MUJER TODO EL AÑO

Como todos los años, el mes de marzo está marcado por días especiales. En Valencia están disfrutando cada día de una Mascletá que supone la cuenta atrás para los días grandes de las Fallas. En Castellón, la Magdalena está a la vuelta de la esquina y los preparativos están terminados desde hace tiempo. Desde hace tres años, recordamos el inicio de una pandemia que nos cambió la vida de la noche a la mañana y que supuso un reto para todos. Afortunadamente, la Covid-19 se ha quedado atrás. También, llegará la primavera y esperemos que el tiempo mejore, climáticamente hablando. Además, rendiremos homenaje a nuestros padres el próximo diecinueve y, por supuesto, mañana es el Día Internacional de la Mujer. Una jornada en la que todo se tiñe de morado y la reivindicación por la igualdad está en su punto más álgido, pero esta reivindicación tendría que reflejarse día a día y con sentido común, porque flaco favor están haciendo las que se auto proclaman lideresas del 8-M cuando son incapaces de dar un discurso coherente a favor de las mujeres. Digo coherente ya que la cantidad de barbaridades que se pueden escuchar superan la lógica humana. 

Dijo Mathama Gandhi que “llamar a la mujer el sexo débil es una calumnia, es la injusticia del hombre hacia la mujer. Si por fuerza se entiende la fuerza bruta, entonces, en verdad, la mujer es menos brutal que el hombre. Si por fuerza se entiende el poder moral, entonces la mujer es inmensamente superior.” Un reflexión muy propia para todos los que de verdad anhelamos esa igualdad. Una igualdad que no pasa, ni mucho menos, por ser una cuota. Al menos, poner en valor a la persona no está de más. Valorarse es vital para afrontar los retos que la vida te plante, ya seas hombre o mujer. Recuerdo que hace unos años El Correo de Burgos me preguntó sobre este día y les dije: “Desde niña aprendí a creer en mí. Ahora, soy una mujer que lucha por sus sueños afrontando todas las dificultades, siempre siendo fiel a mis principios. Nadie tiene derecho a subestimarme.” Hoy en día, les contestaría lo mismo. 

Mis principios son los que son y no los cambiaré como dice la frase de Groucho Marx. Ahí radica el poder que llevamos dentro. Las mujeres, es cierto, que no lo hemos tenido fácil a lo largo de la historia, y avanzar por un futuro próspero es lo ideal, pero no a base de ideología surrealista que en lugar de empoderarnos nos devalúa. Las mujeres tenemos el tesón suficiente para poder presumir de él y afrontar los retos que nos propongamos, pero de ahí a que nos quieran etiquetar sólo por el hecho de ser mujer hay un trecho. Ojalá las reivindicaciones más pronto que tarde sean cosa del pasado, para que la historia de los logros conseguidos no nos avergüencen. Si las pioneras levantaran la cabeza…

Desde luego, con la cabeza muy alta me siento orgullosa de ser quién soy y no necesito de pseudofeministas para luchar mis propias batallas. La vida me hizo fuerte para plantar cara a las dificultades y demostrar que la valía va intrínseca en la persona. 

Ya reflexionaba John F. Kennedy:  “Yo no digo que todos sean iguales en su habilidad, carácter o motivaciones, pero sí afirmo que debieran ser iguales en su oportunidad para desarrollar el propio carácter, su motivación y sus habilidades”. Más claro, agua. 

Jimena Bañuelos

ESPERANZA E ILUSIÓN

Poco a poco todo va recuperando cierta normalidad o, al menos, se intenta vivir de la mejor manera posible. Afortunadamente, la situación está evolucionando favorablemente y el optimismo está puesto en el futuro a corto plazo. El anhelo de que las restricciones comiencen a desaparecer son uno de los temas de conversación que no faltan cuando se habla de la pandemia. Cada vez queda menos para dejar atrás el mes de febrero y quien sabe si en marzo se inicie una nueva etapa. La esperanza sigue ahí y la ilusión no la podemos abandonar.

