23 DE ABRIL, DÍA DEL LIBRO

Nos acompañan a diario, nos alejan de la realidad, nos enseñan a vivir experiencias únicas y no nos dejan indiferentes. Los hay de intriga, de amor, de ciencia ficción, de miedo, de superación, de investigación, de cocina y muchos temas más para que cada uno encuentre el adecuado a sus gustos o su situación personal. Obviamente, estoy hablando de los libros. Estos llevan varias jornadas haciéndose un hueco en las calles para festejar que hoy es su día con mayúsculas. Un día en el que para los amantes de la lectura es difícil no caer en la tentación. Siempre hay un libro pendiente por comprar ya sea de una lista personal o de una novedad que acaba de salir de la imprenta. 

Decía Addison que “la lectura es a la mente lo que el ejercicio es al cuerpo” y si hay que hacer deporte por salud, quizás también tengamos que entrenar nuestra mente. No es un mal consejo porque, en definitiva, hay que cuidarse en todos los aspectos. Es cierto que leer no nos puede gustar a todos, pero me vienen a la mente estas palabras de Borges que suscribo al pie de la letra: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’”, pero como recomendación no está nada mal. Quizás, si a los libros se les da una oportunidad pueden convertirse es un hábito más de vida. Es cierto que “no hay dos personas que lean el mismo libro” como afirmaba el escritor estadounidense Edmud Wilson, por eso, cada historia tiene una manera especial de marcar a los lectores. Los detalles, las enseñanzas o la forma en la que se vive el relato depende de cada uno, de ahí, que aconsejar un libro no es tarea fácil. 

Afortunadamente, desde niña me enganché a este vicio que ha llenado muchas horas de mi ocio y sobre todo me ha evadido de mi propio presente para adentrarme en historias increíbles. También hay relatos que marcan de tal manera que necesitan ser releídos de vez en cuando. Los motivos para volver a caer en sus páginas siempre serán personales y no es necesario explicárselos a nadie. Dijo el escritor francés, François Mauriac: “Dime lo que lees y te diré quien eres, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees”. He de reconocer que de todos los libros que hay en mi casa, hay uno que siempre será mi debilidad. Mi propio libro, el primero y más especial, Aún tengo la vida, me recuerda, sólo con ver su portada, que estoy aquí para seguir escribiendo historias y experiencias. Han pasado seis años desde que el sueño se convirtió en una realidad. Afortunadamente el tiempo no es oro, el tiempo es vida y gracias a ella mi propia historia va cerrando capítulos, para abrir los nuevos con la ilusión y el miedo que se tiene al “folio en blanco”.

Un folio en blanco que, cuando se llena, siempre produce una tremenda satisfacción. Por eso, siendo hoy el día del libro, toca escribir esta página homenajeándoles. Eso sí, la lectura llena los trescientos sesenta y cinco del año. Nos brinda un amplio margen de temas para convertirla en nuestra mejor compañera de vida. “No importa lo ocupado que piensas que estás, debes encontrar tiempo para leer, o entregarte a una ignorancia autoelegida”, aseguró Confucio y no le faltaba razón. 

Por eso, termino parafraseando al popular escritor George R.R. Martin diciendo que “un lector vive mil vidas antes de morir. El que nunca lee solo vive una”… Ahí lo dejo. 

Jimena Bañuelos

AHORA, ATLETI, AHORA

Mucho coraje y corazón se derrochó hace una semana en el partido de ida de la Champions en el Metropolitano. Los de Simeone saltaron al terreno de juego acompañados por una afición que desde su llegada al estadio no dejó de cantar y apoyar a los suyos. Podemos reconocer que la Champions es nuestra obsesión, pero la obsesión verdadera de todo colchonero es la que se siente por las rayas rojiblancas. Un sentimiento sin igual que nadie puede explicar porque es nuestra forma de vivir. 

Una forma de vivir que va de la mano, sin ninguna duda, del Atlético de Madrid. Hoy, desde la distancia, sentirán el rugir de toda una afición que sufrirá y animará a los suyos desde todas partes. Los afortunados que viajan a tierras bávaras son los mejores anfitriones de nuestros colores y ellos tienen la responsabilidad de hacer temblar al equipo alemán en su propia casa. 

