19 DE MARZO, DÍA DEL PADRE 

Decía Rousseau que “un buen padre vale por cien maestros” y el mío he de reconocer que es uno de los mejores. Acabamos de festejar el Día del Padre, una fecha marcada en el calendario para homenajear al mejor compañero de vida, al mejor ejemplo a seguir y al mejor pilar en el que me he podido apoyar siempre. Juntos hemos vivido momentos muy felices y he de reconocer que durante la etapa más dura de mi vida fue mi gran compañero de batalla. Aquella “guerra” nos puso a prueba y, además de salir victoriosos, nos unió mucho más. Por eso, está claro que estamos preparados para lidiar con lo que la vida nos ponga por delante. Por supuesto, también nos toca celebrar todo lo que nos brinde cada día. 

El Día del Padre es un día especial, pero todos los días son especiales porque seguimos compartiendo confidencias. Me acusan, y con razón, de ser la niña de sus ojos, y si ese es mi mayor delito, acepto la condena. Y puestos a elegir prefiero una cadena perpetua. Tengo que reconocer que no eres el responsable de que sea del Atleti pero sí de que sea como soy. Me lo has dado todo a cambio de una sonrisa y siempre recibirás una porque verte feliz es, sin duda, lo que más anhelo. Una felicidad que es sinónimo de complicidad, la que tenemos nosotros con tan solo una mirada. Es cierto que madre no hay más que una y su valor es incalculable pero un padre, si es como tú, no tiene precio. No te cambiaría por nada. 

Como tampoco cambiaría el Día del Padre por el Día de las Personas Especiales. Un padre es único y es cierto que personas especiales en mi vida tengo muchas, pero cada una tiene su propia celebración o mejor dicho, cada una lo es por algún motivo en especial. Sin embargo un padre es inigualable. Querrán convencernos del cambio de nombre, pero los que somos rebeldes por naturaleza seguiremos haciendo y festejando lo que nos dé la gana. Somos versos sueltos que vivimos bajo nuestros principios. Estos son irrenunciables y como lo es el 19 de marzo. Siempre estará marcado en el calendario como un día especial. Quizás y, aprovechando que es el día de la Cremà de las Fallas de Valencia, habría que quemar esas ideas incomprensibles y absurdas que pasan por las mentes vacías de quienes buscan llamar la atención sin ton ni son, anunciando una tontería tras otra. La paciencia tiene un límite y ya cansa que quieran imponer tonterías a costa de las tradiciones de siempre. Cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero nunca dejaré de festejar el Día del Padre. Él se merece una fiesta a diario, pero en su día especial hay que brindar el correspondiente homenaje. 

Este año, el destino me ha permitido estar con él y no cambiaría por nada la comida familiar del pasado domingo. El presente es hoy y aunque la fiesta ya forma parte del pasado y de los recuerdos, jamás olvidaré la celebración porque la vida me enseñó que en un segundo todo puede cambiar y extraer todo su meollo es cuestión de actitud, por eso, si en Valencia ya están restando días para volver a disfrutar de sus fiestas, yo estoy restando días para volver a festejarle. Eso sí, por delante tenemos trescientos sesenta y cinco días para llenarlos de experiencias y momentos únicos que  son la antesala del próximo 19 de marzo. La cuenta atrás ha comenzado y mi padre y yo seguiremos disfrutado de la vida, eso sí, día a día y, por supuesto, partido a partido. 

Jimena Bañuelos

MUJER TODO EL AÑO

Como todos los años, el mes de marzo está marcado por días especiales. En Valencia están disfrutando cada día de una Mascletá que supone la cuenta atrás para los días grandes de las Fallas. En Castellón, la Magdalena está a la vuelta de la esquina y los preparativos están terminados desde hace tiempo. Desde hace tres años, recordamos el inicio de una pandemia que nos cambió la vida de la noche a la mañana y que supuso un reto para todos. Afortunadamente, la Covid-19 se ha quedado atrás. También, llegará la primavera y esperemos que el tiempo mejore, climáticamente hablando. Además, rendiremos homenaje a nuestros padres el próximo diecinueve y, por supuesto, mañana es el Día Internacional de la Mujer. Una jornada en la que todo se tiñe de morado y la reivindicación por la igualdad está en su punto más álgido, pero esta reivindicación tendría que reflejarse día a día y con sentido común, porque flaco favor están haciendo las que se auto proclaman lideresas del 8-M cuando son incapaces de dar un discurso coherente a favor de las mujeres. Digo coherente ya que la cantidad de barbaridades que se pueden escuchar superan la lógica humana. 

