LA INVESTIGACIÓN EN LA VIDA

Acabamos de celebrar el Día Mundial contra el Cáncer y una de las palabras más repetidas a lo largo de la jornada fue, sin duda, la investigación. Sin ella pocos avances se pueden hacer pero para ello es primordial que se invierta en la ciencia. No puede caer en el olvido, por ejemplo, de quienes nos gobiernan. Los diagnósticos de cáncer van en aumento y lo cierto es que mejorar los tratamientos e incluso personalizarlos es lo que los investigadores han conseguido con el paso del tiempo. Por eso, todavía queda mucho por hacer y la investigación, sea el día que sea, siempre debería ser esencial.

Muchos testimonios inundaron las redes sociales y es cierto que cuando te diagnostican un cáncer tu vida cambia drásticamente, pero siempre se puede contar con la confianza de los sanitarios que te acompañarán durante todo el proceso. Ellos viven contigo tus mejores días y tus horas más bajas, pero siempre  están a tu lado para hacerte saber que no estás solo. Es cierto que yo siempre me sentí arropada por los míos y por todo el personal sanitario que vivió conmigo cada ciclo de quimio, cada sesión de radioterapia y, por supuesto, el trasplante que lo cambió todo. 

Afortunadamente, la investigación ha ido mejorando los datos se supervivencia pero insisto en que todavía queda mucho por hacer. El sábado el lazo que había que lucir era el verde. El color  de la esperanza que no se puede perder en ningún momento porque durante la lucha contra el cáncer también se vive y, por supuesto, también se sueña. Aferrarse a la vida es incuestionable cuando la incertidumbre lo inunda todo. Aprender a convivir con la enfermedad y las buenas noticias siempre llegan cuando menos te los esperas. Por eso, para que éstas sean cada vez más frecuentes hay que apostar por todos esos proyectos de investigación que necesitan inversión para poder seguir adelante. Quizás muchas respuestas a demasiadas preguntas estén esperando en los laboratorios.

La sanidad es importante y la investigación también porque sin salud pocas cosas se pueden hacer. Un cáncer te enseña a valorar el presente, a valorar las pequeñas cosas y los momentos vividos. El tiempo puede ser tu aliado o tu peor enemigo, pero mientras luchas contra el cáncer el tiempo es oro en todos los sentidos. Además, al margen de la investigación científica, está la investigación personal  y gracias a ella te las ingenias para que nada te impida hacer aquello que más deseas.

Si hablamos de sentidos, la vida hay que exprimirla con los cinco sentidos y el sexto que vas desarrollando con el tiempo y que se agudiza en los peores momentos. Decía Pau Donés que “vivir es urgente” y lo es, porque nunca sabes cuando el guión puede dar un giro inesperado y el sentimiento de arrepentimiento de lo “no vivido” puede ser desolador para nuestra mente. En definitiva, ser feliz es lo que cuenta y en la vida, a veces, es mejor pedir perdón que permiso… A buen entendedor, pocas palabras bastan. 

Jimena Bañuelos

UN GORDO LLENO DE VIDA

Su sonido es inconfundible y su banda sonora consta de números y premios. Si hay un día al año en el que todos despertamos con una ilusión especial es el 22 de diciembre. El sorteo extraordinario de la Lotería da el pistoletazo de salida a la Navidad. Los sueños que nos han acompañado desde que compramos nuestros décimos pueden tener ese empujón económico que necesitamos, pero está claro que las probabilidades son muy pocas. Menos mal que de ilusión también se vive. 

Precisamente, si hablamos de vivir estamos atravesando una época muy dura. “El Gordo” llenará de euforia a los agraciados pero todos tenemos que estar pendiente del verdadero gordo que nos acompaña día a día. La salud es fundamental y la pandemia nos ha enseñado a valorarla aún más. Con ella puedes pelear por cumplir esos sueños que te desvelan. Sin ella poco se puede hacer porque cuando ésta se pierde siempre adquiere un gran valor. Un valor que está en alza desde que el coronavirus lo cambió todo. 