Con un gol de ventaja, el Atleti no se puede confiar, aunque ese punto de presión es el mejor aliciente para dejarse la piel en el Signal Iduna Park. Noventa minutos de fútbol dan para mucho, y sentenciar la eliminatoria es primordial, aunque si hay que sufrir se sufre siempre y cuando la victoria se tiña de rojiblanca. La semifinal está más cerca y con buena actitud y buen juego, el billete para ella puede ser nuestro. 

A estas alturas de la Champions, los errores se pagan muy caros, por eso, la presión hay que controlarla con sangre fría y sentir la pasión que hace vibrar y bombear a muchos corazones. No está demás, si los de Simeone lo necesitan, que vuelvan al pasado y trasladen al presente lo vivido el pasado miércoles en el Metropolitano. Esas imágenes, esos sentimientos, esa afición dejándose la voz y esa adrenalina que es la que mueve montañas o, en este caso, la que más motiva a los nuestros. Queremos gritar más goles desde el salón de nuestras casas, desde los bares o desde  donde nos reunamos para vivir una noche que puede ser histórica. 

Una historia que entre todos estamos construyendo desde 1903 y que escribimos en rojiblanco. En estos colores leíamos en el tifo hace apenas una semana “Ahora, Atleti, ahora” y, precisamente ahora es cuando hay que rematar el pase a la semifinal. “La Orejona” sigue buscando dueño y éste lo encontrará en Londres. Hasta allí quiere viajar esta afición para teñir la ciudad de los mejores colores del mundo.

Quedan unas horas para que comience el partido con mayúsculas. Quiero que el Atleti le dé una alegría a mi corazón. Éste está preparado para todo, pero el mejor calmante para las taquicardias es, sin duda, una dosis de goles y una victoria que estará llena de abrazos. Ese sentimiento que no se puede explicar está ahí, lo inunda todo y, por eso, como colchonera que soy sólo quiero ver a mi Atleti campeón. Hace una semana recordaba al sabio por excelencia y me repito en que hay que “ganar, ganar, ganar y volver a ganar”, porque “partido a partido” hemos llegado hasta aquí. 

Estamos entre los mejores equipos de Europa y toca demostrar el poder que tiene nuestro escudo y nuestros colores. Solo puede quedar uno y éste tiene que vestir de rojo y blanco. No tengo nada más que añadir. Bueno, una sola cosa más: ¡Aúpa Atleti! 

Jimena Bañuelos

EL ATLETI Y LA CHAMPIONS

Dice la previsión meteorológica que van a descender las temperaturas, puede que así sea aunque estoy convencida de que a lo largo de mañana el termómetro irá subiendo hasta niveles más que elevados, alcanzando el punto más álgido a partir de las ocho de la tarde. No soy meteoróloga, pero soy una colchonera que sabe lo que va a suceder entorno al Metropolitano. Ese fenómeno meteorológico tiene un nombre y se llama Atleti. Una mezcla de anticiclón con toques de borrasca que se palpan cuando el equipo de tu vida te hace estremecer. Los rojiblancos saben muy bien de lo que hablo y están preparados para apoyar a los suyos contra viento y marea. 

La Champions vuelve a poner los corazones a prueba. En esta ocasión el rival es el Dortmund, pero no hay que achicarse porque el Atleti sabe que tiene que dejarse el alma en el terreno de juego al igual que lo haremos los hinchas desde las gradas. Gritar goles es lo que queremos para ir al partido de vuelta con los deberes hechos o casi terminados. Es el momento de soñar con “La Orejona” y los sueños con trabajo se pueden cumplir. Nunca hay que dejar de creer. Todos sabemos lo importante que es “ganar, ganar, ganar y volver a ganar”, unas sabias palabras de un sabio al que todos respetamos y que nos apoyará desde el tercer anfiteatro como muchos otros. 