Si continúo hablando de esperanza e ilusión tengo que hacer alusión, sin quererlo, al Atlético de Madrid. Hace tiempo que no escribo sobre los rojiblancos, pero mañana se la juegan en la Champions. La irregularidad de los de Simeone es evidente a estas alturas de la temporada. Sin duda, dan una de cal y otra de arena a su afición. Después del desastre contra el Levante viajaron hasta Pamplona para ganar por tres goles a los locales. La victoria era necesaria, no solo por los puntos sino por la dosis de moral para afrontar el partido ante el Manchester United. Es cierto que nunca hay que dejar de creer, pero también los sueños hay que alimentarlos con hechos y actitudes. Ojalá sigan la estela de “El Sadar” y tras el himno de la Liga de Campeones derrochen todo el coraje y el corazón en el Metropolitano al igual que la afición lo hace en las gradas. No está siendo una temporada fácil y la actitud ante las adversidades es fundamental. Por delante los rojiblancos tienen dos partidos para sellar el pase a los cuartos de final. Dice el refrán que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy así que si se encarrila la eliminatoria en casa mucho mejor. Si hay que sufrir se sufre, pero tampoco es necesario llevarlo a niveles extremos. De lo que no hay ninguna duda es de que hay mucho en juego dentro y fuera del campo. Hay demasiadas preguntas en el aire que pronto tendrán una respuesta clara. El tiempo pone a cada uno en su sitio. A buen entendedor pocas palabras bastan.

Por suerte, tenemos muchas cosas para evadirnos de la realidad. El fútbol es una más. Lo importante es despejar la mente del día a día que nos lleva sin pena ni gloria a una rutina que sigue marcada por la pandemia. Hay que distraerse con nuestras aficiones. Un buen libro, una buena serie, una película, un buen paseo… En definitiva, ellas son las mejores aliadas para afrontar nuestros momentos de debilidad, porque la mente no siempre puede estar derrochando fortaleza. Menos mal que los días cada vez tienen más horas de luz y la primavera está llamando a la puerta. En estos dos años hemos superado momentos muy duros y por eso, no es el momento de tirar la toalla, es mejor que caigan las mascarillas que tanto nos agobian. Hay que tirar para adelante en este último empujón. Tengo claro que quiero seguir viviendo los sueños y soñando la vida. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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DEJARSE LLEVAR

Estamos en el ecuador del mes de noviembre y tras el “día del soltero” ya solo se habla del “Black Friday” y del “Cyber Monday” a pesar de que todavía queda más de una semana. Hay que asumir que la incitación a comprar y las necesidades de vender son evidentes. No está mal darse un capricho o hacer algún regalo. Hace una semana ya dije que estamos en la antesala de la Navidad con todo lo que ésta conlleva. Las ganas de poder disfrutar de todo nos han hecho bajar la guardia respecto a la pandemia. Es cierto que llevamos demasiados meses con restricciones pero quizás sea el momento de ver lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Los números comienzan a subir y las consecuencias las vamos a pagar todos. No digo que paremos nuestras vidas porque no tendría sentido ya que el ansia por la normalidad nos puede. Además, nuestra salud mental también necesita de esos estímulos que la lleven a dejar atrás lo vivido.  

Un pasado reciente que todavía está en nuestro presente y que de una manera o de otra nos trae algún que otro recuerdo. Alejarse de lo negativo siempre es bueno y si para ello hay que darse un capricho, éste estaría más que justificado. Cualquier excusa es buena para volver a sonreír porque la vida sigue pasando por mucho que nos lamentemos. Muchas veces esas quejas son injustificadas. Creo que a estas alturas hemos aprendido a valorar lo que tenemos y la salud está por encima de todo. Con ella podemos cumplir nuestros sueños y hacer frente al resto de adversidades. Ya no hace falta esperar al 22 de diciembre para darse cuenta de que la salud es el gordo que nos toca día a día. Frente al espejo, cada mañana tiene que aparecer la primera sonrisa de la jornada. 