Adaptarse a esos cambios también es importante porque la vida no tiene un guion preestablecido. Jugar nuestras cartas es nuestra mejor opción, aunque el destino también pone de su parte. Mañana, el azar juntará un bolita con un número y otra con el mayor premio. Quienes lo tengan abrirán todos los informativos y derrocharán esa felicidad que solo se ve en este día tan señalado. Ahora bien, hay otros “gordos” en la vida. Unos “gordos” que son más importantes que el que sale mañana, de hecho, te pueden cambiar la vida o regalar vida como fue mi caso.

No puedes huir de tu pasado cuando éste está en tu presente. Convives con él y, por eso, intentas centrarte en lo positivo. De hecho, el destino ha querido que recientemente ese pasado me haya recordado lecciones que tenía algo nubladas. Obviamente, la principal es que “aún tengo la vida” y si a eso me aferré hace quince años no lo puedo soltar ahora. Aquel donante lo cambió todo. Ese “gordo” es el mejor premio que me ha dado la vida. Gracias a él he podido celebrar, de momento, quince navidades. Por eso, aunque comienza una época de nostalgia por los que no están en la que los sentimientos están, en muchos casos, a flor de piel hay que brindar con las personas que quieres por la salud y por un futuro cargado de ilusión. A mi “gordo” le debo sonreír todos los días por la vida que me ha dado. Una vida que me enseñó a elegir lo que me hace feliz. El futuro siempre es incierto pero es de valientes afrontar lo desconocido. Decía el filósofo alemán, Friedrich Nietzsche: “Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”. Del pasado me quedo con todo aquello me ha hecho ser la persona que soy hoy en día. Me enseñó a ser fuerte, a ser resiliente, a ser positiva, a luchar por lo que quiero y, por supuesto, a celebrar cada Navidad. “El gordo” lo cambió todo. Vivo el presente y ahora este presente tiene villancicos como banda sonora, luces por doquier, dulces que cumplen con las tradiciones y muchos momentos por disfrutar. 

Es tiempo de celebrar la Navidad. Es nuestro ahora y el ahora en un suspiro es pasado. Cada uno es autor de su historia, yo la mía la quiero escribir de tal manera que si tengo que releerla sea capaz de sacar una sonrisa. Esto depende de mí. Todo es cuestión de actitud. Así es la vida.

¡FELIZ NAVIDAD!

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

RESILIENCIA

“Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”, es decir, resiliencia. Una palabra que muchos han conocido cuando empezó la pandemia, otra cosa es ponerla en práctica. La capacidad de adaptarse a las circunstancias es fundamental para afrontar todos los cambios que estamos experimentando día a día. A estas alturas todos somos conscientes de la situación tan complicada que vivimos. La incertidumbre de no saber cuando terminará nos agobia, nos angustia pero tenemos que aliarnos con la esperanza porque cada vez está más cerca la salida de este túnel. Queremos dejar atrás el 2020 cuanto antes y cada vez queda menos. Es cierto que antes tenemos que celebrar la Navidad. Una Navidad que va a seguir existiendo a pesar de las circunstancias. Quizás no podamos hacer grandes reuniones, pero lo más importante es velar por la salud de todas las personas a las que queremos. 

La salud, a estas alturas del año, es lo más valorado y estos días preocupa la situación por la que están atravesando muchas ciudades. La curva de contagios está ascendiendo sin control y hasta que veamos los resultados de las medidas adoptadas aún quedan muchos días. Es cierto que la gestión en Madrid, a pesar de las críticas que ha recibido, es un claro ejemplo de cómo se puede doblegar la curva. Eso sí, no se puede bajar la guardia ni confiarse en exceso. No se pueden repetir los errores del pasado porque las consecuencias del verano las estamos pagando desde el mes de septiembre. 