Habrá que armarse de mucho “coraje y corazón” porque la ocasión lo requiere. Por delante hay muchos minutos que jugar, pero el aliento de los colchoneros no cesará en ninguno de ellos. Los de Simeone saben que tienen que saltar al terreno de juego sin complejos, con seguridad y por supuesto, como dice el himno deben “luchar como hermanos defendiendo sus colores”. La actitud lo es todo. Un todo que tiene, valga la redundancia, todos los ingredientes para convertir la noche de mañana en una ola de pasión, de adrenalina, de emoción, de nervios y, por supuesto, de calor porque la temperatura, está claro, que irá en aumento desde el momento en el que empiece a funcionar el cronómetro. 

El pase a la semifinal está en juego. Hay que ir partido a partido hasta el final. Ser uno de los mejores equipos de Europa es un honor y el Atleti se merece eso y mucho más. La mejor afición estará, como siempre, arropando a los suyos. Todos listos y dispuestos para dejarnos la voz, sentir el palpitar de nuestro corazón y sufrir lo que sea necesario. Ser del Atleti implica todo eso y mucho más. Un sentimiento que no se puede explicar, es una forma de vida y tras el parón por la final de la Copa hay muchas más ganas de volver a disfrutar del Atleti y encima en un partido de Champions. 

Y dicho todo esto, solo puedo añadir que gracias a esta bendita locura, ya tengo lista la camiseta, el corazón a punto, y las ganas me desbordan para volver a la que es mi casa futbolísticamente hablando. 

Quien no lo entienda que no me pida explicaciones… ya que solo le diré: ¡Aúpa Atleti!

Jimena Bañuelos

LA SEMANA SANTA Y EL PORVENIR

Acabamos de estrenar el mes de abril. Atrás hemos dejado una Semana Santa que estará en el recuerdo de todos por las lluvias que han caído. Muchas procesiones han tenido que ser suspendidas y los sentimientos han brotado dejando los ojos vidriosos y derramando más de una lágrima. La devoción ha cedido ante el consuelo por la desilusión de ver los planes truncados. Mirar al cielo era el gesto más repetido, las nubes estaban ahí, y las previsiones meteorológicas no han fallado.

Es cierto que las treguas de las lluvias sí que han sido aprovechadas por los cofrades. Pudimos ver, por ejemplo, el Jueves Santo, al Cristo de la Buena Muerte custodiado por la Legión por las calles de Málaga o, el Viernes Santo, al Cristo de Los Alabarderos acompañado por la Guardia Real saliendo del Palacio Real de Madrid. Sin duda, las estaciones de penitencia se han adaptado este año a las circunstancias. Eso es, sin duda, una lección que la vida siempre nos da. Podemos hacer planes pero estos no siempre salen como pensamos. Lo importante es la capacidad que tenemos para aclimatarnos a los reveses que se nos presentan.  

La rabia, la impotencia y hasta el enojo suelen brotar desde nuestro interior cuando esos reveses se nos presentan, pero anclarse en ellos no es la mejor solución. Siempre hay que buscar alternativas. Reconozco que este año la Semana Santa ha sido algo amarga porque el tiempo no ha acompañado, pero para endulzar estos días santos hay que admitir que una buena torrija nunca está demás. Las tradiciones están para cumplirlas y para vivirlas. Dice el refrán que “a mal tiempo, buena cara” y si es con un buen dulce mejor que mejor. Así que, para sinceros, viendo llover a través del cristal y al calor de la calefacción, las torrijas y la leche frita han cobrado relevancia. 

Una relevancia que ya forma parte del pasado, el mes de abril nos brinda treinta días para escribir otro capítulo más en nuestra historia de vida. Muchos ya están pensando en la Feria de Abril de Sevilla, cambiando los capirotes por los volantes en un abrir y cerrar de ojos, pero la vida es eso. No hay mal que cien años dure y mirar al futuro es vital para dejar atrás el pasado. 

