México grande y libre, que sea el mensaje que resuene en “Malinche”: Andrea Bayardo

“Es un personaje históricamente muy castigado. Creo que ella no ha tenido el sitio que se merece en la historia de México, ni del mundo. Se le considera una traidora, por eso, la carga energética que trae consigo es importante. A mí lo que más me importa es que ella como personaje y como mujer tenga el espacio que se merece”. Así es como habla Andrea Bayardo de Malinche. No duda en afirmar que es “un reto importantísimo” para ella y, además, destaca que “Malinche fue una mujer esclava que hizo lo que pudo, en el contexto en el que estaba, con las herramientas que tuvo y que fue suficientemente paciente e inteligente para salir adelante en su tiempo”.

Un tiempo que nos muestra a la perfección Nacho Cano en su musical. Un musical que ha tardado, precisamente, demasiado tiempo en ser una realidad. En él hay muchas horas de esfuerzo y eso se nota. Nacho Cano es un trabajador nato y una persona con un talento único. Para Andrea Bayardo, trabajar con él “es una aventura”, pero destaca que es “una aventura maravillosa porque es un ser humano muy creativo, muy testarudo” aunque esto, con una sonrisa, lo dice “para bien”. Es más, y con una mirada de admiración, reitera que “es alguien que cuando quiere hacer las cosas, las hace y las defiende hasta el final y eso es algo que siempre voy a admirar de él. Alguien que tenga la fuerza de llevar adelante sus ideas y de conseguir que la gente crea en ellas y apueste por ellas.” Además, “hay que ser muy flexibles para trabajar con Nacho dentro del positivismo que eso conlleva, es decir, hay que ser positivo para seguir creando sobre la marcha porque para él, el arte es un “working progress” constante. No está terminado nunca nada y eso es un reto como artista porque hay que salir de tu zona de confort”, puntualiza. Por eso, si esta mexicana cuando supo que iba a ser Malinche vivió “un momento muy especial”, tiene bien claro que de Nacho Cano quiere aprender de “esa fuerza” para sus propios proyectos y para su vida.

Sin duda, interpretar a Malinche le va a dar esa fuerza que ella ya derrocha por naturaleza. Se nota que sobre las tablas disfruta mucho y brilla porque no deja indiferente a nadie. Es consciente de que su personaje es muy controvertido, pero lo acepta. Sabe que “cada día el público siempre es distinto”, de hecho, asegura: “Yo, como Malinche, tengo que estar muy preparada para recibir eso, para bien y para mal. Esto, a nivel emocional y a nivel técnico, hace que sea un personaje hiper difícil. Además, la obra es subir y bajar de pirámides, entrar a piscinas, cambiar de vestuario cada vez que sales y hacer un entrenamiento vocal muy específico, porque es una partitura muy aguda y muy al estilo de Nacho Cano, todo con aire, todo con intervalos super largos”. Aun así, no hay nada que se le resista a Andrea Bayardo. Ella misma reconoce: “Técnicamente, me ha retado lo más grande para poder encarnar este personaje con la fuerza que tiene y con la complejidad técnica que hay”. Pues, como humilde espectadora, créeme que superas este reto con creces.

Se nota que el teatro musical le apasiona y es cierto que si le mencionas “soy puro americano, mexicano, español” te dice: “Es algo muy especial porque es una frase muy integradora y creo que ese es el objetivo central de este proyecto”. Es más, con mucha satisfacción recuerda que ella es una persona con ancestros franceses, españoles, árabes e indígenas. Por eso, destaca: “Yo más que mucha gente sé lo que es integrar todas esas raíces y sentirte orgullosa de cada una de ellas”.

Eso sí, si nos centramos en las canciones y en las letras que se cantan en el musical, Andrea Bayardo, Malinche, lo tiene claro a la hora de elegir. Esta mexicana, de Guadalajara, es consciente de que cuando canta “México, grande, libre” se llena tanto energéticamente como espiritualmente. Dice: “Es algo que siento todos los días que necesito enviar a mi país. Es como una energía que yo la vivo con un montón de orgullo a pesar de todos los pesares y siempre quiero que ese mensaje sea el que más resuene: Que México es un país grande, hermoso, libre y mágico”.

Obviamente, los que amamos ese país sentimos que el corazón nos bombea de una manera diferente cuando escuchamos esa canción. Una canción que une y a su vez te hace extrañar al país azteca. Andrea confiesa que al menos va allí una vez al año, aunque siempre que puede vuelve a su tierra. Allí está su familia, sus amigos, sus raíces, su gente. Lleva en España siete años y renunció a muchas cosas por cumplir los sueños.

