UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS

Los pacientes ingresados mucho tiempo en la UCI sufren secuelas psíquicas que han de ser tratadas. Un 33% padecen de síntomas de trastorno por estrés postraumático. Un 15% sufre depresión y otro 15% padece ansiedad.

Piénsese que han pasado por una situación crítica con un pronóstico muy incierto, han estado sedados, muy medicados, con ventilación asistida. Han sufrido desorientación espacio-temporal (sin saber exactamente si era de día o de noche, y sin ver la cara a los sanitarios). Padecen severa confusión, en algunos casos alucinaciones e ideas delirantes.

Añádase a lo antedicho, que la mayoría de los pacientes están inmóviles, ocasionalmente sujetos para evitar que se desconecten accidentalmente los tubos, e interactúan con muy pocas personas debido a que las familias no pueden visitarlos, y los sanitarios por protección, pasan poco tiempo en las habitaciones. 

Entendamos, que las respuestas psíquicas, emocionales, son (digamos), normales, en situaciones anormales. Los pacientes y en general evolucionan positivamente. Además quien ejerce la psicología le ayudará a discriminar lo vivido realmente, de lo imaginado, y a deshacerse de imágenes recurrentes e insidiosas así como de los terrores. 

Reseñemos que hay pacientes resilientes con gran capacidad de sobreponerse, tan es así, que alcanzan un desarrollo y mejora post-traumático, apreciando lo esencial, priorizando y reordenando su escala de valores. 

Hablemos ahora del síndrome post-UCI de los familiares, que no han podido acompañar a sus seres queridos en el hospital, solo han estado pendientes del teléfono. A la salida del centro sanitario, se convierten en cuidadores principales de los enfermos, y precisan también de apoyo para mantener su salud mental. Y es que quienes ejercen la psicología han de estar en las UCI, han de ser especializados, pues como dicen en HUCI (Humanizar los cuidados intensivos) “los cuerpos duelen, pero las almas sufren”; y a la salida del hospital con los pacientes y sus familiares cuidadores.

Al inicio nos encontraremos con quienes han sufrido delirium, y se muestran agitados. Padecen síndrome confusional, secuelas emocionales y trastornos cognitivos como alteraciones de la capacidad intelectual, déficit de atención y dificultades en sus capacidades de comunicación.

Sí, con apoyo psicológico de expertos, los familiares han de ayudar en la rehabilitación cognitiva, en la reeducación de la capacidad mental, de quien entre otros padece de trastornos del sueño, y una angustiosa sensación de desprotección, de fragilidad.

Javier Urra

Prof. Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud

Académico de Número de la Academia de Psicología de España

AFRONTAR PSICOLÓGICAMENTE EL CORONAVIRUS

Mi buen amigo Javier Urra nos da las pautas para afrontar la situación que estamos viviendo. Os invito a que os adentréis en este artículo porque toda ayuda es buena, y más, cuando viene de los profesionales:


AFRONTAMIENTO PSICOLÓGICO

Humanos, siempre vulnerables. Desde el poder de la convicción social hemos de dar ejemplo de responsabilidad individual y colectiva.

En esta etapa de incertidumbre la sociedad civil ha de dar un paso adelante. Este no es momento para la sobrerreacción o el sálvese quien pueda. Hemos de apoyar a nuestros sistemas sanitarios, evitando el pánico.

Desde luego estamos en crisis y se aprecia la vulnerabilidad de la salud, de la economía. Quiebras en cadena, de producción, de turismo, en las bolsas. Tenemos una pandemia, pero veamos si también va a ser de generosidad o de egoísmo.

Es hora de que nuestros jóvenes muestren su altruismo y responsabilidad, ahora toca cuidar, preservar, a los más mayores.

Precisamos ante tanta sorpresa, ante un hecho inesperado, liderazgos sociales, solidaridad, comprensión, compromiso. Este es un mundo en que hay globalización también de las personas, y necesitamos de una gobernanza global.

WhatsApp Image 2020-03-17 at 11.25.44Evitemos o al menos limitemos en lo posible la desinformación, sigamos lo que la Organización Mundial de la Salud (O.M.S) nos señala, así como nuestras autoridades sanitarias. En un momento de incertidumbre exponencial, con un periodo que es indefinido de tiempo, acostumbrados como estamos a la movilidad humana, nos adaptaremos al teletrabajo y nos resultará difícil el dejar de tocar y ser tocados, del contacto, del piel con piel.

Apreciaremos las carencias. Observaremos la inmoralidad de los especuladores, conoceremos de las bancarrotas, del sufrimiento de los países sin red sanitaria.

Una crisis económica mundial es previsible, o al menos una recesión económica con aumento del desempleo, y como siempre en los avatares de la vida, afectará a los más desfavorecidos, a quienes están en situación precaria, a las personas sin hogar.

Vivimos, algunos malviven, con altos niveles de desigualdad. Pero llegados a este punto, la psicología nos enseña que hemos de ser más resilientes, que hemos de fortalecer la capacidad de resistencia social.