Un pasado que tiene sus luces y sombras, y únicamente los recuerdos, cuando sean necesarios, volverán a nuestra mente. Sin darnos cuenta estamos ya en el cuarto mes del año, el tiempo pasa muy deprisa y tenemos que ser conscientes de ello. La vida se nos va y lo que vivamos es lo que nos llevaremos de ella. Cada uno escogerá las experiencias que quiera disfrutar. Lo que está claro es que el tiempo es oro y es vida. Por eso, aunque no me guste hacer muchos planes, porque prefiero ir día a día, hay que reconocer que todos los madrileños tenemos puesta la vista en el puente de mayo. Quizás el tiempo nos acompañe o no, pero no está demás ir soñando con esos planes pendientes. 

La ilusión es un motor que es capaz de mover montañas, y ésta cobra un gran valor cuando la realidad la toma de la mano. Así que aferrémonos a ella y confiemos en el destino. Éste no depende de nosotros, pero la vida es pura improvisación y será ella la que decida el porvenir. Venga lo que venga, lo importante es la actitud y sobre todo valorar que estamos vivos para continuar escribiendo nuestra historia.

Jimena Bañuelos

A MI PADRE

Decía Rousseau que “un buen padre vale por cien maestros”, y no le faltaba razón porque lo que he aprendido del mío es de matrícula de honor. Es cierto que no eres el responsable de que sea del Atleti, pero sí de que sea como soy. Eres mi amigo, mi cómplice, mi confidente y fuiste mi fiel compañero en la batalla más dura y, por eso, ganamos aquella guerra. Hemos vivido muchas experiencias juntos de las que tenemos grandes recuerdos. No hay álbum de fotos, ni memoria en un teléfono que pueda almacenar todos esos momentos. 

Tengo que reconocer que me lo has dado todo a cambio de una sonrisa, y siempre recibirás una porque verte feliz es, sin duda, lo que más anhelo. Esta felicidad es el fruto de nuestra complicidad y ésta no necesita más que una mirada para que nos entendamos. No negaré, a estas alturas, que me acusan, y con razón, de ser la niña de sus ojos, y si ese es mi mayor delito, acepto la condena. Y puestos a elegir prefiero una cadena perpetua. Es cierto que madre no hay más que una y su valor es incalculable pero un padre, si es como tú, no tiene precio. No te cambiaría por nada. 

Hoy es 19 de marzo y celebramos el Día del Padre. Lo dice el calendario y la tradición, pero tú y yo podemos festejar todos los días del año porque sabemos que el tiempo pasa muy deprisa y que éste en un segundo puede cambiar. Esa niña de tus ojos hoy te rinde un homenaje a pesar de la distancia. Hay que reconocer que no hay distancia suficiente que pueda impedir que los sentimientos lleguen. 

Unos sentimientos que nacen del corazón y cuando éste los dicta hay que plasmarlos tal y como son. Las palabras pueden ser simples letras que se han unido, pero aquí están creando un texto en el que hay algo más que letras. Mi padre siempre está ahí. Sabe escuchar y sabe aconsejar. Han pasado los años y con ellos las etapas de la vida, una vida que nos ha unido de una manera inquebrantable porque nos ha puesto a prueba y, como he dicho antes, salimos triunfantes. Sin duda, se creó un punto de inflexión muy importante. Ahí nació esa unión que nos hizo más fuertes. Y de esa fuerza hemos ido tirando para afrontar las idas y venidas de la vida. Ésta no es un camino de rosas, pero las cicatrices nos recuerdan que tenemos la piel curtida para afrontar lo que venga. Sabemos disfrutar de nuestros momentos porque también eres divertido, generoso, ingenioso, cocinillas y muchas cosas que tú y yo sabemos. La rosa más importante la compartimos a diario porque es mi madre, tu mujer y el apoyo que ambos necesitamos. 

Aprovechando que en Valencia celebran hoy ‘La Cremà’ de las Fallas, quememos de nuestra memoria aquello que nos hace daño. Pensemos, papá, que más pronto que tarde celebraremos este día juntos sin mirar al calendario. La cuenta atrás ya ha comenzado. Mientras tanto, sigamos disfrutando de la vida, eso sí, día a día.