Es normal que se le ilumine la cara cuando habla de su Guadalajara natal, pero es feliz en Madrid. Su día a día, al margen de Malinche, es de lo más intenso. Reconoce que comienza a hacerse un sitio porque manifiesta: “Empiezo a tener diferentes oportunidades y estoy creciendo como artista y como persona”. Es más, está preparando un proyecto para Movistar Plus. Será Celeste en una serie que se titula igual. No todo es la interpretación en la vida de Andrea. Sin música no puede vivir y a ella le dedica parte de su tiempo. Compone, produce y está a punto de ver la luz su primer álbum. Un álbum que, por cómo habla de él, le pellizca mucho el corazón y no es para menos. De momento, podemos escuchar temas como “Lo Fácil”, “Que te vaya bien”, “Lo que no tengo” o “Malo”, pero pronto “Raicilla” será una realidad y en él nos vamos a encontrar el alma entera de Andrea Bayardo. Su nombre nos explica que “viene de una bebida alcohólica muy parecida al mezcal que solo se hace en Jalisco. Solo se le puede llamar raicilla a ese destilado de agave que se da en Jalisco, que es mi tierra. Me pareció una palabra muy bonita porque evoca a raíz y, además, es una bebida de mi casa.” Asimismo, en el disco hay una canción con ese nombre que aclara: “Habla precisamente de ser migrante y de cómo incluso estando lejos siempre tienes una sensación de estar ahí y que la nostalgia cuando tú te vas de tu casa se vuelve tu mejor amiga”.

En definitiva, en “Raicilla” nos encontraremos todo lo que ha marcado a Andrea Bayardo. En él, nos explica “se fusiona tanto mi historia personal como mi historia sentimental, familiar, como toda la influencia musical y geográfica a la que me he visto expuesta desde que decidí irme”. Es cierto que está lejos de Jalisco, pero sigue siendo muy fan del mariachi. Un sueño cumplido fue interpretar en la mítica Puerta del Sol de Madrid, con el Mariachi Vargas“México Mágico”. Afirma con una sonrisa de oreja a oreja: “Es un mariachi que yo admiro desde niña. Es el mariachi con mayúsculas. Yo canto mariachi desde los seis años y cantar con el Vargas…” Esos puntos suspensivos los deja en el aire Andrea porque es lo que le produce ver como los sueños se convierten en realidad.

Soñar forma parte de la vida, le gustaría hacer muchos duetos y ojalá te veamos cantar, por ejemplo, con Jenny and The Mexicans, David Aguilar o María Campos, entre otros. Es complicado que lo hagas con Juan Gabriel, a quien admiras, o con Rocío Dúrcal, porque ya no están; pero sus temas son eternos en el tiempo. Sé que nunca te cansas de escuchar a Lola Beltrán, pero es verdad que me gustaría verte cantar sobre un escenario no solo “Raicilla” sino “México lindo y querido”, “La Tequilera”, “Paloma Negra”, “Cucurrucucú Paloma” o “Te solté la rienda”.

Todos sabemos que sin música la vida sería un error. Como definición para la vida, no está nada mal. Si de definiciones hablamos, Andrea Bayardo se califica en términos argentinos como una persona “manija”. Tiene mucha energía y siempre está haciendo cosas. Es ambiciosa en el buen sentido de la palabra. Es conciliadora y diplomática. Le gusta siempre ver el lado bueno de las cosas. Quizás, su impaciencia sea su punto débil. Me voy a permitir añadir que Andrea Bayardo es una mujer que sabe lo que quiere y que pelea por lo que le hace feliz. Su eterna sonrisa es contagiosa. Ella igual no lo sabe, pero sí lo notamos los que hemos estado cerca de ella. Cree que es muy importante el diálogo interno y los mensajes que mandamos a nuestro cerebro, y no le falta razón. En la vida tiene que haber esa conexión interna y externa. Ese no es su lema de vida, pero sí la forma con la que afronta su rutina como Andrea y como Malinche.

A estas alturas, el tiempo ha volado y ya nos queda poco del agua de Jamaica que tanto nos gusta a las dos. También le he confesado a Andrea lo que México significa para mí, pero sin duda, nadie mejor que ella para invitar a los españoles a visitar su país. Y a los que pueden tener miedo a la inseguridad que se vive al otro lado del charco les dice: “México es un país riquísimo en tantas cosas… Yo tengo familia desde el norte hasta el sur y lo conozco casi entero y necesito que la gente lo conozca como yo. La mejor manera de conocerlo es a través de la gente buena, que es muchísima más que la gente mala. La gente buena te va a recibir con una sonrisa, con comida deliciosa y llevándote a conocer la naturaleza impresionante que está en cualquier rincón de mi país. Puedes tener desde una ciudad muy cosmopolita, con todas las facilidades, entretenimientos, lujos del mundo, como es la Ciudad de México; a lugares super espirituales, ancestrales, naturales, como Yucatán, Oaxaca, algo más tradicional con lo que hay en mi ciudad: Guadalajara. México es muchísimo más que las malas noticias. México es gente buena y naturaleza hermosa”.

