SUPERVIVIENTES

El mes de mayo tiene las horas contadas y éste dará el testigo al mes de junio. Un mes que marca un punto de inflexión en el calendario porque con él superaremos el ecuador del año. Parece que el tiempo pasa muy deprisa pero hay que ir pasándolo día a día. Menos mal que el buen tiempo ha llegado para quedarse. Obviamente, nunca el termómetro marca la temperatura deseada por todos pero a los que nos gusta el calor estamos más contentos de lo habitual. El verano está a la vuelta de la esquina y la estación estival hay que reconocer que es anhelada por todos. El tiempo de vacaciones está cada vez más cerca, pero para ello hay que afrontar la recta final cuyo nombre es junio. 

Un mes que arranca con un fecha muy marcada en el calendario para quienes somos supervivientes de un cáncer porque el día 3 se conmemora nuestro día. Es cierto que individualmente lo celebramos a diario porque como vencedores y supervivientes sabemos mejor que nadie el valor que tiene el presente. Un presente que no queremos que se nos escape porque la vida se encargó de enseñarnos su valor. Aprendimos a vivir sabiendo que en un segundo todo puede cambiar, pero aún así, el pasado nos enseñó cual es nuestra receta de la felicidad. En el fondo ser feliz es lo que cuenta. 

Me alegra que el 3 de junio sea nuestro día aunque tardamos más tiempo que en Estados Unidos en señalar esta fecha en el calendario. Al otro lado del charco declararon en 1988 el “National Cancer Survivors Day” cada primer domingo de junio. Nunca es tarde si la dicha es buena, como bien dice nuestro popular refranero. 

Y buena es la perspectiva para este mes de junio porque con él llegará la noche más mágica del año: La noche de San Juan. Volver a recuperar las tradiciones es lo que llevamos haciendo a lo largo del 2022 y ésta, sin duda, será una más. Da alegría ver como recuperamos la normalidad que tanto hemos añorado. El ejemplo más reciente es la Feria del Libro de Madrid que ya ha comenzado. El Paseo de Coches estaba abarrotado de gente el pasado fin de semana y eso es buena señal. Los autores contentos, los lectores también y, aunque no sé como irán las ventas, da alegría ver una estampa que había quedado muy atrás en el tiempo. La pandemia nos lo arrebató todo y ahora nos toca a nosotros, como buenos resilientes que hemos sido, recuperar ese todo. 

La vida vuelve a esa normalidad que a su vez tenemos que convertir en extraordinaria. Como superviviente sé que cada día es un regalo y, precisamente por eso, y sabiendo que “Aún tengo la vida” quiero vivir los sueños y soñar la vida. 

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/34026/supervivientes

EL VERANO ES EL VERANO

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Mi columna para El Valle de México

Se convirtió en el protagonista de nuestras vidas de repente. Llegó y todo cambió. Lleva meses acaparando titulares y dejando tras de sí todo tipo de cifras, datos y comportamientos. El coronavirus se adueñó, poco a poco, de nuestra normalidad para convertirla en una pesadilla de la que aún no hemos despertado. Vivimos en una “nueva realidad” que marca nuestra forma de actuar. Acostumbrarnos a ella es primordial. La vacuna no tiene fecha, pero su llegada marcará un antes y un después. Es cierto, que desde que finalizara el estado de alarma, nos hemos ido relajando. A veces, olvidamos que el virus sigue entre nosotros, pero el verano ya está aquí y tenemos demasiadas ganas de disfrutar de todo lo que nos hemos privado durante meses. Además, como el tiempo acompaña, la combinación de estos factores es perfecta. No negaré, ya que mentiría, que la mascarilla es incómoda con el calor, pero de su uso depende frenar los posibles rebrotes que están apareciendo. Sé, que desde México miran hacia España con la esperanza de que sus cifras den una tregua, pero insisto, a nueve mil kilómetros de distancia, que hay que cumplir con las medidas aconsejadas. Solo así se puede frenar la curva que tanto asusta.