Obviamente, en veinticuatro horas puede suceder cualquier cosa porque en un segundo todo puede cambiar, pero la capacidad de adaptación de la que tanto se ha hablado en el último año y medio ya la tenemos más que aprendida. La actitud es vital. Como vital es mirar por nuestro bienestar y luchar por él. Por eso, seamos conscientes de que la Navidad está a la vuelta de la esquina y reunirnos con nuestros seres queridos es lo que más anhelamos, pero no está de más mirar de reojo a la cifra de contagios y seguir los consejos de los sanitarios. 

Unos consejos que son por nuestro bien aunque estemos cansados de mascarillas, de distancia y hasta del lavado de manos si me apuras, pero ellos mejor que nadie han visto en primera línea los estragos que este virus ha causado. Pongamos en práctica el sentido común. Un sentido común que también nos invita a vivir de una manera distinta la realidad aunque esperemos que mas pronto que tarde todo vuelva a ser más o menos como antes. Estoy convencida de que la pandemia va dejar hábitos nuevos, pero nuestra esencia seguirá siendo la misma

Noviembre comienza con el día de Todos los Santos y el Día de Muertos y después tiene marcado sus días basado en las compras. El pistoletazo de salida será el encendido de las luces de Navidad y a partir de ahí, todo sonará a las fiestas y habrá que dejarse llevar… La vida también es eso. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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DISFRUTAR

Continuamos disfrutando del verano como se merece y eso que ya hemos superado el ecuador del mes de agosto. Para muchos, la cuenta atrás de las vacaciones ya ha comenzado. Durante el tiempo estival nuestra rutina cambia y eso es bueno para la mente. Desconectar siempre es necesario ya sea en la playa o en la montaña. El destino es lo de menos cuando de lo que se trata es de disfrutar. Un verbo que hay que conjugar durante todo el año porque la vida se trata de eso. Es cierto que estar ocioso ayuda mucho, pero valorar el presente siempre es importante.

Un presente, que en mi caso, pasa por escuchar las olas del mar y frente a él valoro la complejidad de la situación que vivimos y lo afortunada que soy por poder disfrutar de los míos a quienes tanto he echado de menos en el duro invierno. En unos días tocará cambiar la rutina y no será fácil, pero siempre la ilusión de regresar será la mejor aliada. De momento, y centrándonos en el aquí y ahora, estoy orgullosa de mi tierra porque es un honor que en Burgos haya arrancado este año la Vuelta a España. Su riqueza cultura acompañó a los ciclistas a lo largo de toda la contrarreloj que dejó grandes fotografías para el recuerdo. Este año pasar unos días por las tierras de “El Cid” es una obligación. De hecho, planificar una escapada allí es una idea para afrontar, por ejemplo, el mes de septiembre. Dice el refrán que el que no se consuela es porque no quiere…

Y consuelos, precisamente, es lo que no quiero este año en la Liga y en la Champions. La competición ha comenzado y aunque nunca dejo de creer, me encantaría que los rojiblancos sigan la estela de la temporada pasada. Eso sí, agradecería que bajarán un pelín el nivel de la emoción y no llegar infartando al final. Las copas buscan a sus ganadores y la afición, por fin, podrá volver a entrar en los estadios aunque con limitaciones. Vamos recuperando la normalidad que perdimos. Todavía nos queda camino por recorrer pero estamos más cerca de conseguirla. No nos desesperemos ya que estamos en la recta final. Está siendo todo muy duro, pero la satisfacción de ir recuperando rutinas perdidas bien se merecen una celebración.

Por eso, ahora más que nunca, tenemos que ser optimistas sin bajar la guardia. Respetando las medidas de seguridad y con la vacunación muy avanzada estamos consiguiendo rebajar la curva de esta quinta ola. De nosotros depende que no vengan más. Este virus ha truncado la vida de muchas personas y no podemos permitir que esa cifra siga aumentando. La vida está para vivirla sin ponerle ningún pero, aunque ahora es el momento de cuidarnos los unos a los otros porque la unión hace la fuerza y juntos saldremos de ésta.