Simplemente, no se puede añadir más. Ella, mejor que nadie, ha descrito su tierra. La nostalgia puede ser suspiros, su raicilla, pero lo dice de corazón y las palabras que este dicta no pueden ser cuestionadas.

Andrea Bayardo es Malinche bajo la dirección de Nacho Cano, pero Andrea Bayardo es mucho más. Con permiso de Nacho Cano, puedo decir que su Malinche, llamada Andrea, lucha por ser quien es, porque la vida es su pasión y quiere de ella no solo ser feliz, sino disfrutar en todo momento con lo que hace. Proyectos no le faltan a Andrea Bayardo e ilusión y tenacidad tampoco. Ahí está el principio del éxito, pero lo más importante de todo es su humildad, su amabilidad y su cordialidad. Esos valores hacen que esta “Malinche” luche por seguir cumpliendo sueños, unos sueños que espero podamos disfrutar todos a cada lado del charco.

México es mágico y Andrea Bayardo también.

Jimena Bañuelos

Entrevista publicada en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/2024/05/05/mexico-grande-y-libre-que-sea-el-mensaje-que-resuene-en-malinche-andrea-bayardo/

SOY PERIODISTA

Decía Gabriel García Márquez que el periodismo es “la mejor profesión del mundo” y estoy convencida de ello porque ha sido la vocación de mi vida. Recuerdo perfectamente el día que dije que quería ser periodista, y desde entonces, la profesión me ha ido atrapando y llevando a descubrir sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas, todo hay que decirlo. 

Es cierto que hace tiempo que el periodismo ha ido evolucionando, como es normal, con el paso de ese tiempo; pero también es cierto que su esencia se ha ido perdiendo por el camino. Una esencia que es incuestionable y que hay que recuperar más pronto que tarde. El periodista no está para agradar a nadie, un periodista está para contar la verdad tal y como es. Ahí radica la libertad. Una libertad que no puede ser coartada bajo ningún concepto. Ahora, ésta sí que está siendo cuestionada o más bien señalada por quienes se sienten incómodos con lo que se publica. Esa incomodidad es el resultado de un buen trabajo periodístico. Las cosas son como son y si están refutadas sólo queda asumir las consecuencias de los hechos. La opinión pública puede ser muy amplia, pero la realidad es la que es. 

El señalamiento a los medios de comunicación no es lícito bajo ninguna situación. La libertad de prensa es un pilar fundamental. Nunca está demás recordar que sin una prensa libre no hay democracia y esto hay que defenderlo siempre. No hay peros que valgan cuando la libertad está en juego. El periodismo se debe a los ciudadanos y esa responsabilidad  hay que cumplirla aunque las presiones sean muchas. Quizás, más de uno tengo que volver a ver “Todos los hombres del presidente”, “La cortina de humo”, “Spotlight” o “Los archivos del Pentágono”, por ejemplo, para recordar que el buen periodismo siempre incomoda, pero ese es uno de sus pilares. 

Y los pilares siempre tienen que ser firmes y tenaces para no sucumbir ante el poder político que quiere volatilizar aquello que no le gusta. “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala” afirmó con mucha certeza el escritor francés Albert Camus. Es más para el político alemán Hans-Dietrich Genscher, “la prensa es la artillería de la libertad”.

Un libertad que, sin duda, hay que defender a “capa y espada”. Aún así, el periodismo va más allá de la política, el periodismo cuenta historias de todo tipo. Conocemos a la perfección estas palabras de Ryszard Kapuscinski: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Quizás sea también el momento de reflexionar en ellas. 

En definitiva, como dijo Carpentier: “El periodismo es una maravillosa escuela de vida.” Nunca renunciaré a esa escuela y nunca renunciaré a mis principios. Siempre diré con la cabeza bien alta y una sonrisa en la cara: Soy periodista.

Jimena Bañuelos

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/2024/05/06/soy-periodista/

MADRE NO HAY MÁS QUE UNA

Madre e hija

Mayo está llamando a la puerta y está pidiendo el testigo a un mes de abril que se despide con temperaturas más propias de febrero, aunque los alérgicos saben bien que estamos en primavera. Cerramos un capítulo más de este año para dar la bienvenida al mes de la flores. Éste arranca con un día muy señalado. Rendir homenajes a las madres nunca está demás.

El próximo domingo es el Día de la Madre y siendo el mes de las flores, éstas son un buen regalo para esas fieles compañeras de vida que están dispuestas a todo por ver una sonrisa en el rostro de sus hijos. Decía el poeta británico George Herbert que “una buena madre vale por cien maestros” y yo, dejando la objetividad a un lado, tengo a la mejor. Eso vaya por delante.

Las madres tienen ese instinto que la naturaleza les da y te entienden con una mirada, te aconsejan velando por tu bien y están dispuestas a todo, ya que la unión de una madre con un hijo es la más fuerte que hay. Y eso, también, es incuestionable. 