Afortunadamente, no todo son malas noticias si nos centramos en la pandemia porque el anuncio de la vacuna ha sida una inyección de moral para muchos. Aferrarse a la ilusión de que el final está más cerca, es una ayuda muy necesaria dado el agotamiento mental que cada vez está más presente. La posibilidad de recuperar lo que el coronavirus nos arrebató de la noche a la mañana significa hacer realidad lo que llevamos meses soñando. Está claro que hemos aprendido a valorar todo lo que antes era insignificante. La vida da lecciones que marcan un antes y un después. Este año es, sin duda, un master de resiliencia porque vivimos al día, con cambios permanentes y muchos de ellos se van a quedar más tiempo del que nos creemos. Adaptarnos es fundamental y ahí nace la fuerza para afrontar todo lo que venga. La incertidumbre no suele ser buena compañera de vida, pero es mejor estar preparado para reaccionar ante ella a que ésta nos pille desprevenidos.

Seamos conscientes de la realidad. Seamos responsables y aceptemos que no se trata de “Salvar la Navidad”, se trata de salvar vidas, porque la cifra de muertos es escalofriante y lo triste es que muchos ven en ella solo un número. Un número, no olvidemos, que tiene nombre y apellidos. Una familia que llora su ausencia, una ausencia que se notará en las próximas fiestas. Por eso, centrémonos en cuidar de los nuestros y aceptemos que esta Navidad será diferente, pero será una buena Navidad si podemos celebrar que nuestros seres queridos están bien a pesar de las circunstancias. La tecnología juega a nuestro favor y una videollamada puede ser el mejor regalo que podemos recibir. Yo lo tengo claro. La salud es lo primero y a ser resiliente ya me enseñó la vida hace unos años. Hay lecciones que no se olvidan.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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DECISIONES CON TÍTULO DE PELÍCULA

Las medidas contra la pandemia se han endurecido en casi toda España. Es lógico ya que la situación en muchas Comunidades Autónomas es crítica. Las cifras no dan tregua y los hospitales están a punto de colapsar. Está claro que la segunda ola está dejando en evidencia que no hemos aprendido de los errores del pasado o, simplemente, que la responsabilidad individual está en entredicho. No es bueno generalizar pero sí es cierto que las medidas adoptadas están afectando a los sectores vinculados al ocio. Por mi tierra, Burgos, seguro que están echando de menos tomarse unas “tapitas”, pero la salud de todos prima sobre los efectos en la economía. De momento, y para ser sinceros, Madrid ha mejorado notablemente. Las medidas, tan cuestionadas, de la presidenta están dando sus frutos y los datos así lo corroboran. Espero que también sirvan esas cifras para quitarnos a los madrileños el estigma de ser los “supercontagiadores” del país.

Un país que ha estado pendiente de lo que sucedía en Estados Unidos mientras el Gobierno adoptaba medidas muy cuestionables. De “Salvar la Navidad” hemos pasado al “Ministerio de la Verdad”. Ni que estuviésemos viviendo una película, quizás el 2020 lo sea pero parece que ahora lo que se cuestiona es la información periodística. Como un jarro de agua fría ha caído ese anuncio en la profesión y no es para menos. Es cierto que las noticias falsas se propagan a una velocidad descomunal pero no está en los principios del periodismo su elaboración. Los medios y los periodistas, entre los que me incluyo, somos los responsables de hacer un buen trabajo y no podemos estar sometidos a la “censura” que quieren imponer desde Moncloa. Es cierto que todavía no han dicho cómo lo van a llevar a cabo, pero con la ocurrencia ya tenemos suficiente. De hecho, se la podían aplicar los propios miembros del Ejecutivo ya que en sus declaraciones han salido a la luz más de una declaración de dudosa veracidad que el tiempo ha demostrado su falsedad. Que den ejemplo es un buen principio y si no que se abstengan al buen trabajo periodístico. Quizás sea éste el que se les atragante, pero el artículo 20 de nuestra Constitución así lo avala. La libertad de prensa es incuestionable.