Es importante la actitud ante esta gran disrupción, y saber que aislarse es un riesgo grave. Conozcamos lo que acontece desde un enfoque clínico, sigamos los informes oficiales de noticias.

Hemos de adaptarnos a título individual y comprobar que no todo en la vida está bajo control, que vuelven viejos fantasmas, que hay quien nos transmite escenarios apocalípticos, y por contra nos encontramos con la arrogancia de los irresponsables. Estamos ante el vacío, ante la sensación de que todo puede quebrar, nos preocupa lo impalpable, la conciencia de fragilidad.

La realidad es la que es, y la que hacemos. No somos inmortales. Mantengamos (en lo posible) la normalidad, no nos obsesionemos, no seamos abducidos por la sobreinformación. Busquemos la verdad, y desde luego busquemos el apoyo afectivo. Afrontemos la situación ayudando a los demás, manejando el autocuidado, apoyándonos en seres queridos ante la ansiedad. No perdamos la perspectiva, no nos sintamos acosados y acorralados, y desde el autocuidado mantengamos nuestra salud mental.

En caso de nerviosismo abrumador, tristeza persistente, angustia o pánico, acudamos a un psicólogo clínico. Pues estos expertos en salud mental ayudan a las personas a lidiar con el estrés extremo. Aportan formas constructivas de manejar la adversidad.

No es broma, decir que hay que recurrir en lo posible al humor. El tema es grave, pero puede ser largo, y el ser humano necesita agarrarse, acogerse a fortalezas que le den perspectiva, que le den seguridad. Al respecto pensemos en la baja mortandad. Seamos conscientes del inmenso porcentaje de personas que se curan. Realicemos acciones que nos transmitan sensación de control, como el lavarnos las manos y seamos responsables de lo que hacemos, pues podemos ayudar.

Cuidado con las redes sociales y con el contagio del miedo y del pánico. Que el miedo no nos conduzca a manejarnos por impulsos. Si bien, la red social nos puede mantener conectados fomentando la sensación de normalidad y proporcionando valiosos medios para compartir sentimientos. Han de preocuparnos y mucho las personas que viven solas, y más si son mayores. Con respecto a los niños, hay que explicarles, informales de manera honesta y apropiada para la edad, hay que involucrarles, son ciudadanos de pleno derecho. Los niños observarán los comportamientos y emociones de los adultos, para acompasar sus propios sentimientos. 

Esta sociedad falsamente se siente muy segura, y de pronto todo parece desplomarse o al menos quedar en suspenso, a partir de ahí, hay una sensación de que el problema es global pero la afectación es individual, y muchos, los más, no saben qué hacer. Por un lado, hay que retirarse a los hogares, para evitar la propagación, por otro, muchos profesionales hemos de estar allí donde nuestra labor es esencial, donde los otros nos esperan. Y en ese sentido todos los que estamos concernidos en el ámbito de la salud, ya sea física o mental, tenemos un compromiso social ineludible. No hemos de acentuar los efectos de la epidemia por coronavirus Covid-19, con unas conductas de alerta personal y socialmente inadecuadas. Los ciudadanos del mundo hemos de asumir nuestra responsabilidad individual, sin ser paralizados por el miedo, sin entrar en pánico, ni obsesionarnos con la preocupación de enfermar. Hemos de tener capacidad para interesarnos por otros asuntos sin sobreexponernos a una información que satura y limita.

No podemos mantenernos en un estado de alerta permanente obsesionados por preocupaciones y sensaciones impedidos para dormir, trabajar, o salir del hogar.

Cuidemos en no reconvertir el miedo y la frustración en agresividad o violencia. Pensemos también en cuando esto pase.

Sigamos los consejos científicos, evitemos consumir y propagar información no contrastada.

Fortalezcamos nuestra capacidad de adaptación, de resolución de problemas. Mantengamos y compartamos desde el análisis de realidad una actitud optimista y esperanzada.

No magnifiquemos, ni trivialicemos el riesgo.

El ser humano es resiliente, afronta el sufrimiento, la incertidumbre, la ansiedad y la angustia.

Algunas personas somos población de riesgo, otras son y serán afectadas con el consiguiente deber de aislamiento.

Hoy la tecnología permite mantenerse conectado con los seres queridos.

Además será el momento de ocuparse, leyendo libros, viendo películas, escribiendo, para no caer en la soledad, la desesperanza y el miedo.

La especie humana sigue en evolución, esta es una prueba de compromiso, de sentirse concernido la solidaridad.

El brote eclosionó en una ciudad de China, la epidemia se extendió por el mundo, una pandemia, que nos enseña, que somos un solo mundo, que no conoce de fronteras ni nacionalismos.

Somos la suma de individualidades que compartimos la misma existencia.

Que aprendemos a seguir viviendo con restricciones, que modificamos costumbres, que prescindimos de lo que nunca habíamos pensado.

Como sociedad universal saldremos fortalecidos.