La distancia nunca podrá impedir un sentimiento, este año no estaremos juntas pero el escritor estadounidense Fitzgerald decía que “puedes acariciar a la gente con tus palabras”, al menos yo así lo creo. Siento que estás conmigo aunque no te tenga. Podía haber escrito de muchos temas, pero hoy me apetecía escribir de ti. Las palabras pronunciadas se las lleva el viento pero las escritas permanecen y eso es, precisamente, lo que quiero.

Quiero darte la gracias porque nunca me has fallado. Como dice la liturgia del matrimonio, estás ahí, en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida. En el fondo fuiste la primera persona a la que estuve unida cuando apenas abultaba un centímetro. Eres madre, hermana, esposa, amiga…eres especial. Eres la rosa de mi vida. De niña siempre decía que de mayor quería ser como tú, ahora de mayor soy lo que soy gracias a ti. Sé que “lo dejarías todo” por mí y juntas nos pintamos la cara “color esperanza” cuando más lo hemos necesitado. Me has enseñado a ser fuerte y a “vivir mi vida” y sobre todo, me has enseñado a ser fiel a mis principios forjados en una personalidad que ha ido creciendo a medida que han ido pasando los años. 

Unos años que están cargados de recuerdos. Todavía quedan muchos más para ir llenando nuestra memoria. Hay que reconocer que el árbol de la vida es así y hay que regarlo con la felicidad de ir viéndolo crecer mientras asienta firmes sus raíces. Una raíces que, obviamente, están unidas a mi madre. Por eso, vayan estas palabras como regalo y aunque no estemos juntas el domingo seguimos muy unidas.  

Acabo con estos versos de Antonio García Barbeito: “por lejos que me encuentre/ de ti, todas mis raíces/ siguen estando en tu vientre”

Jimena Bañuelos

23 DE ABRIL, DÍA DEL LIBRO

Nos acompañan a diario, nos alejan de la realidad, nos enseñan a vivir experiencias únicas y no nos dejan indiferentes. Los hay de intriga, de amor, de ciencia ficción, de miedo, de superación, de investigación, de cocina y muchos temas más para que cada uno encuentre el adecuado a sus gustos o su situación personal. Obviamente, estoy hablando de los libros. Estos llevan varias jornadas haciéndose un hueco en las calles para festejar que hoy es su día con mayúsculas. Un día en el que para los amantes de la lectura es difícil no caer en la tentación. Siempre hay un libro pendiente por comprar ya sea de una lista personal o de una novedad que acaba de salir de la imprenta. 

Decía Addison que “la lectura es a la mente lo que el ejercicio es al cuerpo” y si hay que hacer deporte por salud, quizás también tengamos que entrenar nuestra mente. No es un mal consejo porque, en definitiva, hay que cuidarse en todos los aspectos. Es cierto que leer no nos puede gustar a todos, pero me vienen a la mente estas palabras de Borges que suscribo al pie de la letra: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’”, pero como recomendación no está nada mal. Quizás, si a los libros se les da una oportunidad pueden convertirse es un hábito más de vida. Es cierto que “no hay dos personas que lean el mismo libro” como afirmaba el escritor estadounidense Edmud Wilson, por eso, cada historia tiene una manera especial de marcar a los lectores. Los detalles, las enseñanzas o la forma en la que se vive el relato depende de cada uno, de ahí, que aconsejar un libro no es tarea fácil. 

Afortunadamente, desde niña me enganché a este vicio que ha llenado muchas horas de mi ocio y sobre todo me ha evadido de mi propio presente para adentrarme en historias increíbles. También hay relatos que marcan de tal manera que necesitan ser releídos de vez en cuando. Los motivos para volver a caer en sus páginas siempre serán personales y no es necesario explicárselos a nadie. Dijo el escritor francés, François Mauriac: “Dime lo que lees y te diré quien eres, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees”. He de reconocer que de todos los libros que hay en mi casa, hay uno que siempre será mi debilidad. Mi propio libro, el primero y más especial, Aún tengo la vida, me recuerda, sólo con ver su portada, que estoy aquí para seguir escribiendo historias y experiencias. Han pasado seis años desde que el sueño se convirtió en una realidad. Afortunadamente el tiempo no es oro, el tiempo es vida y gracias a ella mi propia historia va cerrando capítulos, para abrir los nuevos con la ilusión y el miedo que se tiene al “folio en blanco”.

Un folio en blanco que, cuando se llena, siempre produce una tremenda satisfacción. Por eso, siendo hoy el día del libro, toca escribir esta página homenajeándoles. Eso sí, la lectura llena los trescientos sesenta y cinco del año. Nos brinda un amplio margen de temas para convertirla en nuestra mejor compañera de vida. “No importa lo ocupado que piensas que estás, debes encontrar tiempo para leer, o entregarte a una ignorancia autoelegida”, aseguró Confucio y no le faltaba razón. 