Como incuestionable es que el castellano es la lengua de todos a pesar de sus detractores, pero todo vale por mantener el poder o por sacar adelante unos presupuestos… Lo que nos queda por ver con tal de aferrarse a un sillón, mientras a diario mueren más de trescientas personas en el mejor de los casos. Me abruma la “normalización” que hemos hecho de la cifra de fallecidos. La insensibilidad a la que nos han llevado. Sería bueno hacer examen de conciencia porque en la película que nos quieren vender para salvar la Navidad se olvidan de que este año habrá un récord de ausencias.
Sinceramente, nos iría mejor si algunos políticos dejaran la demagogia a un lado y se preocuparan por los ciudadanos, porque las consecuencias de sus decisiones las pagamos los de siempre. Y a estas alturas del año, cuando el hartazgo y el desánimo están en alza, tonterías las justas.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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ALARMA

Estamos a escasos días de despedir el mes de octubre, un mes que ha estado marcado por la evolución de la pandemia. Los datos no son nada buenos. Las medidas han llegado a cuenta gotas y no por igual en todo el territorio español. En Madrid hemos pasado por distintas fases, algo que generaba muchas dudas entre la población ante el desconocimiento de qué se podía hacer y qué no. Pues bien, después de visitar al Santo Padre, el presidente del Gobierno no tardó ni veinticuatro horas en decretar el Estado de Alarma en toda España. Un Estado de Alarma que en principio dura quince días y su prórroga está en manos del Congreso. Teniendo esto muy presente, Sánchez nos anunció que su pretensión es que dure hasta el nueve de mayo. Casi nada. En seis meses pueden pasar muchas cosas. No hay que olvidar que si analizamos los discursos de Fernando Simón no parece que la situación fuese tan crítica. En fin, entre políticos anda el juego porque parece que solo hay un interés en todo esto y no es precisamente el sanitario. Es una pena pero es lo que se palpa en el ambiente. La batalla política es evidente e innecesaria en estos tiempos. Nos aseguraron que de esta situación saldríamos más fuertes, algo que dudo bastante. Quizás sea mejor no hacer suposiciones y esperar a que llegue el final y ver cómo nos encontramos. 

Dicen que después de la tempestad siempre llega la calma, pero ésta puede estar cargada de duros recuerdos. No hay que olvidar que la cifra de los fallecidos no es únicamente un número. Son personas, son familias que han perdido a un ser querido. Estamos a escasos días de celebrar el Día de Muertos, un fiesta muy señalada en México. En estos tiempos de pandemia este ritual cobra especial significado. Rendirles un homenaje es algo que no podemos obviar y más cuando la soledad ha acompañado a muchas personas en sus últimos momentos de vida. Es triste pero es la realidad de este año. Un 2020 que pasará a la historia por su dureza y que de una manera o de otra nos ha marcado a todos. Es fácil decir que hay que ser fuerte, pero de la teoría a la práctica hay un trecho. Esta última es bastante más complicada porque requiere de mucha fuerza mental y, por supuesto, de una gran capacidad de adaptación. 

Nos decían en julio que habíamos derrotado al virus y no era cierto, pero la ansias por salvar el verano estaban ahí. Era obvio que en septiembre iba a llegar la segunda ola, ésta se adelantó a agosto y ahora no tenemos que sorprendernos por cómo estamos. En la responsabilidad individual de cada uno reside la clave para que la curva vaya en aumento o, por el contrario, descienda. Ha comenzado el Estado de Alarma, veremos como es su evolución. Por delante tenemos todo el mes de noviembre, de la Navidad mejor ni hablamos. Es el momento de vivir el día a día teniendo siempre las recomendaciones muy presentes. A mí, lo que realmente me alarma es que por encima de la salud esté primando el interés político. Ahí lo dejo…

Jimena Bañuelos

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AFRONTAR PSICOLÓGICAMENTE EL CORONAVIRUS

Mi buen amigo Javier Urra nos da las pautas para afrontar la situación que estamos viviendo. Os invito a que os adentréis en este artículo porque toda ayuda es buena, y más, cuando viene de los profesionales:


AFRONTAMIENTO PSICOLÓGICO

Humanos, siempre vulnerables. Desde el poder de la convicción social hemos de dar ejemplo de responsabilidad individual y colectiva.

En esta etapa de incertidumbre la sociedad civil ha de dar un paso adelante. Este no es momento para la sobrerreacción o el sálvese quien pueda. Hemos de apoyar a nuestros sistemas sanitarios, evitando el pánico.

Desde luego estamos en crisis y se aprecia la vulnerabilidad de la salud, de la economía. Quiebras en cadena, de producción, de turismo, en las bolsas. Tenemos una pandemia, pero veamos si también va a ser de generosidad o de egoísmo.