Mientras tanto y, como suelo decir, sigamos viviendo, sigamos aprovechando los momentos… con precaución. Esto me recuerda a la canción del mítico grupo Mocedades: Que no se acabe el mundo porque es cierto que “aún quedamos gente para darle vida”. Si hemos resistido, ya sabemos lo que nos toca.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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LA FUERZA DE LA MENTE

Mucho se está hablando estos días de la salud mental. Por desgracia, hasta que la gimnasta Simone Biles no se retiró de la final de los Juegos Olímpicos apenas se hablaba de este tipo de salud que es tan importe en nuestro día a día. No hace falta ser un deportista de élite para ser conscientes de la relevancia que tienen nuestros pensamientos. La fuerza de la mente puede ser nuestra mejor aliada o nuestra peor enemiga. No es fácil lidiar con ese “run-run” que siempre nos acecha. No hace falta pasar por un mal momento para verlo todo más negativo o venirse abajo. Estamos viviendo una época muy dura porque la pandemia está dejando muchas secuelas. El agotamiento mental, sin duda, es una de ellas.

Con la llegada del virus todo cambió sin previo aviso. No estábamos preparados para afrontar la incertidumbre con la que estamos conviviendo desde entonces. Han ido pasando los meses y con ellos las distintas olas. Es cierto que vimos una luz con la llegada de las vacunas, pero éstas no son el punto final a la pandemia, porque está claro que en el momento en el que nos relajamos los contagios vuelven a subir. Menos mal que las hospitalizaciones sí que se han frenado. Algo hemos ganado gracias a la ciencia. Está claro que la investigación necesita más inversión en ella porque es un beneficio para todos. Pero esa luz que vimos no siempre ha tenido la misma intensidad porque la ansiedad, el estrés, el desánimo… y muchas más sensaciones se han apoderado de las mentes de muchas personas. Salir de ese bucle no es fácil, pero hablar de ello no tendría que ser un tabú. La pandemia nos ha enseñado a conocernos, a saber dónde están nuestros límites y deberíamos saber pedir ayuda a quienes saben hacer frente a nuestros “come cocos” mentales. Los profesionales sanitarios, obviamente, están más que preparados, pero también una buena charla con un amigo o con un ser querido es de gran ayuda.

Biles no pudo con la presión y cuando lo dijo sintió alivio porque las muestras de cariño y apoyo le demostraron que había sido muy valiente. La valentía de cada persona está en afrontar los miedos plantándoles cara. En la vida hay que saber parar, para afrontar el futuro como realmente lo queremos. No tengo ninguna duda de que si juntamos la fuerza de la vida con la fuerza de la mente la medalla de oro está garantizada. No hay mayor triunfo para una persona que ser ella misma. Las apariencias siempre engañan y, por supuesto, no son eternas.

La vida me enseñó a ser fuerte pero no de piedra. Aprendí a resistir, a adaptarme a terribles circunstancias, a luchar contra mis demonios… pero también me enseñó a parar y a pensar en mí. Eso sí, siempre con una sonrisa. Ahora, que estoy de vacaciones, es un buen momento para formatear de mi cabeza aquello que no me hace bien. De hecho, la palabra “vacaciones” lleva implícita grandes efectos secundarios. ¿Quién no anhela sentirlos en primera persona?

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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SIN RENUNCIAR A NADA MÁS

Todo está preparado para que el próximo viernes arranque la Eurocopa. Los amantes del deporte rey están de enhorabuena porque por delante tienen un mes lleno de partidos en los que se espera ver un gran juego de las selecciones que aspiran a levantar la copa. Es cierto que mucho se ha hablado de los elegidos por Luis Enrique para alcanzar la gloria y tras el partido amistoso ante Portugal del pasado viernes, muchos comentarios han dejado claro a quién se echa de menos en «La Roja.” Esperemos que el empate ante la vigente campeona quede en una anécdota y el campeonato lo empiecen con mejor pie, aunque el positivo del capitán Busquets ha dejado en jaque a todos. De momento, esta noche la Sub-21 sustituye a “La Roja” para cumplir con el último amistoso ante Lituania.