Dijo Mathama Gandhi que “llamar a la mujer el sexo débil es una calumnia, es la injusticia del hombre hacia la mujer. Si por fuerza se entiende la fuerza bruta, entonces, en verdad, la mujer es menos brutal que el hombre. Si por fuerza se entiende el poder moral, entonces la mujer es inmensamente superior.” Un reflexión muy propia para todos los que de verdad anhelamos esa igualdad. Una igualdad que no pasa, ni mucho menos, por ser una cuota. Al menos, poner en valor a la persona no está de más. Valorarse es vital para afrontar los retos que la vida te plante, ya seas hombre o mujer. Recuerdo que hace unos años El Correo de Burgos me preguntó sobre este día y les dije: “Desde niña aprendí a creer en mí. Ahora, soy una mujer que lucha por sus sueños afrontando todas las dificultades, siempre siendo fiel a mis principios. Nadie tiene derecho a subestimarme.” Hoy en día, les contestaría lo mismo. 

Mis principios son los que son y no los cambiaré como dice la frase de Groucho Marx. Ahí radica el poder que llevamos dentro. Las mujeres, es cierto, que no lo hemos tenido fácil a lo largo de la historia, y avanzar por un futuro próspero es lo ideal, pero no a base de ideología surrealista que en lugar de empoderarnos nos devalúa. Las mujeres tenemos el tesón suficiente para poder presumir de él y afrontar los retos que nos propongamos, pero de ahí a que nos quieran etiquetar sólo por el hecho de ser mujer hay un trecho. Ojalá las reivindicaciones más pronto que tarde sean cosa del pasado, para que la historia de los logros conseguidos no nos avergüencen. Si las pioneras levantaran la cabeza…

Desde luego, con la cabeza muy alta me siento orgullosa de ser quién soy y no necesito de pseudofeministas para luchar mis propias batallas. La vida me hizo fuerte para plantar cara a las dificultades y demostrar que la valía va intrínseca en la persona. 

Ya reflexionaba John F. Kennedy:  “Yo no digo que todos sean iguales en su habilidad, carácter o motivaciones, pero sí afirmo que debieran ser iguales en su oportunidad para desarrollar el propio carácter, su motivación y sus habilidades”. Más claro, agua. 

Jimena Bañuelos

De una hija a su padre

No eres el responsable de que sea del Atleti pero sí de que sea como soy. Me has dado mucho y tan sólo me pides que sonría. Fuiste fiel compañero de batalla y ganamos la guerra. Decía Rousseau que “un buen padre vale por cien maestros”, y así es, las mejores lecciones siempre se aprenden con un gran ejemplo, sin duda, el mío es de matrícula de honor. Festejaremos que es tu día por ser 19 de marzo pero ya sabes que todos los días tenemos algo que celebrar. Cualquier excusa es buena para ver la felicidad reflejada en tu rostro.

Madre no hay más que una y su valor es incalculable pero un padre, si es como tu, no tiene precio. No te cambiaría por nada. Me acusan de ser la niña de tus ojos, y si ese es mi mayor delito, acepto la condena. Y puestos a elegir prefiero una cadena perpetua. Es cierto, como decía Jardiel Poncela que “por muy severo78456203_XS que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre” pero en la vida de todo se aprende. Dice el refranero que “quien bien te quiere te hará llorar”, pero cuidado, porque las lágrimas no siempre son de tristeza. Son mares de sentimientos que no todos entienden.

Ya sé por qué hoy es tu día. Cuentan los anales de la historia que Sonora Smart Dodd, en 1909, mientras escuchaba el sermón en la iglesia por el Día de la Madre pensó en su padre, un veterano de guerra viudo que además de luchar por su país sacó adelante a seis hijos y una granja. Sonora pensó que su padre merecía un día especial en el calendario. Así que solicitó a las autoridades de Spokane (Estados Unidos) ese deseo. Un sueño que vio hecho realidad. La fecha: el tercer domingo de junio. Así nació esta fiesta al otro lado del charco. En España, corría el año 1948 cuando una maestra de escuela madrileña, Manuela Vicente Ferrero, a petición de un grupo de padres que reclamaba un día en su honor escribió un artículo titulado “El magisterio español”. Tal fue la repercusión que marcó en el calendario la fecha de hoy. Al parecer así comenzó todo: Reivindicando lo que se quiere.

Y, sencillamente, porque aún tengo la vida van estas palabras. El corazón me las dicta. Sentía que algo te debía. No tengo un regalo que darte pero sí un homenaje que rendirte.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)