Afortunadamente, porque ‘aún tengo la vida’ van estas palabras. No tengo un regalo que darte pero sí un homenaje que rendirte. ¡Feliz Día del Padre!

Jimena Bañuelos

ZOLTAR Y LOS DESEOS

Si toca quejarse del tiempo, pues nos quejamos. Es cierto que los termómetros han bajado, dicen que vienen lluvias, muy necesarias, e incluso la nieve puede hacer acto de presencia y todo esto acompañado con un viento polar que no hemos tenido en pleno invierno. Habrá que resignarse a las inclemencias meteorológicas aunque nos pese. En mi caso que anhelo con ansiedad el sol, el calor y la llegada de la primavera y el verano esta cuesta está siendo más dura que la de enero. 

Marzo llega con más luz y, a priori, con mejor tiempo. Si bien es cierto este mes concluye con la Semana Santa. Ésta suele estar marcada también por la meteorología pero nadie se atreve, de momento, a aventurarse con las predicciones para ella. Es la primera escapada vacacional que tenemos y todos aspiramos a disfrutar de ella, ya sea, solemnemente u ociosamente. Habrá que ir día a día viendo la evolución de todo. Al fin y al cabo es así como tenemos que vivir. 

Por delante, de momento, llegan los días grandes de las Fallas de Valencia. En Castellón ya hemos despedido la Magdalena con la nostalgia de lo vivido e iniciando la cuenta atrás para las fiestas del año que viene. Ahora toca acercarse a contemplar los monumentos falleros y apreciar su arte y su sátira. De ésta pueden ir sobrados porque la actualidad que hemos vivido ha dado para mucho. Nadie se libra de ser un ninot y, salvo el indultado, el resto arderán como marca la tradición. Las llamas lo consumirán todo el próximo día 19. El día del padre en el que, además, festejaremos a nuestros cómplices en la vida. 

Una vida que vamos construyendo como queremos. A veces, tiritaremos de frío y otras se nos pondrá la carne de gallina por otros motivos, pero eso es la esencia de estar vivos. Sin duda, una esencia que tiene un valor incalculable aunque en muchas ocasiones no la valoremos como se merece. Vivir es disfrutar y podemos ser “disfrutones” a nuestra manera. Cada uno tenemos nuestras metas, nuestros sueños, nuestras ilusiones a las que no tenemos que renunciar, sino que debemos pelear por ellas. Hace dos días volví a ver al mítico Zoltar. Recuerdo cuando vi al auténtico en Los Ángeles. Concede deseos como en la película de “Big”, y por un momento, me vinieron a la mente esas ilusiones que nunca se apagan aunque el calendario corra. Un deseo cumplido puede ser un sueño hecho realidad y eso es algo impagable. 

Hace una semana escribí que prefiero seguir viviendo los sueños y soñando la vida, me reafirmo en mis palabras. Llevo mucho años viviendo de regalo. Ese deseo se ha cumplido. No ha sido Zoltar, fue donante de médula, pero al fin al cabo, la vida me dio otra oportunidad. Una oportunidad que también me permite, como he dicho, continuar soñando. Sueño, con los pies en la tierra, pero sueño porque sé que algún día aquello que no me deja dormir, estará en mi despertar. La vida, esa que solo se vive una vida, cuando da una segunda oportunidad es por algo. 

Si tengo que pedir un deseo ahora mismo a Zoltar, lo tengo muy claro porque conozco mis prioridades. Acaso tú, lector, ¿lo tienes tan claro? 

La vida es ahora y en un segundo todo puede cambiar… Ahí lo dejo…

Jimena Bañuelos

UN ALTO EN EL CAMINO

Siempre es bueno hacer un alto en el camino. A veces desconectar es bueno para reiniciar nuestra mente y comenzar de nuevo. No es una huida. Es buscar una vía de escape para reforzar los pensamientos positivos. Estos son primordiales para afrontar, sin duda, la realidad vinculada a la rutina. 

