Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: “Dicho de una persona: Expresar impetuosamente su queja o disconformidad” o lo que es lo mismo: Protestar.
El ser humano es inconformista por naturaleza pero está claro que no todo puede estar al gusto de cada uno de nosotros. Somos diferentes, y menos mal, porque sería muy cansino que todos pensáramos igual o nos gustasen las mismas cosas. El problema está en quienes ven en la queja un arma para controlar las opiniones o actitudes de los demás. No me gusta quejarme sin sentido pero cuando pretenden imponerme algo que no comparto no puedo contenerme… Rebelarse es bueno, y tener unos principios también. Eso sí, si no me dejan argumentar los míos tengo otros, como diría Groucho Marx.
¿Existen días sin quejas? Tengo mis dudas. Vivimos rodeados de quejicosos. Los hay en todas partes. En el supermercado, en el gimnasio, en el cine…La vida está para vivirla. No quiero que la queja me rodee y si lo hace intento evitarla siempre que puedo, pero cada día es más complicado.
No sé si nos estamos acostumbrando a protestar por todo. Cuando es justo me parece bien pero cuando no tiene sentido…el que se queja ¿por qué lo hace?…¿por placer? No encuentro la satisfacción que puede haber en ello. ¿Será exceso de superioridad? ¿Será la arrogancia? No sé lo que será pero cada día aguanto menos a la gente que vive en una queja constante. Que si esto, que si lo otro…¡Ah!…¿Será el inconformismo?…¿Qué será, será…?
Me gustaría que todos aquellos que saben conjugar tan bien el verbo protestar, aprendan con urgencia el verbo agradecer. Decir lo malo no cuesta nada pero reconocer lo positivo es una tarea mucho más complicada. Nunca se valora lo que se tiene hasta que se ha perdido, y en ese momento, ya es tarde. Y si hablamos de las personas, que fácil es criticar y que complicado es valorar.
Precisamente, quienes saben encontrar el lado bueno de las cosas saben conjugar el verbo sonreír. Cada día busco sonrisas que me transmitan alegría, optimismo. En la vida no todo es bueno o malo. Los extremos son muy peligrosos. Hay que saber adaptarse a las circunstancias, y si no se sabe, pues se aprende. La experiencia me dice que no es fácil pero tampoco imposible.
Llegados hasta aquí, y como último alegato sólo me queda protestar por todos los que hacen de la queja su único tema de conversación. Y es que “es mejor estar callado y parecer idiota, que abrir la boca y demostrarlo”. Lo dijo Groucho Marx, así que, ahí queda eso.
Jimena Bañuelos (@14ximenabs)
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