Es hora de que nuestros jóvenes muestren su altruismo y responsabilidad, ahora toca cuidar, preservar, a los más mayores.

Precisamos ante tanta sorpresa, ante un hecho inesperado, liderazgos sociales, solidaridad, comprensión, compromiso. Este es un mundo en que hay globalización también de las personas, y necesitamos de una gobernanza global.

WhatsApp Image 2020-03-17 at 11.25.44Evitemos o al menos limitemos en lo posible la desinformación, sigamos lo que la Organización Mundial de la Salud (O.M.S) nos señala, así como nuestras autoridades sanitarias. En un momento de incertidumbre exponencial, con un periodo que es indefinido de tiempo, acostumbrados como estamos a la movilidad humana, nos adaptaremos al teletrabajo y nos resultará difícil el dejar de tocar y ser tocados, del contacto, del piel con piel.

Apreciaremos las carencias. Observaremos la inmoralidad de los especuladores, conoceremos de las bancarrotas, del sufrimiento de los países sin red sanitaria.

Una crisis económica mundial es previsible, o al menos una recesión económica con aumento del desempleo, y como siempre en los avatares de la vida, afectará a los más desfavorecidos, a quienes están en situación precaria, a las personas sin hogar.

Vivimos, algunos malviven, con altos niveles de desigualdad. Pero llegados a este punto, la psicología nos enseña que hemos de ser más resilientes, que hemos de fortalecer la capacidad de resistencia social.

Es importante la actitud ante esta gran disrupción, y saber que aislarse es un riesgo grave. Conozcamos lo que acontece desde un enfoque clínico, sigamos los informes oficiales de noticias.

Hemos de adaptarnos a título individual y comprobar que no todo en la vida está bajo control, que vuelven viejos fantasmas, que hay quien nos transmite escenarios apocalípticos, y por contra nos encontramos con la arrogancia de los irresponsables. Estamos ante el vacío, ante la sensación de que todo puede quebrar, nos preocupa lo impalpable, la conciencia de fragilidad.

La realidad es la que es, y la que hacemos. No somos inmortales. Mantengamos (en lo posible) la normalidad, no nos obsesionemos, no seamos abducidos por la sobreinformación. Busquemos la verdad, y desde luego busquemos el apoyo afectivo. Afrontemos la situación ayudando a los demás, manejando el autocuidado, apoyándonos en seres queridos ante la ansiedad. No perdamos la perspectiva, no nos sintamos acosados y acorralados, y desde el autocuidado mantengamos nuestra salud mental.

En caso de nerviosismo abrumador, tristeza persistente, angustia o pánico, acudamos a un psicólogo clínico. Pues estos expertos en salud mental ayudan a las personas a lidiar con el estrés extremo. Aportan formas constructivas de manejar la adversidad.

No es broma, decir que hay que recurrir en lo posible al humor. El tema es grave, pero puede ser largo, y el ser humano necesita agarrarse, acogerse a fortalezas que le den perspectiva, que le den seguridad. Al respecto pensemos en la baja mortandad. Seamos conscientes del inmenso porcentaje de personas que se curan. Realicemos acciones que nos transmitan sensación de control, como el lavarnos las manos y seamos responsables de lo que hacemos, pues podemos ayudar.

Cuidado con las redes sociales y con el contagio del miedo y del pánico. Que el miedo no nos conduzca a manejarnos por impulsos. Si bien, la red social nos puede mantener conectados fomentando la sensación de normalidad y proporcionando valiosos medios para compartir sentimientos. Han de preocuparnos y mucho las personas que viven solas, y más si son mayores. Con respecto a los niños, hay que explicarles, informales de manera honesta y apropiada para la edad, hay que involucrarles, son ciudadanos de pleno derecho. Los niños observarán los comportamientos y emociones de los adultos, para acompasar sus propios sentimientos. 