Un rutina que es buena, siempre y cuando no nos genere un estrés que nos impida disfrutar de la vida. Nadie nos puede decir de qué manera tenemos que hacerlo, pero está claro que el “a vivir que son dos días” es un dicho cuyo significado se potencia en los malos momentos. No es necesario estar mal para valorar lo que tenemos. Empezar por ahí es una buena manera de ser conscientes de que en las pequeñas cosas que nos rodean hay mucha felicidad envuelta. Quizás saber desenvolverla  es algo que vas aprendiendo con el tiempo y con la experiencia. Es cierto que la madurez nos hace crecer como personas. Todos tenemos en la vida un momento que nos marcó de tal manera que nada volvió a ser como antes. 

Ese antes y después tiene que enseñarnos a mejorar en todos los aspectos de la vida. Por eso, no se nos puede olvidar la lección aprendida, pero en algún momento, serán los recuerdos los que nos muestren aquello que nos hizo cambiar. Quizás eso que sucedió en el pasado, por mucho que lo queramos olvidar nos vuelve, de vez en cuando, para mostrarnos nuestra propia esencia. 

Una esencia que me encanta recordar contemplando el mar. El susurro de las olas, el silencio, el sol como testigo y la calma, son mi mejor terapia para formatear mi disco duro. Un disco duro que está cargado de grandes momentos, pero también de lecciones muy duras que no quiero repasar, pero que son imposibles de olvidar. Frente al mar no pretendo olvidar, pero sí reforzar esa fuerza de la vida que veo en las cicatrices que han quedado. Éstas dicen que se cosen con las agujas del tiempo, pero su rastro no siempre desaparece. Tampoco pretendo que lo hagan porque ahí está, también, la esencia de la persona que soy hoy. 

Una esencia que hay que ver en los momentos en los que estas solo y en el lugar indicado. Me gusta la montaña pero frente al mar se proyectan muchos sueños, muchos deseos, muchas ilusiones y sobre todo, muchas ganas de seguir afrontando el presente con la fortaleza que la vida me mostró sin que yo misma supiera que la tenía. Aprendí a conocerme y, por eso, sé cuando se necesita una pausa. Retomar la rutina es bueno, pero no hay que dejarse llevar por ella. La vida se nos escapa de las manos y no somos conscientes de ello. 

Está claro que ser feliz es lo que cuenta y que hay que sonreír a diario. Volveré más pronto que tarde a sentarme frente al mar para abrirle mi corazón. Mientras tanto, no tengo ninguna duda de que quiero seguir viviendo los sueños y soñando la vida.

Jimena Bañuelos

EMPATÍA

Febrero tiene los días contados y eso que este año bisiesto nos brinda un 29 de febrero que para muchos estará marcado en su calendario. Los aniversarios de este día llegan ‘oficialmente’ cada cuatro años, aunque los implicados en ellos tienen el privilegio de decidir cuando festejan esta fecha tan señalada. 

El calendario es una guía que nos marca el tiempo, pero lo que hacemos con éste depende de nosotros mismos. El segundo mes del año está llegando a su fin y eso implica dar la bienvenida a marzo y con él, aunque todavía nos quede mucho invierno, llega la primavera, la luz, los días son más largos y además, la primera escapada vacacional para muchos. La Semana Santa cerrará marzo a ritmo de tambores, de silencio y solemnidad para quienes la viven a flor de piel. En cambio, las playas y las montañas serán los destinos más ociosos. Al fin y al cabo se trata de vivir como nosotros queremos sin ninguna imposición, porque la vida se nos escapa más deprisa de lo que nos creemos. 

Es cierto que somos dueños de nuestras decisiones, de nuestro tiempo, pero también es cierto que somos los responsables de no aprender de los errores y de creernos que siempre lo malo les sucede a los demás. La empatía, tengo claro, que está en peligro de extinción, porque sale a la luz en momentos puntuales pero, por desgracia, a medida que el reloj avanza y los días corren, ésta pierde toda su fuerza. Una fuerza que debería ser permanente y constante porque no sabemos que nos va a deparar el destino. 

