DÍAS

La cuenta atrás para las fiestas de Navidad está llegando a su recta final. Las calles de Madrid recibieron a miles de turistas que aprovecharon el puente más largo del año para disfrutar de su iluminación, de sus espectáculos, de sus museos, y por supuesto, de las tiendas para ir comprando los regalos que traerán en su tiempo y forma Papá Noel o los Reyes Magos. Los más previsores lo tendrán todo controlado, pero habrá a quien le guste la adrenalina de salir a última hora y estresarse mientras se critican estas fechas. Lo cierto es que a todos nos gusta ver algún paquete en nuestros zapatos porque la ilusión, aunque vayan pasando los años, no se debería de perder nunca. 

El espíritu de la Navidad lo va inundando todo y ahora ya no nos podemos resistir a él. Nos guste o no, las fiestas están llamando a nuestra puerta. Ese espíritu ha ido cambiando poco a poco nuestra realidad. La ha ido tiñendo de luz, de villancicos, de dulces y de algo que solo sucede en esta época del año y que quizás sea reprochable a ese estado de amabilidad y felicidad que muchos fingen por ser Navidad. La hipocresía también aumenta en estos días y no hace falta fingir algo que no sale de dentro. El año da para mucho y diciembre es un mes más en el que no se puede cambiar lo que ha sucedido en los once meses anteriores. Posiblemente, en esto sí que haya que reflexionar en algún momento dado…

Pero bueno, dejando este matiz al margen, lo que sí que nos debería inundar a todos es el espíritu  de la infancia. Sacar el niño que llevamos dentro y disfrutar estas fechas como toca. Es cierto que cuando alguien falta en la mesa ya nada vuelve a ser como antes, pero al menos, en mi caso, esas personas que no están son, precisamente, las que me enseñaron a celebrar estas fiestas como se merecen y, por eso, aunque la nostalgia haga acto de presencia, mis ganas pueden con ella porque mirando al cielo recuerdo a la niña que un día fui y como viví a golpe de pandereta la Navidad como quienes han dejado en mí unos recuerdos imborrables. Esto también forma parte de la celebración. 

Lo que vivimos es lo que nos llevamos en esta vida, por eso, los momentos no los cambio por nada. Aprendí que en un segundo todo puede cambiar, de ahí, que cada Navidad sea especial con sus pros y sus contras pero es única e irrepetible. Quedan días para hacer el balance de este año y los propósitos no cumplidos tienen poco margen para convertirse en realidad, pero siempre, si de verdad nos importan, pueden encabezar los del año que viene. De los cumplidos no hablo porque seguro que han tenido su celebración correspondiente. 

La vida nos va enseñando día a día. Hay lecciones más sencillas que otras, pero todas nos marcan de una manera o de otra. Por ejemplo, nunca fui supersticiosa pero un martes y trece me dieron la mejor noticia de mi vida. Ya dijo Gabriela Mistral que “los días más felices son aquellos que nos hacen sabios”, algo de razón tendrá. En fin, “el día es excesivamente largo para quien no lo sabe apreciar y emplear”… Ahí lo dejo. 

Jimena Bañuelos

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/40190/dias

EL MUSICAL DE LA VIDA

Diciembre es un mes en el que poco a poco todo lo va envolviendo un espíritu que, nos guste o no, lo va cambiado todo a medida que pasan los días. Las calles lucen, y nunca mejor dicho, sus mejores adornos. La oscuridad de las tardes de invierno brillan gracias a ellas y son, sin duda, el preludio de lo que vamos a festejar. La Navidad cada vez está más cerca y las ilusiones y los sueños tienen derecho a aflorar más que nunca en esta época del año. 

Soñar es ilusionarse porque, precisamente, los sueños son el motor inspirador que nos mueve día a día para alcanzar aquello que sabemos que nos va a dar la felicidad que tanto anhelamos. El camino puede no ser fácil, pero la recompensa siempre merecerá la pena. Después de ver “La gran noche de los musicales”, una obra más que recomendable, podríamos decir que nuestra propia vida es un musical y nosotros vamos adaptando esas canciones a nuestras circunstancias y experiencias. Todo puede cambiar en cualquier momento, por eso, es importante saber seguir el compás que el destino nos pone por delante. 