Por eso, termino parafraseando al popular escritor George R.R. Martin diciendo que “un lector vive mil vidas antes de morir. El que nunca lee solo vive una”… Ahí lo dejo. 

Jimena Bañuelos

AHORA, ATLETI, AHORA

Mucho coraje y corazón se derrochó hace una semana en el partido de ida de la Champions en el Metropolitano. Los de Simeone saltaron al terreno de juego acompañados por una afición que desde su llegada al estadio no dejó de cantar y apoyar a los suyos. Podemos reconocer que la Champions es nuestra obsesión, pero la obsesión verdadera de todo colchonero es la que se siente por las rayas rojiblancas. Un sentimiento sin igual que nadie puede explicar porque es nuestra forma de vivir. 

Una forma de vivir que va de la mano, sin ninguna duda, del Atlético de Madrid. Hoy, desde la distancia, sentirán el rugir de toda una afición que sufrirá y animará a los suyos desde todas partes. Los afortunados que viajan a tierras bávaras son los mejores anfitriones de nuestros colores y ellos tienen la responsabilidad de hacer temblar al equipo alemán en su propia casa. 

Con un gol de ventaja, el Atleti no se puede confiar, aunque ese punto de presión es el mejor aliciente para dejarse la piel en el Signal Iduna Park. Noventa minutos de fútbol dan para mucho, y sentenciar la eliminatoria es primordial, aunque si hay que sufrir se sufre siempre y cuando la victoria se tiña de rojiblanca. La semifinal está más cerca y con buena actitud y buen juego, el billete para ella puede ser nuestro. 

A estas alturas de la Champions, los errores se pagan muy caros, por eso, la presión hay que controlarla con sangre fría y sentir la pasión que hace vibrar y bombear a muchos corazones. No está demás, si los de Simeone lo necesitan, que vuelvan al pasado y trasladen al presente lo vivido el pasado miércoles en el Metropolitano. Esas imágenes, esos sentimientos, esa afición dejándose la voz y esa adrenalina que es la que mueve montañas o, en este caso, la que más motiva a los nuestros. Queremos gritar más goles desde el salón de nuestras casas, desde los bares o desde  donde nos reunamos para vivir una noche que puede ser histórica. 

Una historia que entre todos estamos construyendo desde 1903 y que escribimos en rojiblanco. En estos colores leíamos en el tifo hace apenas una semana “Ahora, Atleti, ahora” y, precisamente ahora es cuando hay que rematar el pase a la semifinal. “La Orejona” sigue buscando dueño y éste lo encontrará en Londres. Hasta allí quiere viajar esta afición para teñir la ciudad de los mejores colores del mundo.

Quedan unas horas para que comience el partido con mayúsculas. Quiero que el Atleti le dé una alegría a mi corazón. Éste está preparado para todo, pero el mejor calmante para las taquicardias es, sin duda, una dosis de goles y una victoria que estará llena de abrazos. Ese sentimiento que no se puede explicar está ahí, lo inunda todo y, por eso, como colchonera que soy sólo quiero ver a mi Atleti campeón. Hace una semana recordaba al sabio por excelencia y me repito en que hay que “ganar, ganar, ganar y volver a ganar”, porque “partido a partido” hemos llegado hasta aquí. 

Estamos entre los mejores equipos de Europa y toca demostrar el poder que tiene nuestro escudo y nuestros colores. Solo puede quedar uno y éste tiene que vestir de rojo y blanco. No tengo nada más que añadir. Bueno, una sola cosa más: ¡Aúpa Atleti! 

Jimena Bañuelos

EL ATLETI Y LA CHAMPIONS

Dice la previsión meteorológica que van a descender las temperaturas, puede que así sea aunque estoy convencida de que a lo largo de mañana el termómetro irá subiendo hasta niveles más que elevados, alcanzando el punto más álgido a partir de las ocho de la tarde. No soy meteoróloga, pero soy una colchonera que sabe lo que va a suceder entorno al Metropolitano. Ese fenómeno meteorológico tiene un nombre y se llama Atleti. Una mezcla de anticiclón con toques de borrasca que se palpan cuando el equipo de tu vida te hace estremecer. Los rojiblancos saben muy bien de lo que hablo y están preparados para apoyar a los suyos contra viento y marea. 

La Champions vuelve a poner los corazones a prueba. En esta ocasión el rival es el Dortmund, pero no hay que achicarse porque el Atleti sabe que tiene que dejarse el alma en el terreno de juego al igual que lo haremos los hinchas desde las gradas. Gritar goles es lo que queremos para ir al partido de vuelta con los deberes hechos o casi terminados. Es el momento de soñar con “La Orejona” y los sueños con trabajo se pueden cumplir. Nunca hay que dejar de creer. Todos sabemos lo importante que es “ganar, ganar, ganar y volver a ganar”, unas sabias palabras de un sabio al que todos respetamos y que nos apoyará desde el tercer anfiteatro como muchos otros. 