Esta sociedad falsamente se siente muy segura, y de pronto todo parece desplomarse o al menos quedar en suspenso, a partir de ahí, hay una sensación de que el problema es global pero la afectación es individual, y muchos, los más, no saben qué hacer. Por un lado, hay que retirarse a los hogares, para evitar la propagación, por otro, muchos profesionales hemos de estar allí donde nuestra labor es esencial, donde los otros nos esperan. Y en ese sentido todos los que estamos concernidos en el ámbito de la salud, ya sea física o mental, tenemos un compromiso social ineludible. No hemos de acentuar los efectos de la epidemia por coronavirus Covid-19, con unas conductas de alerta personal y socialmente inadecuadas. Los ciudadanos del mundo hemos de asumir nuestra responsabilidad individual, sin ser paralizados por el miedo, sin entrar en pánico, ni obsesionarnos con la preocupación de enfermar. Hemos de tener capacidad para interesarnos por otros asuntos sin sobreexponernos a una información que satura y limita.

No podemos mantenernos en un estado de alerta permanente obsesionados por preocupaciones y sensaciones impedidos para dormir, trabajar, o salir del hogar.

Cuidemos en no reconvertir el miedo y la frustración en agresividad o violencia. Pensemos también en cuando esto pase.

Sigamos los consejos científicos, evitemos consumir y propagar información no contrastada.

Fortalezcamos nuestra capacidad de adaptación, de resolución de problemas. Mantengamos y compartamos desde el análisis de realidad una actitud optimista y esperanzada.

No magnifiquemos, ni trivialicemos el riesgo.

El ser humano es resiliente, afronta el sufrimiento, la incertidumbre, la ansiedad y la angustia.

Algunas personas somos población de riesgo, otras son y serán afectadas con el consiguiente deber de aislamiento.

Hoy la tecnología permite mantenerse conectado con los seres queridos.

Además será el momento de ocuparse, leyendo libros, viendo películas, escribiendo, para no caer en la soledad, la desesperanza y el miedo.

La especie humana sigue en evolución, esta es una prueba de compromiso, de sentirse concernido la solidaridad.

El brote eclosionó en una ciudad de China, la epidemia se extendió por el mundo, una pandemia, que nos enseña, que somos un solo mundo, que no conoce de fronteras ni nacionalismos.

Somos la suma de individualidades que compartimos la misma existencia.

Que aprendemos a seguir viviendo con restricciones, que modificamos costumbres, que prescindimos de lo que nunca habíamos pensado.

Como sociedad universal saldremos fortalecidos.

Este seísmo social nos recuerda la importancia de los abuelos, el acuerdo en la pareja, lo esencial de la escuela, el encuentro en el hogar durante días de padres e hijos, la flexibilidad laboral.

Creo que podemos y debemos aprender y aprovechar mucho.

 

Javier Urra

Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud Psicólogo

Forense Académico de Número de la Academia de Psicología de España

*Texto avalado por la Academia de Psicología de España

La importancia de un “buen gordo”

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Quedan poco más de quince días para acabar el año. Se dice pronto, pero a lo largo de estos casi trescientos sesenta y cinco días ha habido muchas sonrisas, muchas alegrías y, por qué no decirlo, alguna que otra tristeza. Muchos de ellos habrán pasado a los anales de nuestra vida sin pena ni gloria pero otros, en cambio, habrán dejado huella para siempre.

En esta época del año todo se ve diferente. La Navidad está llamando a la puerta y nos guste o no a todos nos afecta. Bajo el influjo del “espíritu navideño” todo son buenos deseos, buenos propósitos y buenas comidas porque, queramos o no, es el ambiente de estas fechas el que nos llena de una ilusión especial que con el paso de los meses vamos perdiendo. La batería de los sueños se recarga en Navidad, pero sus efectos deberían durar todo el año. Es cierto que la Navidad es especial pero al igual que el 25 de diciembre, cada día es único e irrepetible. ¿O no? Esa fue una lección de la vida.

Pero hablando de cosas únicas, único es el Sorteo Extraordinario del próximo día 22. Quien más y quien menos tiene en su cabeza el número de sus sueños. Sueños por cumplir, sueños que hacen brillar a los ojos de una manera especial, en definitiva, sueños que quizás el azar convierta en realidad. La diosa Fortuna será la que decida pero las responsables de llevar nuestra imaginación a límites inigualables son cinco cifras. Eso sí, las que siempre nos consuelan son cinco letras: Salud. Sin ella, poco se puede hacer. Es valorada cuando se pierde o como consuelo, pero gracias a la salud podemos disfrutar y pelear por cumplir todo aquello que anhelamos.