Ahora, los villancicos comienzan a sonar. Afortunadamente, los tradicionales de zambomba y pandereta han cedido su reinado a versiones que perfectamente nos pueden acompañar en nuestra rutina prenavideña. Una rutina que nos lleva a preparar paulatinamente los planes para los días festivos. Aquellos que se consideran “El Grinch” no van a tener más remedio que pasar estos días a duras penas, porque el calendario no entiende de gustos y el tiempo pasa igual para todos. Eso sí, la actitud ayuda a que éste sea más o menos llevadero. 

Y muy llevadero y ya que he hablado de él es el musical de los musicales. El Teatro Amaya de Madrid reúne en “La gran noche de los musicales” a un elenco de artista que nos cuentan a través de los clásicos los entresijos de este género teatral, sus pros y contras, con un matiz de humor. Su talento es arrollador y no está mal revivir en noventa minutos los temas principales de “El Mago de Oz”, “El fantasma de la Ópera”, “Los Miserables”, “West Side Story”… No desvelaré el resto, pero sí puedo asegurar que es un buen recordatorio de la historia de este género. 

Madrid está plagado de musicales, los hay para todos los gustos y edades. Además, disfrutar en vivo del trabajo de quienes están sobre las tablas es un gran lujo. Reconozco que todos los que forman parte de “La gran noche de los musicales” consiguen trasladar al público a todos los escenarios posibles sin moverse de la butaca con una sencilla puesta en escena. Hacer soñar no es fácil, pero no es imposible cuando la historia es ágil y entretenida. También, tiene un gran valor ver a la orquesta sobre el escenario porque ellos también son protagonistas de esta “particular” historia. 

Y volviendo al principio y a las historias de cada uno, hay que retomar los sueños que creemos imposibles. La vida es caprichosa y “el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos” como dijo Shakespeare. Eso sí, yo sé que vivo los sueños y sueño la vida.

Jimena Bañuelos

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MÁS ALLÁ DE GANAR O PERDER

Poco a poco, o mejor dicho, partido a partido el Mundial de Qatar va ganando seguidores porque como es habitual la fase de grupos va dando sorpresas a los aficionados al deporte rey. En el horizonte está el llegar al dieciocho de diciembre y levantar la anhelada copa. Hasta entonces quedan muchos minutos por disputar. Está claro que los mejores se medirán en la final, también un empuje de suerte nunca viene mal. 

En España, la goleada a Costa Rica marcó un punto de inflexión. En la historia de la selección quedará marcado el primer partido de este mundial como un hito en la era, nos guste o no de Luis Enrique. Es cierto que el seleccionador tiene, como es lógico, sus admiradores y sus detractores, pero su papel es llevar a la “La Roja” hasta el final. De momento ha empezado con buen pie, pero veremos hasta dónde llega España en esta competición porque noventa minutos dan para mucho y los errores pueden salir muy caros. 

Pendía de un hilo la continuidad de la Argentina de Messi y su futuro pasaba ante su eterno rival. Reconozco que mi favorita era México por todo lo que este país me ha dado y porque en el fondo el corazón vibra con los colores que te representan. La victoria no pudo ser, pero no es de recibo ver la imágenes de las agresiones entre los hinchas en las gradas. La violencia nunca está justificada. No hay que perder la perspectiva de que es, simplemente, un partido de fútbol. A todos nos gusta ganar, pero un buen consuelo son las palabras de escritor portugués, José Saramago: “La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva.”

La vida es mucho más que nuestro equipo gane o pierda. Noventa minutos no van a cambiar nuestro día a día. Nos pueden eludir del presente por un instante, pero la realidad vuelve tras el pitido final. Estamos apurando noviembre y en nada arrancamos el último mes del año. Éste nos trae un magnífico puente, la final de un Mundial, la Navidad y sus tradiciones y si reflexionamos un poco, lo efímero que es el tiempo. Parece que fue ayer cuando despedíamos el verano y estamos cerca de comenzar un nuevo capítulo cuyo título es 2023. Estamos a tiempo de rematar óptimamente este año y mientras sigue rodando el balón no nos olvidemos de que “la victoria y el fracaso son dos impostores, y hay que recibirlos con idéntica serenidad y con saludable punto de desdén” como dijo Rudyard Kipling. El mismo que escribió: “Si en la lucha el destino te derriba. Si todo en tu camino es cuesta arriba. Si tu sonrisa es ansia insatisfecha. Si hay faena excesiva y mala cosecha. Si a tu caudal se contraponen diques, date una tregua. ¡Pero no claudiques!”