Un destino que juega sus cartas y lo hace de una manera muy caprichosa. Podemos tener planes pero hay que asumir que estos se pueden truncar en cualquier momento. Siempre es fácil buscar soluciones porque también se aprende a afrontar los problemas, pero ante todo, hay que tener presente que este destino cuando reparte sus cartas no debe olvidarse de la salud. Ésta es primordial para todo.

Un todo que hay que valorarlo día a día. Las personas fuertes no lo pueden ser siempre porque es cierto que éstas no son de piedra por mucho que algunos lo crean. Precisamente, esa fortaleza les hace saber que batallas librar y que batallas dejar pasar porque no les merece ningún esfuerzo. Estas personas tienen muy claras sus prioridades. Quizás haya sido la vida la que con un dura lección se las haya enseñado o quizás esa vida les haya ido madurando de tal manera que su mente tiene muy claro el camino a seguir.

Y dicho esto, con la hoja del calendario de febrero a punto de ser arrancada, no queda otra que soñar con un mes de marzo ilusionante. Esa ilusión con la que se comienza el año y que no se debería de perder a lo largo de los doce meses. Está claro que el futuro, aunque es incierto, cuando éste es certero puede distar mucho de lo que nuestra imaginación nos había mostrado. Por eso, lo que tenga que ser, será; pero no dejemos por el camino esa empatía con los demás. Hemos repetido hasta la saciedad la palabra ‘resiliencia’, pero la empatía es fundamental. Hay personas que carecen de humanidad, pero eso no lo tienen que pagar, precisamente, quienes más necesitan ser arropadas. Nadie sabe las batallas que cada uno lleva en su interior. Una sonrisa es un buen escudo, pero quiero acabar con estas palabras de Molière: “Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve.”

Jimena Bañuelos

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/2024/02/26/empatia/

MASCLETÀ EN MADRID

“Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor” y podríamos añadir que también es la tierra de la pólvora. Una pólvora que tratan magistralmente los pirotécnicos para brindarnos entre otros espectáculos las tradicionales mascletaes. 

Quedan pocos días para que con `la Crida´ quedé inaugurado el periodo fallero, pero antes de esto ha sido en Madrid donde por primera vez se ha podido disfrutar de una mascletà como marca la tradición. Muchos han criticado la decisión del alcalde, pero a los que nos fascina y sabemos lo que ésta representa hemos apoyado su iniciativa. Para gustos están los colores, pero hay que respetar las decisiones de cada uno. Somos libres para elegir y por querer disfrutar de este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad no somos, como alguno dicen, terroristas medio ambientales. Insisto en que la libertad nos abandera y hasta dos horas antes hubo gente esperando a que se produjera el disparo de la mascletà.

El lugar elegido fue el Puente del Rey. Allí estuvimos miles de personas para vibrar con el sonido que marcó la ‘Pirotecnia Valenciana’, de Llanera de Ranes. Ésta sorprendió y no defraudó a los asistentes. Los 307 kilos de pólvora tuvieron color y ritmo para marcar esta primera mascletà en la capital como un espectáculo que el público aplaudió y pidió “otra, otra”. Asimismo, se pidió que fuera la primera de muchas.

Por supuesto, en la Ribera del Manzanares no faltaron las Falleras Mayores de Valencia y sus comitivas para cumplir con la tradición al cien por cien. Fueron ellas quienes pronunciaron la célebre frase: “Senyor pirotècnic, pot començar la mascletà”. Después de los ocho minutos que duró, los madrileños de nacimiento y de acogida quedamos atónitos por lo que habíamos visto. 

El calendario nos brida la oportunidad de repetir esta experiencia y de adentrarnos aún más en la tradición fallera. Los días grandes de las Fallas están señalados en el calendario y antes tierras del Mediterráneo llega la Magdalena a Castellón. La cuenta atrás para estas fiestas tradicionales ya ha comenzado y disfrutar de ellas es un placer. Son experiencias que te enriquecen como persona y que marcan unos recuerdos inolvidables. Al fin y al cabo la vida está para eso. Habrá quien prefiera criticar las tradiciones, otros preferimos disfrutar de ellas porque evolucionar no significa involucionar que es lo que parece que están haciendo algunos. La vida no permite retroceder. Hay que vivir el presente porque lo que vemos como futuro, se convierte en presente antes de lo que nos imaginamos.