Habrá que armarse de mucho “coraje y corazón” porque la ocasión lo requiere. Por delante hay muchos minutos que jugar, pero el aliento de los colchoneros no cesará en ninguno de ellos. Los de Simeone saben que tienen que saltar al terreno de juego sin complejos, con seguridad y por supuesto, como dice el himno deben “luchar como hermanos defendiendo sus colores”. La actitud lo es todo. Un todo que tiene, valga la redundancia, todos los ingredientes para convertir la noche de mañana en una ola de pasión, de adrenalina, de emoción, de nervios y, por supuesto, de calor porque la temperatura, está claro, que irá en aumento desde el momento en el que empiece a funcionar el cronómetro. 

El pase a la semifinal está en juego. Hay que ir partido a partido hasta el final. Ser uno de los mejores equipos de Europa es un honor y el Atleti se merece eso y mucho más. La mejor afición estará, como siempre, arropando a los suyos. Todos listos y dispuestos para dejarnos la voz, sentir el palpitar de nuestro corazón y sufrir lo que sea necesario. Ser del Atleti implica todo eso y mucho más. Un sentimiento que no se puede explicar, es una forma de vida y tras el parón por la final de la Copa hay muchas más ganas de volver a disfrutar del Atleti y encima en un partido de Champions. 

Y dicho todo esto, solo puedo añadir que gracias a esta bendita locura, ya tengo lista la camiseta, el corazón a punto, y las ganas me desbordan para volver a la que es mi casa futbolísticamente hablando. 

Quien no lo entienda que no me pida explicaciones… ya que solo le diré: ¡Aúpa Atleti!

Jimena Bañuelos

LA SEMANA SANTA Y EL PORVENIR

Acabamos de estrenar el mes de abril. Atrás hemos dejado una Semana Santa que estará en el recuerdo de todos por las lluvias que han caído. Muchas procesiones han tenido que ser suspendidas y los sentimientos han brotado dejando los ojos vidriosos y derramando más de una lágrima. La devoción ha cedido ante el consuelo por la desilusión de ver los planes truncados. Mirar al cielo era el gesto más repetido, las nubes estaban ahí, y las previsiones meteorológicas no han fallado.

Es cierto que las treguas de las lluvias sí que han sido aprovechadas por los cofrades. Pudimos ver, por ejemplo, el Jueves Santo, al Cristo de la Buena Muerte custodiado por la Legión por las calles de Málaga o, el Viernes Santo, al Cristo de Los Alabarderos acompañado por la Guardia Real saliendo del Palacio Real de Madrid. Sin duda, las estaciones de penitencia se han adaptado este año a las circunstancias. Eso es, sin duda, una lección que la vida siempre nos da. Podemos hacer planes pero estos no siempre salen como pensamos. Lo importante es la capacidad que tenemos para aclimatarnos a los reveses que se nos presentan.  

La rabia, la impotencia y hasta el enojo suelen brotar desde nuestro interior cuando esos reveses se nos presentan, pero anclarse en ellos no es la mejor solución. Siempre hay que buscar alternativas. Reconozco que este año la Semana Santa ha sido algo amarga porque el tiempo no ha acompañado, pero para endulzar estos días santos hay que admitir que una buena torrija nunca está demás. Las tradiciones están para cumplirlas y para vivirlas. Dice el refrán que “a mal tiempo, buena cara” y si es con un buen dulce mejor que mejor. Así que, para sinceros, viendo llover a través del cristal y al calor de la calefacción, las torrijas y la leche frita han cobrado relevancia. 

Una relevancia que ya forma parte del pasado, el mes de abril nos brinda treinta días para escribir otro capítulo más en nuestra historia de vida. Muchos ya están pensando en la Feria de Abril de Sevilla, cambiando los capirotes por los volantes en un abrir y cerrar de ojos, pero la vida es eso. No hay mal que cien años dure y mirar al futuro es vital para dejar atrás el pasado. 

Un pasado que tiene sus luces y sombras, y únicamente los recuerdos, cuando sean necesarios, volverán a nuestra mente. Sin darnos cuenta estamos ya en el cuarto mes del año, el tiempo pasa muy deprisa y tenemos que ser conscientes de ello. La vida se nos va y lo que vivamos es lo que nos llevaremos de ella. Cada uno escogerá las experiencias que quiera disfrutar. Lo que está claro es que el tiempo es oro y es vida. Por eso, aunque no me guste hacer muchos planes, porque prefiero ir día a día, hay que reconocer que todos los madrileños tenemos puesta la vista en el puente de mayo. Quizás el tiempo nos acompañe o no, pero no está demás ir soñando con esos planes pendientes. 

La ilusión es un motor que es capaz de mover montañas, y ésta cobra un gran valor cuando la realidad la toma de la mano. Así que aferrémonos a ella y confiemos en el destino. Éste no depende de nosotros, pero la vida es pura improvisación y será ella la que decida el porvenir. Venga lo que venga, lo importante es la actitud y sobre todo valorar que estamos vivos para continuar escribiendo nuestra historia.