Este seísmo social nos recuerda la importancia de los abuelos, el acuerdo en la pareja, lo esencial de la escuela, el encuentro en el hogar durante días de padres e hijos, la flexibilidad laboral.

Creo que podemos y debemos aprender y aprovechar mucho.

 

Javier Urra

Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud Psicólogo

Forense Académico de Número de la Academia de Psicología de España

*Texto avalado por la Academia de Psicología de España

Escritos de puño y letra

 

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Ha sido un paréntesis muy largo, pero un paréntesis necesario. Muchos pensamientos fluyen por la mente y de vez en cuando hay que hacer borrón y cuenta nueva. Eso sí, sin olvidar que Aún tengo la vida para hacer de ella la aventura que deseo vivir. Una persona, a la que echo de menos, me animó siempre a que escribiera. Nunca olvidaré la sonrisa con la que recibió el inicio de este pequeño espacio en la red. Hoy, apenas te escucho, el tiempo ha hecho que te olvides de casi todo y aunque ni mi nombre apenas pronuncies, sé que en ti están las muchas conversaciones que hemos mantenido, los muchos secretos que nos hemos contado y las muchas anécdotas que hemos vivido… Podría seguir enumerando todo lo que te llevas pero reconozco que a día de hoy salgo ganando. En mí quedan recuerdos, enseñanzas y, a estas alturas, grandes consejos.

Es por estas fechas cuando tenemos algo que celebrar y es también en estos días cuando la cuenta atrás para la Navidad ha comenzado. Las luces cuelgan en las calles, el turrón inunda los supermercados y el emotivo anuncio de la lotería ya se ve por las televisiones… Hace años era la época en la que había que ir pensando en las postales de Navidad, para luego estar muy pendiente del buzón y recibir los mejores deseos de aquellos que te quieren. El tiempo, el responsable de muchas cosas, ha hecho que las cosas cambien y eso ya sea cosa del pasado. De eso, no le culpo porque ha sido él, el que ha puesto en mis manos una postal navideña escrita de tu puño y letra. Y eso, sin duda, ha sido un gran regalo.

Los papeles me inundaban, ahora muchos de ellos ya no están en mi escritorio. Reconozco que da pereza hacer limpieza pero el mejor premio por hacer orden no ha sido una onza de chocolate; ha sido la lectura de tus palabras. Tengo buena memoria y por un momento, te he visto, te he escuchado y te he imaginado como siempre te recordaré. Así será abuelita.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

La fortaleza: Medicina para malos momentos

El sabio refranero popular dice que “el tiempo lo cura todo” o que “el tiempo pone cada cosa en su sitio” y puede tener razón, yo no digo que no. Pero cuando la situación es adversa, cada día es una eternidad. Y aunque exista el refrán adecuado para cada ocasión, a veces, el “paren el mundo que me quiero bajar” de la célebre Mafalda es más acertado que cualquier otro consejo.

Los consejos gratuitos son fáciles de dar cuando el problema lo tiene otro y difíciles de aceptar cuando es uno mismo quien los recibe. Hablar por hablar es muy fácil pero sólo el que realmente está preocupado por una persona sabe decir de corazón lo adecuado a la situación. Amigos hay muchos. De hecho, las redes sociales hacen que proliferen más que nunca…Pero de los de verdad no hay tantos. Es más, no necesitan estar en tus redes sociales para celebrar tus alegrías o estar a tu lado cuando los necesitas.Signpost pointing to problems and solutions.

Hablaba con un amigo que la vida te va dando lecciones día tras día y algunas de esas “lecciones” cuesta mucho aprenderlas, asumirlas y, por supuesto, aceptarlas. Yo no se lo discutía porque le doy la razón; pero también es bien cierto que ante las malas rachas la primera pregunta que te viene a la mente es: ¿Por qué a mi? No merece la pena desgastarse intentando responder a algo que sabemos que no podemos. Pero en nosotros está buscar la fortaleza que nos permita “tirar para adelante”. Que no es fácil, es cierto. Pero que “no hay mal que cien años dure”, también.

Pensar que después de la tempestad vendrá la calma es una buena opción. Y bien cierto es que las personas que están dispuestas a caminar contigo en la tormenta son las que realmente merecen estar en la vida de cualquier persona. Es una opinión que muchos no compartirán pero es una lección que aprendí y con nota.

Hace pocos días que sumé a mi cuenta personal un año más de experiencias y lecciones. Sé que en esta carrera vital no te licencias o diplomas ni a los tres ni a los cinco años, más bien nunca lo harás. Es la evaluación continua más dura que hay. De hecho, aunque te equivoques, asumas el error o incluso suspendas no hay posibilidad de repetir. El tiempo fluye muy rápidamente aunque las enseñanzas quedan para siempre.

Al igual que se cumplen años se pueden cumplir sueños, promesas, objetivos, y tantas cosas más… Eso sí, nadie puede vivir la vida por ti…Al menos yo, quiero escribir mi historia de puño y letra…¿Y tú?

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

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