Jimena Bañuelos

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TRIUNFOS

Ya ha comenzado el mundial de Qatar, un mundial que no está exento de polémica. Es raro que en estas fechas del año tengamos que estar pendientes de las selecciones de fútbol. Qatar no ha dejado indiferente a nadie y quizás por eso, no se palpa en las calles y en los bares ese espíritu futbolero de ediciones anteriores. Es cierto que también tiene mucho que ver la evolución que ha tenido “La Roja” desde que Luis Enrique está al frente. El seleccionador español tampoco es del agrado de muchos y el descontento se convierte en apatía en un abrir y cerrar de ojos. Quedan muchos partidos por jugar hasta alcanzar la anhelada copa, pero el parón en las Ligas en plena temporada es, en el fondo, para contentar, a los auténticos beneficiarios de este mundial. A buen entendedor, pocas palabras bastan…

El miércoles será el día en el que se estrene la selección española, pero de esta fase solo me interesa un partido y éste, sin duda, es en el que se verán las caras ante Alemania. Hay algo en mí que me hace vibrar de una manera especial. Podría decir que tengo el corazón partío, pero la sangre siempre tira más. El próximo domingo veremos quién se lleva los puntos, la camiseta, sin duda, la tengo ya preparada. 

La primera semana mundialista, obviamente, llega cargada de partidos, pero a los que no nos atrae especialmente esta competición por motivos más que lógicos tenemos planes alternativos. La Navidad parece que está a la vuelta de la esquina y el jueves cuando Madrid se ilumine comenzará la cuenta atrás para las fiestas. El “Black Friday” dará el empujón necesario para ir comprando todos esos regalos que a nuestros seres queridos les hace especial ilusión. 

Unos estarán ilusionados con “La Roja” y es más que respetable, pero otros a los que la selección nos ilusionó en su momento, hemos cambiado nuestras prioridades. Esperaré con ansias a que vuelva la Liga y eso que el Atleti no está bien, pero lo cierto es que soy de tradiciones y los mundiales me gustan en verano y en países donde la libertad, el respeto y los derechos humanos sean incuestionables

Y dicho esto, y ya que he hablado de tradiciones, toca ir a ver la iluminación poco a poco, disfrutar de las comidas y cenas con amigos y, por supuesto, aprovechar cada momento porque todo pasa muy deprisa. La cuenta atrás para Navidad todavía tiene muchos días, pero en un abrir y cerrar de ojos habremos hincado el diente a los turrones, comido más de un polvorón y estaremos haciendo balance de este año. No tenemos que arrepentirnos de lo que hemos hecho, sino de lo que hemos dejado de hacer por ese miedo que nos nubla el presente. Estamos a tiempo de rematar este año como queramos. Unos están en Qatar anhelando una copa y otros anhelamos ver felices a los que queremos. Conseguir eso es el mejor triunfo de todos.

Jimena Bañuelos

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TIEMPO DE DULCES

Dicen que a nadie amarga un dulce y va a ser cierto porque tras los buñuelos y los huesos de santo  llega la corona de la Almudena. El pistoletazo de salida para los más golosos ya se ha producido porque aunque queda tiempo, los turrones lo inundan todo y los roscones de Reyes ya están en los supermercados. Las lucen de Navidad están colgadas y la cuenta atrás para su inauguración ya está en la cabeza de más de uno. Nos guste o no, y con el mes de noviembre casi recién estrenado, la Navidad va llamando a nuestras puertas. 

Lo de vivir el presente está muy bien, pero es difícil eludir el futuro próximo cuando nuestro día a día está marcado por todos los elementos que nos conducen a los últimos días del año. Las compras también tienen su fecha señalada porque este mes acaba con el “Black Friday» en el que muchos aprovecharán a cumplir los deseos de sus seres queridos. La carta de los Reyes se escribe a diario y los más avispados saben como acertar. 