Jimena Bañuelos

A MI PADRE

Decía Rousseau que “un buen padre vale por cien maestros”, y no le faltaba razón porque lo que he aprendido del mío es de matrícula de honor. Es cierto que no eres el responsable de que sea del Atleti, pero sí de que sea como soy. Eres mi amigo, mi cómplice, mi confidente y fuiste mi fiel compañero en la batalla más dura y, por eso, ganamos aquella guerra. Hemos vivido muchas experiencias juntos de las que tenemos grandes recuerdos. No hay álbum de fotos, ni memoria en un teléfono que pueda almacenar todos esos momentos. 

Tengo que reconocer que me lo has dado todo a cambio de una sonrisa, y siempre recibirás una porque verte feliz es, sin duda, lo que más anhelo. Esta felicidad es el fruto de nuestra complicidad y ésta no necesita más que una mirada para que nos entendamos. No negaré, a estas alturas, que me acusan, y con razón, de ser la niña de sus ojos, y si ese es mi mayor delito, acepto la condena. Y puestos a elegir prefiero una cadena perpetua. Es cierto que madre no hay más que una y su valor es incalculable pero un padre, si es como tú, no tiene precio. No te cambiaría por nada. 

Hoy es 19 de marzo y celebramos el Día del Padre. Lo dice el calendario y la tradición, pero tú y yo podemos festejar todos los días del año porque sabemos que el tiempo pasa muy deprisa y que éste en un segundo puede cambiar. Esa niña de tus ojos hoy te rinde un homenaje a pesar de la distancia. Hay que reconocer que no hay distancia suficiente que pueda impedir que los sentimientos lleguen. 

Unos sentimientos que nacen del corazón y cuando éste los dicta hay que plasmarlos tal y como son. Las palabras pueden ser simples letras que se han unido, pero aquí están creando un texto en el que hay algo más que letras. Mi padre siempre está ahí. Sabe escuchar y sabe aconsejar. Han pasado los años y con ellos las etapas de la vida, una vida que nos ha unido de una manera inquebrantable porque nos ha puesto a prueba y, como he dicho antes, salimos triunfantes. Sin duda, se creó un punto de inflexión muy importante. Ahí nació esa unión que nos hizo más fuertes. Y de esa fuerza hemos ido tirando para afrontar las idas y venidas de la vida. Ésta no es un camino de rosas, pero las cicatrices nos recuerdan que tenemos la piel curtida para afrontar lo que venga. Sabemos disfrutar de nuestros momentos porque también eres divertido, generoso, ingenioso, cocinillas y muchas cosas que tú y yo sabemos. La rosa más importante la compartimos a diario porque es mi madre, tu mujer y el apoyo que ambos necesitamos. 

Aprovechando que en Valencia celebran hoy ‘La Cremà’ de las Fallas, quememos de nuestra memoria aquello que nos hace daño. Pensemos, papá, que más pronto que tarde celebraremos este día juntos sin mirar al calendario. La cuenta atrás ya ha comenzado. Mientras tanto, sigamos disfrutando de la vida, eso sí, día a día.

Afortunadamente, porque ‘aún tengo la vida’ van estas palabras. No tengo un regalo que darte pero sí un homenaje que rendirte. ¡Feliz Día del Padre!

Jimena Bañuelos

ZOLTAR Y LOS DESEOS

Si toca quejarse del tiempo, pues nos quejamos. Es cierto que los termómetros han bajado, dicen que vienen lluvias, muy necesarias, e incluso la nieve puede hacer acto de presencia y todo esto acompañado con un viento polar que no hemos tenido en pleno invierno. Habrá que resignarse a las inclemencias meteorológicas aunque nos pese. En mi caso que anhelo con ansiedad el sol, el calor y la llegada de la primavera y el verano esta cuesta está siendo más dura que la de enero. 

Marzo llega con más luz y, a priori, con mejor tiempo. Si bien es cierto este mes concluye con la Semana Santa. Ésta suele estar marcada también por la meteorología pero nadie se atreve, de momento, a aventurarse con las predicciones para ella. Es la primera escapada vacacional que tenemos y todos aspiramos a disfrutar de ella, ya sea, solemnemente u ociosamente. Habrá que ir día a día viendo la evolución de todo. Al fin y al cabo es así como tenemos que vivir. 

Por delante, de momento, llegan los días grandes de las Fallas de Valencia. En Castellón ya hemos despedido la Magdalena con la nostalgia de lo vivido e iniciando la cuenta atrás para las fiestas del año que viene. Ahora toca acercarse a contemplar los monumentos falleros y apreciar su arte y su sátira. De ésta pueden ir sobrados porque la actualidad que hemos vivido ha dado para mucho. Nadie se libra de ser un ninot y, salvo el indultado, el resto arderán como marca la tradición. Las llamas lo consumirán todo el próximo día 19. El día del padre en el que, además, festejaremos a nuestros cómplices en la vida. 