Lo que sí se echaba mucho de menos era ver a los aficionados llenar las gradas de los estadios. Al Wanda Metropolitano acudieron casi quince mil personas para ver la selección. Esperemos que éste sea el principio de lo que está por venir de cara a la próxima temporada. Es cierto que hay que tener precauciones pero ver imágenes como las del otro día te llenan de esperanza. Ya va siendo hora de que recuperemos las costumbres que la pandemia nos arrebató de la noche a la mañana. Cada vez cuesta más asumir las restricciones que quieren imponernos porque los resultados no siempre han sido los esperados. Estamos prácticamente en verano y no estamos dispuestos a renunciar a aquello que no renunciamos hace un año. Salir está en nuestro ADN y forma parte de nuestro carácter porque somos seres sociales y ahora más que nunca tenemos ganas de disfrutar de la estación estival con lo que ésta conlleva. La precaución es algo que tiene que ser individual, después de más de un año está claro que ya sabemos cómo tenemos que actuar y quién no lo sepa es porque no ha vivido de cerca los estragos que este virus deja tras un contagio.

Un virus al que queremos hacer frente gracias a la ciencia. El ritmo de vacunación es bueno y las cifras de fallecidos, afortunadamente, están en descenso. Ojalá llegué pronto el día en el que el número cero sea el protagonista. Ese día tendremos mucho que celebrar pero hasta entonces la vida continúa y debemos seguir viviéndola, nunca mejor dicho. Por delante hay un mes de junio cargado de experiencias. Habrá quien opte por engancharse al deporte ya sea futbol, tenis… Otros preferirán manifestarse en la plaza de Colón de Madrid para mostrar su desacuerdo por los indultos que el Gobierno quiere conceder a los responsables del 1-O en Cataluña; otros buscarán el horario óptimo para planchar o poner la lavadora para ahorrar en la factura de la luz y, por supuesto, habrá quien no quiera ver la realidad y pase de todo sin importar cuál será el futuro que nos espera. Un futuro que estará marcado por los efectos que el coronavirus deje no solo a nivel económico sino también como sociedad. Decían que íbamos a salir mejores de ésta, permitidme que lo dude; lo que está claro es que más pronto que tarde, ese futuro será nuestro presente y veremos si nos convence o no. Menos mal, que cada uno puede dar un giro a la historia personal, como hacen los escritores en sus novelas, para que nada ni nadie se interponga en el relato de tu vida. El contexto es el que es, pero el relato es individual y, sin duda, mi bolígrafo lo sostengo yo porque en el fondo, ser feliz es lo que cuenta.  

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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SE ACABÓ EL ESTADO DE ALARMA

El fin del estado de alarma se merecía una celebración en la que muchos optaron por ir sin mascarillas y sin respetar la distancia de seguridad, entre otras cosas. Han sido demasiados meses con restricciones muy severas y al decaer la norma la euforia ha ido inundando las mentes de los ciudadanos. Es cierto que a ese tipo de “fiestas” les ha faltado el sentido común porque el virus sigue con nosotros y los datos de vacunación están muy lejos de lo deseado. 

Si hablamos de deseos cabe destacar que se acabaron los cierres perimetrales que han bloqueado la libertad de todos los españoles de moverse por todo el territorio. Seguro que más de uno ya está planificando su próximo fin de semana para viajar allá donde le plazca. Obviamente, habrá reuniones, que éstas respeten el número de personas ya es otro contar, porque la misma alegría que se derrochó el pasado domingo seguirá envolviendo cada acontecimiento rutinario que tras el estado de alarma ha adquirido el matiz de especial. Se han echado de menos muchos momentos y esto conlleva que nos lancemos a dar un buen abrazo a las personas que queremos. Los abrazos no respetan la distancia, es cierto, pero somos humanos y los sentimientos contenidos tienen que salir por algún sitio. Eso es innegable.

Todavía no hemos acabado con la pandemia, pero la vida debe continuar. El tiempo ha ido pasando y hemos ido renunciado a muchas cosas, pero esto también tiene un límite. La salud mental es importante y nuestras mentes necesitan un respiro ya que esta situación está pasando factura. Seguir viviendo con precauciones es lo ideal porque el hartazgo está en un nivel demasiado elevado, de ahí, muchas de las reacciones inconscientes. 