Si se trata de anhelar, a lo largo de la vida hay muchas cosas. Algunas pueden ir escritas en la carta a los Reyes Magos pero otras están escritas en la mente y en el corazón. Soñar con “el gordo” más preciado de estos días no es mi prioridad. Tuve mi “gordo” particular hace ya nueve años. No gané dinero sino salud. De ese “gordo” sé muy poco. Desconozco la terminación de su nombre aunque sé “la administración” que me lo dio. “Si lo importante es compartirlo” desde Alemania llegó la generosidad cargada de mi vida de mi donante. Por eso, cada año que pasa es la “pedrea” especial que me toca: años de vida. Y si ésta me sigue premiando así, lo tengo claro…No puedo pedir más.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

 

 

 

Genio y Figura

 

Es decir su nombre y a la mente me viene su sonrisa, su elegancia, su galantería, pero sobre todo, su interpretación. La tonta del bote, Truhanes, La casa de los líos son sólo algunos ejemplos que han grabado en mi memoria a Arturo Fernández. Reconozco que admiro a este asturiano desde siempre. Porque sin que él lo supiera me hizo vivir con mi abuela momentos que hoy en día son inolvidables. Sus gestos, sus coletillas y sus expresiones son inconfundibles. Actores como él hay pocos.

Y pocas oportunidades había tenido para verle sobre las tablas. Pero casualidades del destino, hasta la capital de La Plana ha llegado Enfrentados, su última obra teatral. Muchos ya me habían hablado de ella, de su genialidad, de las risas constantes, de la interpretación… pero eso no me sirve. La vida me enseñó que las experiencias hay que vivirlas in situ, lo que te cuentan está bien, pero las imágenes del recuerdo sólo las puede grabar uno mismo. Por eso, acudir al teatro era la ocasión que no podía perder.

Imagen-arturoOK--490x578Sin perder detalle estuve durante toda la representación. A mi alrededor sólo se escuchaban palabras de elogio para Arturo, y no es para menos. Gritando “Bravo” cayó el telón y el público estaba rendido ante un grande de la interpretación. El padre José María ya forma parte de mi recuerdo y algunas de sus lecciones también. Habla del paso del tiempo y su fugacidad. Sin duda, a los que no les gusta “hacerse mayores”, el reloj es su máximo rival, pero contra él poco se puede hacer. Cuidarse a lo largo de la vida es importante, porque sin la salud poco se puede hacer. En el día a día, las preocupaciones y el estrés van dejando mella en nosotros. Pero todo tiene solución. Aconsejan hacer deporte, comer de manera saludable y reírse diez minutos al día para tener más años de vida. Con Enfrentados ganas mucho porque desde que comienza las carcajadas son continuas, y esa es la mejor terapia que puede haber. Disfrutar y evadirse es posible. Cuando Arturo Fernández sube al escenario el tiempo poco importa. En este caso, te conviertes en un feligrés más de su parroquia, vives sus problemas y escuchas sus reflexiones y sermones. Todos sabemos que el futuro es incierto, que cuando creemos saber todas las respuestas, la vida viene y nos cambia las preguntas. Así que parafraseando al padre José María, o mejor dicho a Arturo Fernández, “prefiero vivir el presente”.

Que así sea.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

 

 

Oceans: El poder de la relajación

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Jenny, las manos de la relajación

Todo estaba preparado. Las velas encendidas, la luz tenue y el hilo musical sonando de fondo. Estoy a un paso de cruzar el umbral y dejar atrás el estrés de la rutina para adentrarme en una experiencia única de relax. La cabina de masaje con toques orientales es el contexto idóneo para facilitar que la mente y el cuerpo se dejen llevar a la desconexión y la relajación que tanto necesitan. Por delante sesenta minutos en los que las buenas manos, los aceites aromáticos y los olores me trasladarán a ese paraíso que mi interior reclama “a gritos”.