Quizás y porque depende de uno mismo, el balance de este año es lo que puede esperar. Es cierto que está más que escrito para bien o para mal, pero posiblemente y fruto de vivir el presente pueda haber en este mes y medio un giro de ciento ochenta grados que lo cambie todo, en el caso de que éste pueda provocar más sonrisas y éstas han escaseado en los meses anteriores. Dicen, también, que la esperanza es lo último que se pierde y, por eso, aferrarse a ella no está demás. 

Tampoco está demás, ver de reojo si los propósitos de enero siguen en la lista de pendientes o en la lista de cumplidos. Aquí no hay excusas que valgan porque también es una decisión personal llevarlos a cabo. Aunque el ambiente empiece a tener el matiz navideño, todavía queda más de un mes y medio para renovar esos anhelos o en su defecto apurarse para cumplirlos con la satisfacción que eso conlleva. Quizás, haya sueños que podamos cumplir aunque no estén en ninguna lista. Precisamente, los sueños, muchas veces, no nos dejan dormir. Por eso, despiertos y con los cinco sentidos en alerta hay que luchar por ellos porque la satisfacción tras convertirlos en realidad es inmensa. Igual pasa lo mismo con los propósitos… (eso que lo valore cada uno).

De todas formas, confieso que me gustan las tradiciones. No renunciaré a los dulces a los que he hecho alusión al principio, porque la vida también es compartir con quien quieres esos momentos únicos que solo pasan una vez al año. Reconozco que el chocolate es y será mi debilidad, pero no me olvido que el presente es ahora. Y este “ahora” pasa en un suspiro como para despistarse con lo que vendrá. Cada cosa a su tiempo porque éste hay que disfrutarlo no vaya a ser que luego nos arrepintamos. Todo llega y todo pasa. Es ley de vida, y en la vida día que pasa, día que no vuelve. 

En definitiva, Carpe Diem. 

Jimena Bañuelos

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LA OBSESIÓN DE DAR LECCIONES

Es curioso como conviven Halloween y la Navidad en los supermercados. Dicen que hay que vivir el presente, pero a veces, éste se acelera y nosotros con él. La vida son ese conjunto de historias que vamos escribiendo día a día. Quizás, por eso, vea lejos en el calendario el día de Halloween y mucho más la Navidad. Queda una semana por delante, y en siete días hay muchos momentos por disfrutar. 

Reconozco que lo de Halloween lo respeto, pero la tradición marca el inicio de noviembre con sabor a buñuelos o huesos de santo y la historia de Don Juan Tenorio. Quizás, para vivir un “Halloween” de verdad haya que estar donde el “truco o trato” esté más arraigado. Es cierto que nos gusta celebrar las fiestas, pero también tenemos que valorar más nuestra propia cultura y dejar de buscar fuera lo que nunca hemos tenido marcado en el calendario. 

Evidentemente, los tiempos cambian y con él las modas, pero éstas, muchas veces, se están llevando por delante la esencia con la que muchos han crecido a lo largo de los años. Eso también es cultura y, por supuesto, tiene un valor inalcanzable. Adaptarse y evolucionar está bien, pero no hay que obsesionarse dando lecciones de moral. Los principios básicos de la vida los tendríamos que tener todos, pero de ahí a imponer opiniones hay un trecho. 

No concibo que me impongan unas ideas que no comparto porque haya que pensar de determinada manera. Cada uno es como es, y en cuestión de opiniones, basadas en lecciones de moral matizadas por lo políticamente correcto, hay quienes nos resistimos a ceder nuestros principios dejando atrás el que dirán. 

Desde niña está entre mis canciones favoritas “A quién le importa” de Alaska y con el paso de los años su letra y la vida me han ido definiendo. Dijo Winston Churchill:“Personalmente siempre estoy dispuesto a aprender, aunque no siempre me gusta que me den lecciones”, tiene toda la razón. Quizás, los que dan lecciones antes tengan que aprender algo básico que es el respeto. Sin duda, aplaudo la reacción de David Summers ante lo sucedido con otro clásico de la música. Los que se ofenden por todo sin contextualizar viven en una eterna lucha de ideas, porque lo que hoy consideran correcto puede dejar de serlo más pronto que tarde. La cultura del pasado está llena de ejemplos que a muchos les pueden ofender, pero hay que ser conscientes de lo que estos ejemplos representan. 