De lo que hay que ser conscientes es de la subida de impuestos que se avecina, no todo va a ser hablar del coronavirus. Una subida que va afectar a nuestro bolsillo, la cual, no nos va a gustar nada. Habrá que ver las consecuencias que tienen esas decisiones del Gobierno. Un Gobierno, por cierto, que no deja de dar titulares por sus rectificaciones, por sus declaraciones… porque cada que vez que ciertos ministros hablan, como suele decirse, sube el pan.

Precisamente, en el refranero español nos encontramos con el popular “Pan para hoy y hambre para mañana” y así han sido todas la medidas que hemos tenido que soportar. Muchas de ellas incomprensibles y la finalidad siempre muy cuestionada. Ahora no hay alarma y todo depende de nosotros. Será difícil culpar a nadie de nuestros actos, pero tiempo ha habido para prepararse para la realidad que hoy tenemos. Las Comunidades Autónomas han tomado sus medidas y urge una guía que haga un compendio de todas ya que era evidente que cada una iba a imponer sus reglas. El futuro pasa por las vacunas y aunque éstas van llegando, el porcentaje de vacunados deja todavía mucho que desear. 

En fin, el año pasado hablábamos de “nueva normalidad” y ahora debemos estar en una nueva etapa de ésta. Con la libertad por bandera, el mejor consejo para afrontarla es el sentido común. Sigamos viviendo la vida con el misterio que hay en ella, sin olvidar las lecciones que ya hemos aprendido. Ya dijo Agatha Christie: “Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.” 

Jimena Bañuelos

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VACUNAS

Más de un año esperando a que llegaran las vacunas y ahora que ya están aquí hay quienes renuncian a ellas. Las noticias que han aparecido los últimos días lo único que han conseguido es que cunda el pánico. Un pánico que nace sin una base científica y que lo único que consigue es ralentizar el proceso de vacunación. Los que estamos deseando vacunarnos no entendemos la negativa de quienes rechazan el pinchazo que les protege contra el virus que tantas vidas se está llevando por delante. No hay que olvidar que seguimos en pandemia y que las “famosas” olas todavía no han terminado. Vacunarse salva vidas y su riesgo es mínimo y, por supuesto, asumible. 

Asumir que es el principio del fin sería una buena opción para aceptar la vacuna, de hecho, me alegro por todos mis amigos que ya la han recibido. Sin duda, anhelo recibir mi citación para acudir a dónde sea porque ese pinchazo me da más tranquilidad que miedo. El miedo se conquista asumiendo que el presente pasa por aceptar el esfuerzo titánico que han hecho los científicos para dar con la clave que nos proteja. Vacunarse es algo que sabíamos qué teníamos que hacer y, por supuesto, sabíamos que implicaba sus riesgos como cualquier medicamento que tomamos en nuestro día a día. 

Un día a día que sigue marcado por la pandemia y al que nos gustaría añadir costumbres de nuestro pasado. Llevamos mucho tiempo recordando nuestra antigua normalidad, añorando los abrazos y los besos, extrañando las reuniones con amigos y los viajes sin restricciones… Éstas son solo algunas de las cosas, pero hay muchas más. Mirar al pasado es ver una realidad que ya no existe, pero que anhelamos que regrese. De ahí, que la vacuna cobre aún más importancia. Es cierto que cada uno es libre de elegir lo que quiere, pero parece mentira que con todo lo que llevamos encima haya quienes se nieguen a vacunarse por lo que pueda pasar… Por poder pasar pueden pasar muchas cosas, porque el futuro siempre será incierto, pero los tiempos que corren aún más. El riesgo de contagio sigue estando ahí y las cifras nos demuestran que la vacunación funciona para frenar su expansión. Me alegra leer como animan por la redes sociales quienes ya tienen su primera dosis puesta o las dos a aquellos a quienes el miedo les está ganando la batalla. Entre todos y sacrificando demasiadas cosas hemos llegado hasta aquí, por eso, es justo que sigamos unidos para poner punto final a esta terrible pesadilla. Sin duda, un final que pasa por ese pinchazo.