Viviendo el presente, estamos a punto de dar la bienvenida al mes de julio. Podría decir que es el mejor mes del año, dado que en unos días celebraré mi cumpleaños. Este año, por cierto, junto a las velas en la tarta, no faltarán los Conguitos. Confieso que desde niña me han encantado y últimamente me apetecen demasiado… ¿Por qué será?… En fin, tras este paréntesis culinario, hay que reconocer que julio es, para muchos, el comienzo de las vacaciones. Éstas siempre son especiales y este año son muy necesarias. Hay que desconectar de todo. Si antes he hablado de sustos, da vértigo escuchar a los expertos sobre lo que pudiera suceder en otoño, pero como el tiempo verbal “pudiera” no es real ni certero, dejemos que pasen los días hasta que veamos y vivamos cómo se comportará el coronavirus más adelante. Ahora no es momento para amargarse con el futuro, ahora es el momento de disfrutar. Si algo nos ha enseñado la Covid-19 es que la incertidumbre marca nuestra rutina y, por eso, no tiene sentido hacer planes a largo plazo. Las vacaciones son y serán siempre momentos de ocio acompañados por la gente que queremos. Posiblemente, este año el tiempo estival nos traiga muchos reencuentros que el confinamiento generó. Yo ya estoy restando los días que quedan para ver a mis padres. Es el momento que llevo esperando desde el mes de marzo. Todo llega a quien sabe esperar dice el famoso refrán, pero las esperas, a veces, se hacen eternas.

El tiempo es relativo y me da que el verano se pasará en un suspiro porque cuando se está disfrutando éste vuela. Dicen que el tiempo es oro y su pérdida sería un gran derroche, así que no adelantemos acontecimientos. Aprovechemos estos días al cien por cien, porque el futuro, con virus o sin él siempre será incierto. Sigamos al pie de la letra a Walt Whitman, de hecho, hasta el famoso profesor Keating en El club de los poetas muertos lo tenía como referente: “Coged las rosas mientras podáis, veloz el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta…” En definitiva, Carpe Diem.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/13518/el-verano-es-el-verano

BONITA LA VIDA…

Cada vez queda menos para iniciarse en la “nueva normalidad”. Es cierto que los gallegos han sido los primeros en estrenarla y, poco a poco, el resto de las comunidades se irán uniendo a ella. Hablar de “nueva normalidad” no es lo que más me gusta, porque creo que cada uno tiene que ser lo suficientemente consciente para saber la situación en la que nos encontramos. Obviamente, es un escenario diferente en el que nuestra vida tiene que continuar. Ésta solo se vive una vez y hay que aprovecharla. Es curioso cómo hay que reinventarse para adaptarse a las medidas que nos proponen. Seguro que a alguna de ellas nos llevará más tiempo acostumbrarnos, pero éste convertirá la novedad en rutina y la “nueva normalidad” perderá cualquier adjetivo que la califique. Cantaba Pau Donés que todo depende de según como se mire y es cierto. Apenados por su pérdida, el vocalista de Jarabe de Palo nos legó grandes canciones con muchos mensajes positivos dedicados a la vida. Decía que “la vida es urgente vivirla” y, por supuesto, no es necesario que ésta penda de un hilo por una enfermedad. Cada día es un regalo para todos, como el último tema de Pau.

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Bonita la vida…

Confieso que acabé la semana pasada recordando uno de los días más importantes de mi vida. Como cada trece de junio he festejado la mejor noticia que me han dado nunca: “Tienes un donante de médula compatible”. Se han cumplido catorce años de aquello, pero la memoria recuerda cada detalle de ese momento tan especial, a pesar de que era un martes y trece. No sé si es por los tiempos que corren o por las noticias que nos acompañan, pero he recordado cómo ya entonces me adapté a una situación dura, complicada y a su vez llena de ganas de vivir. Ahora, que salimos a las calles y que muchos han aprendido a valorar aquello que antes les pasaba inadvertido, sería bueno memorizar esas sensaciones. Es más, quizás se puedan sacar conclusiones y aprender, a ser posible para siempre, de lo efímero que es el presente y de lo vulnerables que somos. Es, en los momentos difíciles, cuando descubres en ti mismo cualidades y facetas que ni sabías que tenías. Al menos, eso me pasó a mí hace años. Ha pasado el tiempo y he vuelto a recordar cómo mi vida cambió de la noche a la mañana y cómo gracias a ese donante de médula llevo viviendo catorce años de regalo. Aún no es mi segundo cumpleaños, hasta septiembre tengo tiempo para pensar en la celebración de los catorce años del trasplante, pero la invitación para marcar en el calendario el famoso “día cero” bien se merece una fiesta con mascarilla, distancia de seguridad y lo que toque. Insisto que las circunstancias pueden cambiar, pero mi anhelo de disfrutar y de vivir siguen inalterables.

