Como evidente es que Madrid se merece un respeto. En esta ciudad he vivido grandes momentos, he crecido como persona, he conocido a mis mejores amigos, he librado batallas muy importes, he aprendido de toda la cultura que hay en cada rincón y podría seguir enumerando. Es cierto que también tiene sus cosas malas pero siempre la balanza se vuelca a favor de esta ciudad. No tengo ninguna duda de que esto es por algo, y llegados hasta aquí concluyo con la mítica: “Allá donde se cruzan los caminos / Donde el mar no se puede concebir / Donde regresa siempre el fugitivo/ Pongamos que hablo de Madrid.”

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/16558/madrid

DECIDIR

En la vida hay que tomar decisiones. Unas veces se acierta y otras veces se aprende del error. Esto es así. Estamos rodeados de incertidumbres y la capacidad para tomar esas decisiones depende, entre otras cosas, de valorar los pros y los contras de éstas. Es cierto, que desde que comenzara la pandemia cada persona se ha tenido que amoldar a ella. Hay quien lo lleva mejor y hay quien no ve un final en esta cuesta arriba. Es complicado mantener el ánimo cuando tu entorno es duro, pero estoy convencida de que los españoles todavía tenemos fuerza para salir adelante. Se avecinan, por lo que dicen, unos meses complicados, pero tenemos que ser conscientes de todo lo que ya hemos superado. Ahora bien, lo que no ayuda siempre estorba y dado que el camino a la cima esta siendo difícil no hay necesidad de ponernos trabas. Está claro que lo que prima es la salud y así debe de ser, pero es vergonzoso ver el enfrentamiento político que hay en estos momentos. 

Sin duda, el hartazgo con la clase política también se palpa en el ambiente. El poder es lo que tiene, pero es injustificable estar todos los días escuchando reproches de unos contra otros mientras el virus sigue contagiando. Es obvio que hay que tomar medidas, pero éstas tienen que ser fruto, en este caso, de un consenso. Los números no suelen mentir, es más, son las personas las que los utilizan a su conveniencia. Lo triste es que esa es la base en la que se deben cimentar las medidas a tomar. No hay duda de que es un problema sanitario, pero no hay que olvidar que también lo es económico. Y las consecuencias de esto último pueden ser muy graves. De momento, la realidad nos muestra su cara más dura. Esperemos que pronto veamos una luz al final del túnel, porque todo lo que está sucediendo en este año va a dejar consecuencias que solo el tiempo nos ayudará a superar.

Precisamente el tiempo parece que transcurre más despacio cuando la situación no es favorable. Añoramos lo que antes ni valorábamos y ahora soñamos con esos momentos cotidianos que considerábamos pura rutina. Muchos ya piensan en la Navidad. No sé si es para evadirse del presente, pero algo me dice que de aquí a diciembre no se pueden hacer planes. Quizás si todos cumplimos con las recomendaciones y los políticos hacen bien sus deberes, algo que dudo, podamos llegar a las fiestas navideñas sin tantas restricciones. Pensar en las celebraciones en estos momentos es más que un sueño, ahora bien, tengo claro que anhelo que llegue Nochevieja para dejar atrás este año.

Un año que tiene más sombras que luces porque el virus lo ha oscurecido todo. La esperanza es lo último que se pierde, aferrémonos a ella y confiemos en la ciencia. Los científicos son los que investigan contrarreloj para dar con la vacuna. Hasta que ésta llegue toda precaución es poca. No hay duda de que hay que cuidarse y utilizar más el sentido común. Sería una buena decisión. Lo de la lucha política mejor lo dejamos para otro día, porque es un tema agotador. En estos momentos, mi mente utiliza todas sus fuerzas para afrontar el presente y sus reveses. Ya habrá tiempo para reflexionar sobre quién se lleva mi voto en las urnas… 

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