Así fue como empezó todo en las Termas Marinas El Palasiet. El masaje oceánico es sinónimo de relajación. Buscar el equilibrio entre el cuerpo y la mente es fundamental y para ello hay que dejar de lado todo lo que viene cargado de tensión y, por consiguiente, estrés. En muchas ocasiones no es tarea fácil, por eso, recurrir a una experiencia Oceans puede ser la mejor ayuda. Sin duda, un aliado que marcará un antes y un después.

Un después que me llama a repetir porque desde la planta de los pies hasta la cabeza se han notado sus efectos. Caen sobre mi cuerpo las primeras gotas de aceite, por supuesto con esencias de mar, para comenzar a sentir que lo mejor está por llegar. Los primeros en notar sus efectos son los más olvidados por casi todos. En los pies se encuentra reflejado todo nuestro cuerpo y por ellos empieza la desconexión. De sus plantas nace la relajación en estado puro. Una relajación que inicia su ascenso por las piernas, la espalda, los brazos para llegar hasta la cabeza y ahí apretar el botón que deja la mente en blanco. Olvidar la rutina no es fácil pero a medida que pasan los minutos la imaginación comienza a obtener el protagonismo que merece. Todos tenemos nuestro paraíso en mente y, precisamente, esa es la imagen que con total nitidez se logra perfilar en ella tras la “experiencia oceánica”.

El mar es fuente de vida. Contemplar su oleaje y dejarse llevar por él es algo que a nadie deja indiferente. Un masaje Oceans no es un masaje cualquiera. Es, simplemente, la relajación en estado puro. El que prueba, repite. Ya dijo Bohn que “la experiencia es la madre de la ciencia” y no hay respuesta científica que pueda explicar los beneficios del Oceans. Así que es el momento de que cada uno pruebe y saque sus propias conclusiones. Las mías las tengo claras y su título es: Relajación en estado puro.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

 

Sólo es un reflejo…

Espejo

Desde que somos niños aprendemos lo que son los cánones de belleza. Una belleza a la que no damos importancia hasta que vamos ganando años. ¿Quién no recuerda el tradicional cuento de Blancanieves? Fueron los hermanos Grimm los que dejaron en evidencia la fuerza que tiene un espejo. Muestra la realidad tal cual es y aunque el reflejo no sea de nuestro agrado siempre se puede mejorar. Eso sí, hay que hacerlo en manos de profesionales. La salud no está para jugar con ella. Está para cuidarla.

La reina del cuento se preguntaba: “Espejito, espejito ¿quién es la mujer más bella?” Nunca obtuvo la respuesta que deseaba y eso, trasladado a nuestros días, suele ocurrir muy a menudo. Y de cara al verano todos queremos poner el cuerpo “a punto”. La estación estival provoca deseos de cuidarse pero ese interés por nuestro bienestar debería de durar trescientos sesenta y cinco días al año. La rutina suele ser la culpable de todo, pero hay que ser realistas, los buenos hábitos se pueden adquirir y poner en práctica. De poco sirve la teoría si a la hora de la verdad nos olvidamos de ella.

Y es precisamente ahora cuando se buscan milagros. Milagros que no existen pero sí expertos que ayudan, y mucho. Ante el temido espejo, unos buscan perder los kilos de más, otros borrar las arruguitas que han aparecido…Y todo es posible siguiendo los tratamientos adecuados. El concepto de belleza tiene diferentes significados. Cada persona la valora de una manera o de otra. Para Ortega y Gasset, “la belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora”. Lo que está claro es que sentirse a gusto consigo mismo es fundamental para que la autoestima no decaiga. Porque la peor madrastra que hay es lo que uno dice de si mismo.

Por eso, hay que buscar el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Un balanza que debe estar equilibrada. En muchos casos hay que aprender a quererse. Los cánones de belleza no son ninguna ley que haya que cumplir. Si se infringen no pasa nada. Eso me recuerda al escritor inglés, Charles Reade cuando dijo: “La belleza es poder; una sonrisa es su espada”. En el fondo, ser feliz es lo que cuenta.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)