El presente es hoy y se convierte en pasado en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, aquellos que dan lecciones de vivir la vida tienen, sin duda, que dejar que cada uno disfrute de la suya y haga con ella lo quiera, porque somos dueños de nuestra propia historia y la escribimos como queremos y la pondremos la banda sonora que más nos plazca. En definitiva, estamos aquí para pasarlo bien, como canta mi querido David Summers.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/38745/la-obsesion-de-dar-lecciones

REGALAR MOMENTOS

Seis días y bajando. La cuenta atrás para la Navidad está en la recta final y con ella muchos están preocupados de los preparativos. Unos preparativos que incluyen en algunos casos los famosos test de antígenos. Como todo en la vida éstos tienen a sus partidarios y a sus detractores, pero hay quienes valoran la prevención en esta época de reuniones. Una reuniones que conllevan no solo el riesgo de contagio que ven algunos, sino la oportunidad de vivir momentos inolvidables con las personas que más nos importan. Esos recuerdos pueden ser la mejor inyección de ánimo y moral a quienes la fatiga pandémica les está pasando factura. Un soplo de aire nuevo siempre sienta bien y un buen abrazo lo puede cambiar todo. La precaución no está de más pero el sentido común es el mejor aliado para afrontar estos días tan entrañables. 

Como entrañable es la ilusión que transmiten los más pequeños. Ellos son el motor de ese espíritu navideño que lo envuelve todo. La inocencia es lo que tiene y a pesar de que los adultos vivamos rodeados de preocupaciones, también por cuestión de salud, es bueno dejarlas de lado y recuperar a ese niño que todos llevamos dentro. Es cierto que el mejor regalo es poder estar con los tuyos en estas fechas. Por eso, ya que hace un año soñábamos con disfrutar de esta Navidad con la mayor normalidad posible, no hay que dejar escapar la oportunidad que tanto anhelábamos. 

Anhelar momentos o sueños es bueno ya que son un buen motor para “tirar para adelante” en los momentos más complicados. Todo pasa. El tiempo, aunque en las malas parece que se ralentiza, en el futuro, el doloroso pasado será un mero recuerdo que no duró tanto. La perspectiva lo cambia todo y la situación también. Lo que ahora nos desborda, más adelante será una nimiedad. Eso sí, lo que no puede faltar es la actitud con la que afrontamos ese todo. 

Una actitud que en estos momentos pasa por decorar las casas, poner el Belén y el árbol y si es preciso cantarse algún que otro villancico porque el mítico “All I want for Christmas is you” de Mariah Carey o “El tamborilero” de Raphael han vuelto a casa por Navidad. De hecho, cada vez hay más cantantes que se animan a sacar un villancico en estas fechas. Eso sí, los populares siempre estarán en los recuerdos de quienes siendo unos niños “taladrábamos” a nuestra familia con “Los peces en el río” o “Ande, ande, ande la marimorena”, entre otros. Quizás, después de todo lo que hemos vivido desde marzo del 2020, sea un buen momento para sacar la zambomba y darle a la vida la alegría que el virus nos quitó. Está siendo una etapa muy dura, pero no podemos permitir que este bicho y sus mutaciones nos roben más experiencias. 

En definitiva, todavía estamos a tiempo de escribir la carta a Papa Noel y a los Reyes Magos y pedir esos recuerdos que están por venir… Tenemos mucho tiempo para construirlos… Pongámonos manos a la obra. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/29084/regalar-momentos

TIRANDO DE REFRANES

Continuamos con la cuenta atrás para la Navidad y para que acabe el año. Las ganas de recuperar la normalidad son más que evidentes, sólo hay que observar el comportamiento de las personas. Es natural que nos apetezca volver a las viejas costumbres porque aunque sigamos con la pandemia como telón de fondo la situación ha mejorado, a pesar de que los contagios estén en aumento. El porcentaje de vacunados ha hecho que España esté llevando esta nueva ola, provocada por la variante Omicron, mejor que otros países europeos. El tiempo nos dirá si son necesarias más restricciones, aunque si bien es cierto, volver a reunirse con los seres queridos lleva implícito extremar la cautela. 