Si de imaginación hablamos, muchos no se podían imaginar lo que iban a vivir el pasado domingo en el Puente del Rey, y hoy esas instantáneas ya serán imborrables. La mascletà ya forma parte de la historia de Madrid. El Madrid más valenciano no defraudó a nadie. Hay que estar orgullosos de nuestras tradiciones y disfrutar de ellas. Son nuestra identidad y ésta es irrenunciable. Yo nunca renunciaré a ella, puedo ir evolucionando como persona, pero siempre seré fiel a mis principios. En definitiva, como dijo Steve Jobs: “Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto”. 

Jimena Bañuelos

Enlace en El Valle de México: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/54644/mascleta-en-madrid

EL CORAZÓN ES EL QUE MANDA

Dice el refrán que “en martes y 13 ni te cases ni te embarques” y es curioso que este año el calendario haya juntado este día, tan señalado para los más supersticiosos, con la llegada de San Valentín. Eso sin tener en cuenta que, además, Don Carnal cederá su testigo a Doña Cuaresma. Todo en una semana en la que los corazones lo inundan todo. El amor está en el aire y nos guste o no Cupido vuelve a ser el protagonista como todos los años. 

Ya sea por fines comerciales o porque realmente los sentimientos están ahí, el amor nunca debería  faltar. Y no me refiero solo al amor en pareja sino al amor propio. Éste es fundamental porque es la esencia de nosotros mismos. Es el que nos permite creer en nuestras posibilidades, afrontar el presente con sus idas y venidas y, por supuesto, mostrarnos a los demás tal y como somos. Nuestras virtudes y nuestros defectos hacen que seamos únicos e irrepetibles. Sin duda, esto es lo más importante que tenemos como personas. Es cierto que las hay más volubles o más falsas, si queremos ser más claros, pero al final, la hipocresía siempre saldrá a la luz. No se puede fingir siempre porque controlar nuestra forma de ser y nuestros sentimientos es muy complicado cuando estos no son reales. 

El corazón y la mente hacen un tándem muy bueno, pero cuando discrepan somos nosotros mismos los que no sabemos a cual de los dos hacer caso. Siempre tendremos la duda de si la decisión ha sido correcta, pero es cierto que, popularmente hablando, el corazón es el que manda. 

Y manda porque día a día bombea y nos da la vida a la que tenemos que darle nuestra mejor versión, porque solo hay una y es irrepetible al igual que nosotros, insisto. Por eso, con el Carnaval agotando sus horas, y San Valentín llamando a la puerta hay que dejarse llevar. Con pareja o sin ella siempre hay alguien a quien querer y siempre hay alguien que nos quiere. Es cierto que el cariño se demuestra a diario, pero no está demás celebrar, si se quiere, lo que la tradición y el calendario marcan. 

Al fin y al cabo, vivimos para disfrutar y coleccionar momentos. Esos momentos están etiquetados por una fecha, un lugar, una persona… En definitiva, por un recuerdo que nos saca una sonrisa en el momento en el que más lo necesitamos. Dicen que no hay que mirar al pasado, pero hay que hacerlo cuando éste nos muestra su cara más amable. En él reside la esencia de lo que somos hoy. Vemos de qué manera hemos ido evolucionando y en lo que nos hemos convertido. Construir buenos recuerdos está en muestra mano. El calendario es un ayudante de guión, pero la historia principal está escrita por cada uno de nosotros. 

Una historia que tendrá de todo, desde drama hasta comedia, y en la que no faltará el amor en ningún momento. Éste es un fiel compañero de vida y se demuestra en las buenas y en malas. Suscribo esta frase de Pablo Neruda: “Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida”, y aconsejo que no nos olvidemos de ella.  

Jimena Bañuelos

Enlace en El Valle (México): https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/54376/el-corazon-es-el-que-manda

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