Un pinchazo que anhelo con muchas ganas. Me encantaría recibir la cita para acudir a vacunarme más pronto que tarde. No tengo ninguna duda de que todo llega. Iré con mi mejor sonrisa debajo de la mascarilla porque sé y estoy convencida de que es por mi bien y por el bien de todos. Prefiero asumir ese mínimo porcentaje de riesgo que hay en ellas ya que a su vez sé que gano tranquilidad. El virus no da tregua a nadie, y aunque haya que seguir teniendo precauciones, pensar que estás más protegida es suficiente motivo para dejar al miedo de lado. 

El miedo nunca es un buen aliado y vencerlo es un gran logro. La vida me enseñó a afrontar las situaciones como vienen y a luchar, con los riesgos que eso conlleve, por vivir. Y vivir, precisamente,  siempre implica riesgos, y ahora no hablo de las vacunas… Seamos conscientes que la vida son dos días y que esta pandemia nos ha arrebatado demasiadas cosas, así que con el aval de la ciencia vacunémonos porque día que pasa, día que no vuelve. Y estoy segura de que nos quedan muchas experiencias por disfrutar y la vacuna es, sin duda, el principio de todas ellas. Es el principio de otra normalidad. ¿A quién no le gustaría convertir sus mejores recuerdos del pasado en su presente? 

¡Vacúnate!

Jimena Bañuelos

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EN LA PREVIA

Van pasando los días y con la vista puesta en el próximo cuatro de mayo siguen coleando las consecuencias de la convocatoria electoral en Madrid. Los partidos políticos, después de dar a conocer a sus candidatos, están ya de precampaña. Todo lo que se diga cuenta mucho, porque se analiza cada detalle. La primavera viene cargada sobre todo de promesas. Unas son asumibles y otras, solo por su envergadura, ya van envueltas en un halo de mentira. No todo vale para convencer al electorado. Estamos viviendo una situación muy complicada y muy dura. La pandemia no nos da tregua y nuestro nerviosismo va en aumento. Estamos agotados, hartos y asqueados de todo y el motivo es el virus que nos golpeó hace un año y que sigue entre nosotros. Por eso, no estamos para tolerar tonterías de nuestros políticos. Ver la realidad es vital y valorar cómo se ha gestionado la pandemia también. Queda mucho para la jornada de reflexión pero ya se puede ir haciendo balance. Un balance que se puede plasmar en las urnas. Éstas dirán en quién depositamos la confianza para seguir haciendo frente a la crisis sanitaria y a la crisis económica que está arrasando nuestra atípica rutina. 

Una rutina que basa su futuro, sin duda, en la vacunación. Nos guste o no la esperanza está puesta en ella. Eso sí, siendo realistas, hasta que consigamos la inmunidad de rebaño tan deseada, nos queda mucho. No nos engañemos porque las cifras son evidentes. 

Y hablando de cifras, también adquieren protagonismo las que nos dan las encuestas para la Comunidad de Madrid. Ayuso es la que figura en todos los titulares. Ha demostrado que de seguridad y de coraje está bien servida. Ahora es el objetivo de todos sus rivales. Se presume una campaña muy dura, de hecho, Iglesias no ha tardado en atacarla pero la candidata del PP se crece en la adversidad. Lo ha demostrado y lo seguirá haciendo porque está en su carácter. Precisamente, éste ha sido vital para plantar cara a quienes le han subestimado y a quienes la tienen en el punto de mira. 

Y en el punto mira de los votantes quieren estar todos los candidatos, pero eso es imposible. La realidad se ve desde distintas perspectivas y cada uno es libre de escuchar y ver lo que desea. Precisamente, la libertad protagonizó el inicio de esta convocatoria electoral. No nos olvidemos de que somos libres por muchas restricciones que ahora tengamos. Una cosa no quita la otra. Respetar las medidas es vital para todos, pero de ahí a suprimir otro tipo de derechos hay una línea que no se puede cruzar. 