Hace un año todo era muy diferente. Si recordamos la situación nos daremos cuenta de lo que hemos mejorado y, por supuesto, ese es el mejor motivo para no relajarnos en exceso. Los excesos, en el mes de diciembre, tienen otros protagonistas. Esa tradición también se cumple en muchos casos y no está mal caer en la tentación de los dulces y las comidas abundantes porque “una vez al año, no hace daño” como dice el refranero. 

Un refranero que es sabiduría en estado puro, dice: “Frío coral, un mes antes y otro después de Navidad”, puesto que, aunque todavía no ha llegado el invierno, todos hemos sentido el desplome de las temperaturas. Es cierto que es lo que toca, pero desde noviembre vamos encogidos por las calles y a paso ligero para mitigar el viento que corta el rostro. No podemos olvidar, si comenzamos con los balances de este año, que la gran nevada Filomena llegó a Madrid en enero. No sé si el “año de nieves, año de bienes” ha cumplido con lo esperado. Lo que está claro es que a superar retos no nos gana nadie, ni que estuviéramos jugando a “Jumanji.” 

La vida es un juego y estamos en ella jugando nuestras cartas. Llega la época del año en la que nacen propósitos nuevos, otros se acumulan a los de años anteriores y, sobre todo, se ponen todas nuestras expectativas en el año que comienza. Un año al que, sin duda, hay que pedirle mucha salud porque la pandemia nos ha enseñado muchas lecciones, pero el valor de la salud es incalculable. Sin ella pocas cosas se pueden hacer. Por eso, seamos conscientes de la realidad que tenemos y disfrutemos del presente con las precauciones pertinentes. La Navidad está a la vuelta de la esquina y renunciar a estar con nuestros seres queridos seguro que no está en nuestros planes. “Más vale prevenir que curar”, de nuevo el refranero. El 2021 tiene los días contados y “no hay mal que cien años dure”… Ahí lo dejo.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/28853/tirando-de-refranes

LUCES, COMPRAS Y NAVIDAD

Llegó el momento de despedir el penúltimo mes del año y dar la bienvenida a Diciembre. Las luces de Navidad ya están encendidas, y aunque el ambiente esté siendo muy frío, porque las temperaturas se han desplomado, la cuenta atrás para las fiestas ha comenzado. En muchas personas nacerá el espíritu de la ilusión propio de las fechas, en cambio otras se convertirán en auténticos “Grinch” que solo desean pasar la página del calendario. Nos guste o no, todo llega y, por supuesto, todo pasa. 

Pasar unos días diferentes depende de nosotros mismos. La Navidad te puede agradar más o menos  ya que son demasiados los sentimientos que remueve. La nostalgia es, sin duda, uno de ellos porque las ausencias se sienten aún más. Son muchos los recuerdos que brotan en los días previos y muchos más en los días señalados. Ahora bien, reconozco que los que ya no están me enseñaron a disfrutar y a vivir esta época del año como toca y aunque sea por honrar su memoria me resisto a que crezca en mí ese “Grinch” que todos llevamos dentro. Es cierto que hay sentimientos encontrados, pero la vida solo se vive una vez y estas fiestas son irrepetibles. Además, la pandemia ya nos ha privado de muchas y eso se nota. 

Y se nota en las calles de Madrid, la cuales, estaban abarrotadas el fin de semana pasado. Era extraño ver a tanta gente en la Gran Vía, en la calle Preciados, en la Puerta del Sol… pero la normalidad es eso. Lo que vimos el último año no era real y, por eso, de una manera o de otra hay que mirar al futuro con optimismo. Sabemos que todavía hay que tomar precauciones y en jaque ha puesto a los científicos la última variante sudafricana, pero la vida continúa y nuestro papel es seguir viviéndola y jugar con las cartas del destino como mejor podamos. Eso sí, reunirnos con nuestros seres queridos bien se merece extremar esas medidas. A pesar de eso, reconozco que palpar esa “normalidad” en el centro de Madrid da motivos para la esperanza. Está claro que al año que viene hay que pedirle el fin de la pandemia, pero como eso no está en nuestra mano, habrá que apostar por la salud y por recuperar los momentos, los abrazos y los besos perdidos. 