Una vida que vamos construyendo como queremos. A veces, tiritaremos de frío y otras se nos pondrá la carne de gallina por otros motivos, pero eso es la esencia de estar vivos. Sin duda, una esencia que tiene un valor incalculable aunque en muchas ocasiones no la valoremos como se merece. Vivir es disfrutar y podemos ser “disfrutones” a nuestra manera. Cada uno tenemos nuestras metas, nuestros sueños, nuestras ilusiones a las que no tenemos que renunciar, sino que debemos pelear por ellas. Hace dos días volví a ver al mítico Zoltar. Recuerdo cuando vi al auténtico en Los Ángeles. Concede deseos como en la película de “Big”, y por un momento, me vinieron a la mente esas ilusiones que nunca se apagan aunque el calendario corra. Un deseo cumplido puede ser un sueño hecho realidad y eso es algo impagable. 

Hace una semana escribí que prefiero seguir viviendo los sueños y soñando la vida, me reafirmo en mis palabras. Llevo mucho años viviendo de regalo. Ese deseo se ha cumplido. No ha sido Zoltar, fue donante de médula, pero al fin al cabo, la vida me dio otra oportunidad. Una oportunidad que también me permite, como he dicho, continuar soñando. Sueño, con los pies en la tierra, pero sueño porque sé que algún día aquello que no me deja dormir, estará en mi despertar. La vida, esa que solo se vive una vida, cuando da una segunda oportunidad es por algo. 

Si tengo que pedir un deseo ahora mismo a Zoltar, lo tengo muy claro porque conozco mis prioridades. Acaso tú, lector, ¿lo tienes tan claro? 

La vida es ahora y en un segundo todo puede cambiar… Ahí lo dejo…

Jimena Bañuelos

UN ALTO EN EL CAMINO

Siempre es bueno hacer un alto en el camino. A veces desconectar es bueno para reiniciar nuestra mente y comenzar de nuevo. No es una huida. Es buscar una vía de escape para reforzar los pensamientos positivos. Estos son primordiales para afrontar, sin duda, la realidad vinculada a la rutina. 

Un rutina que es buena, siempre y cuando no nos genere un estrés que nos impida disfrutar de la vida. Nadie nos puede decir de qué manera tenemos que hacerlo, pero está claro que el “a vivir que son dos días” es un dicho cuyo significado se potencia en los malos momentos. No es necesario estar mal para valorar lo que tenemos. Empezar por ahí es una buena manera de ser conscientes de que en las pequeñas cosas que nos rodean hay mucha felicidad envuelta. Quizás saber desenvolverla  es algo que vas aprendiendo con el tiempo y con la experiencia. Es cierto que la madurez nos hace crecer como personas. Todos tenemos en la vida un momento que nos marcó de tal manera que nada volvió a ser como antes. 

Ese antes y después tiene que enseñarnos a mejorar en todos los aspectos de la vida. Por eso, no se nos puede olvidar la lección aprendida, pero en algún momento, serán los recuerdos los que nos muestren aquello que nos hizo cambiar. Quizás eso que sucedió en el pasado, por mucho que lo queramos olvidar nos vuelve, de vez en cuando, para mostrarnos nuestra propia esencia. 

Una esencia que me encanta recordar contemplando el mar. El susurro de las olas, el silencio, el sol como testigo y la calma, son mi mejor terapia para formatear mi disco duro. Un disco duro que está cargado de grandes momentos, pero también de lecciones muy duras que no quiero repasar, pero que son imposibles de olvidar. Frente al mar no pretendo olvidar, pero sí reforzar esa fuerza de la vida que veo en las cicatrices que han quedado. Éstas dicen que se cosen con las agujas del tiempo, pero su rastro no siempre desaparece. Tampoco pretendo que lo hagan porque ahí está, también, la esencia de la persona que soy hoy. 

Una esencia que hay que ver en los momentos en los que estas solo y en el lugar indicado. Me gusta la montaña pero frente al mar se proyectan muchos sueños, muchos deseos, muchas ilusiones y sobre todo, muchas ganas de seguir afrontando el presente con la fortaleza que la vida me mostró sin que yo misma supiera que la tenía. Aprendí a conocerme y, por eso, sé cuando se necesita una pausa. Retomar la rutina es bueno, pero no hay que dejarse llevar por ella. La vida se nos escapa de las manos y no somos conscientes de ello. 

Está claro que ser feliz es lo que cuenta y que hay que sonreír a diario. Volveré más pronto que tarde a sentarme frente al mar para abrirle mi corazón. Mientras tanto, no tengo ninguna duda de que quiero seguir viviendo los sueños y soñando la vida.

Jimena Bañuelos

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