De momento, es mejor cruzar los dedos para que la pandemia se frene porque la cuarta ola está llamando a nuestra puerta. La salud es primordial ya que sin ella pocas cosas se pueden hacer, de hecho, es evidente que es una de las muchas lecciones que hemos aprendido de esta crisis de la Covid-19. Todavía vivimos en la incertidumbre, una difícil compañera de vida, pero a la vez una aliada para aferrarse más al presente. Por eso, con unas elecciones a la vista, unos días festivos muy próximos y un repunte que se deja ver; seamos sensatos y apliquemos el sentido común. Parece que hay muchas personas que lo tienen oxidado de no usarlo. Quizás sea un buen momento para volver a ponerlo en practica porque, sin duda, es un buen aliado no solo para la pandemia sino también para tomar decisiones…

Jimena Bañuelos

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CONJUGACIÓN DEL VERBO VIVIR

No todos los datos van a ser malos. Ya se ha superado el millón de personas inmunizadas y otras miles están esperando la segunda dosis. Poco a poco se llegará a alcanzar la cifra anhelada pero, vacunados o no, hay que seguir extremando las precauciones. Recuperar nuestra vida normal nos va a llevar tiempo aunque me consuela pensar que cada día que pasa es un día menos. Parece que la curva se estabiliza y eso es buena señal. Pensar en positivo es algo a lo que no pienso renunciar y, por eso, me aferro al lado bueno de las cosas. El futuro, con pandemia o sin ella, siempre es incierto, pero el presente es único. Solamente por eso no hay que desaprovechar lo que nos ofrece la vida. 

Es cierto que hay días que se ponen cuesta arriba porque, precisamente, a la pandemia hay que añadirle los contratiempos que la rutina trae consigo. Eso sí, no hay que olvidar que la fortaleza de uno mismo crece en tiempos adversos. Llevamos muchos meses anhelando todo a lo que hemos renunciado y aunque la incertidumbre se adueñe de nuestra “nueva normalidad” no hay que rendirse. Y para no derrumbarse hay estar ocupado. Pensar demasiado puede ser muy perjudicial para nuestro estado de ánimo. Procuro ocupar mis días haciendo lo que más me gusta, pero hasta eso puede llegar a aburrirte de manera soberana. Así que hay que adentrarse en terreno desconocido. La pandemia me está demostrando que entre fogones no me manejo tan mal o que el bricolaje puede ser otra de mis aficiones. Sin duda, en otros tiempos no me lo hubiese planteado. 

Además de seguir con “mis rutinas”, esta semana vuelve la Champions. Otro aliciente. El Atleti está en racha y hay muchas ganas de ver a los de Simeone pelear por la anhelada “Orejona”. Es cierto que echo de menos ir al Metropolitano y confieso que al principio no soportaba ver los partidos de fútbol sin público, pero a todo te acostumbras. Eso sí, el día que los colchoneros volvamos a las gradas no habrá manera de hacernos callar. Romper ese silencio será una señal de victoria porque la pandemia estará más que controlada. Ojalá llegue pronto esa jornada de Liga, de Champions o de la competición que sea. Lo importe siempre será volver y, por supuesto, recordar a quienes, por desgracia, ya no están con nosotros. Hasta entonces, me aferro a los recuerdos. Dicen que no es bueno mirar al pasado pero, dadas las circunstancias, rebuscar en la memoria esos momentos que te hacen sonreír puede ser una buena terapia. 

Si de terapias médicas hablamos, estamos por el buen camino. Afortunadamente la ciencia ha avanzado y los científicos van demostrando cuales son los mejores tratamientos para aplacar al virus. Confiar en su trabajo es fundamental, pero para que lo puedan desarrollar plenamente necesitan que se invierta en ello. Quizás el Gobierno debería tomar nota de esto. De los que nos gobiernan es mejor no hablar porque cada decisión que toman provoca las alabanzas de unos y las críticas de otros. Nunca llueve a gusto de todos, aunque lo único que nos debe preocupar en estos momentos es nuestra salud y para cuidarla hay que empezar por la responsabilidad individual. Ya tendremos tiempo de rendir cuentas con los políticos en las urnas. Ahí se plasmará la valoración que se hace de toda la gestión. Hasta entonces cuidémonos todo lo que podamos sin olvidarnos de conjugar, aunque sea de una manera diferente, el verbo “vivir” en tiempos de pandemia.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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