Evidentemente, el famoso Black Friday también influyó en el aforo de las calles porque, se comprara o no, por salir a echar un vistazo no se perdía nada. Los más previsores, posiblemente, en estas fechas ya tendrán solucionadas todas las compras de Navidad; en cambio el resto apuraremos hasta el último día para comprar el regalo que alguien anhela. Sin agobios y con una cuenta atrás que da margen de maniobra, el ambiente prenavideño ha comenzado. Sin duda, el puente de la Constitución y la Inmaculada, de la semana que viene, marcará un antes y un después. Eso sí, cuando escuchemos el sonido de los bombos del próximo 22 de diciembre ya estaremos en Navidad. Los villancicos serán la banda sonora que amenicen estos días, solo las campanadas les quitaran el protagonismo porque el Año Nuevo es el Año Nuevo y todos tenemos ganas de estrenar el calendario con la esperanza de dejar atrás lo peor que hemos vivido. Hasta entonces, preparémonos para lo que viene… Fun, fun, fun. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/28625/luces-compras-y-navidad

DEJARSE LLEVAR

Estamos en el ecuador del mes de noviembre y tras el “día del soltero” ya solo se habla del “Black Friday” y del “Cyber Monday” a pesar de que todavía queda más de una semana. Hay que asumir que la incitación a comprar y las necesidades de vender son evidentes. No está mal darse un capricho o hacer algún regalo. Hace una semana ya dije que estamos en la antesala de la Navidad con todo lo que ésta conlleva. Las ganas de poder disfrutar de todo nos han hecho bajar la guardia respecto a la pandemia. Es cierto que llevamos demasiados meses con restricciones pero quizás sea el momento de ver lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Los números comienzan a subir y las consecuencias las vamos a pagar todos. No digo que paremos nuestras vidas porque no tendría sentido ya que el ansia por la normalidad nos puede. Además, nuestra salud mental también necesita de esos estímulos que la lleven a dejar atrás lo vivido.  

Un pasado reciente que todavía está en nuestro presente y que de una manera o de otra nos trae algún que otro recuerdo. Alejarse de lo negativo siempre es bueno y si para ello hay que darse un capricho, éste estaría más que justificado. Cualquier excusa es buena para volver a sonreír porque la vida sigue pasando por mucho que nos lamentemos. Muchas veces esas quejas son injustificadas. Creo que a estas alturas hemos aprendido a valorar lo que tenemos y la salud está por encima de todo. Con ella podemos cumplir nuestros sueños y hacer frente al resto de adversidades. Ya no hace falta esperar al 22 de diciembre para darse cuenta de que la salud es el gordo que nos toca día a día. Frente al espejo, cada mañana tiene que aparecer la primera sonrisa de la jornada. 

Obviamente, en veinticuatro horas puede suceder cualquier cosa porque en un segundo todo puede cambiar, pero la capacidad de adaptación de la que tanto se ha hablado en el último año y medio ya la tenemos más que aprendida. La actitud es vital. Como vital es mirar por nuestro bienestar y luchar por él. Por eso, seamos conscientes de que la Navidad está a la vuelta de la esquina y reunirnos con nuestros seres queridos es lo que más anhelamos, pero no está de más mirar de reojo a la cifra de contagios y seguir los consejos de los sanitarios. 

Unos consejos que son por nuestro bien aunque estemos cansados de mascarillas, de distancia y hasta del lavado de manos si me apuras, pero ellos mejor que nadie han visto en primera línea los estragos que este virus ha causado. Pongamos en práctica el sentido común. Un sentido común que también nos invita a vivir de una manera distinta la realidad aunque esperemos que mas pronto que tarde todo vuelva a ser más o menos como antes. Estoy convencida de que la pandemia va dejar hábitos nuevos, pero nuestra esencia seguirá siendo la misma

Noviembre comienza con el día de Todos los Santos y el Día de Muertos y después tiene marcado sus días basado en las compras. El pistoletazo de salida será el encendido de las luces de Navidad y a partir de ahí, todo sonará a las fiestas y habrá que dejarse llevar… La vida también es eso. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/28187/a-9000-kilometros-de-distancia