Vivimos tiempos complejos, pero vivimos. Lamentaciones las justas, ya que, por desgracia, muchos se han quedado en el camino. Seamos positivos y confiemos en que la vacuna está cada vez más cerca. Hasta entonces, y sirva de homenaje a Pau Donés, concluyo tarareando uno de sus temas: Bonito, todo me parece bonito/ Bonita la paz, bonita la vida / Bonito volver a nacer cada día… Ahí lo dejo.

Jimena Bañuelos 

Enlace a mi columna de El Valle de México: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/13099/bonita-la-vida

LA REALIDAD

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Mi columna para El Valle de México

Junio está recién estrenado y con él llega el esperado verano. A estas alturas otros años ya estaba más que planificada la estación estival, pero el 2020 ha querido que la incertidumbre dejara en el aire todos nuestros planes. Las cancelaciones de festivales, de conciertos, de viajes… empezaron en marzo y todos los eventos de ocio se fueron cayendo de los calendarios, uno tras otro, como si de fichas de un dominó se tratasen. Lógicamente el que inició el proceso fue un virus desconocido que, día a día, fue mostrando su letalidad y capacidad para propagarse. Con él llegó el estado de alarma, una alarma que nos llenó a todos de preguntas, de dudas, de miedo, en definitiva, nos llenó de una fragilidad que hasta entonces una gran mayoría desconocía sobre sí misma. Es cierto que los meses han pasado y ahora todo se ve de otra manera. La memoria es selectiva y, quizás, quiera borrar de nuestra mente las duras imágenes que hemos visto. Ese pasado está demasiado cerca como para obviar lo que supondría no respetar las reglas básicas en el momento en el que nos encontramos.

Ahora, salimos a la calle, nos sentamos en las terrazas, volvemos a entrar en las tiendas; pero hay demasiados matices que demuestran que no es la normalidad de antes. Posiblemente tener precaución sea lo más sensato, porque hemos pasado de no poder hacer nada a de repente querer abarcar en poco tiempo lo que no hemos podido hacer en meses. La primavera confinada nos ha dejado unos recuerdos difíciles de entender ya que nadie creía que podía vivir una situación tan terrible cómo la que hemos pasado. El verano pide paso para marcar un antes y un después. Sin duda, en la noche de San Juan, si se pudiera celebrar, se quemarían los peores momentos de este año. Seguro que no nos costaría encontrar ese momento en el que el confinamiento se nos puso cuesta arriba. Esa mágica noche llega también cargada de deseos. Obviamente, hay que pensar que lo mejor está por llegar. Ojalá sea en forma de vacuna y que ésta marque el final de esta pesadilla. También puede tener la forma de un abrazo, de una caricia, en definitiva, una muestra de los sentimientos que han sido retenidos durante más de una cuarentena.

Junio marca el ecuador de un año que prometía ser muy diferente. Los “felices años veinte” no tienen nada que ver con lo que hemos pasado hasta ahora. El 2020 pasará a la historia escrito en riguroso luto porque han sido muchos los que han perdido a un ser querido. Por mucho que mejore en los próximos meses, si es que lo hace, nada vale más que una vida. Así de dura es la realidad. No obstante, hay que seguir viviendo porque hemos visto lo efímero que es el presente. John Lennon aseguró que “lo que importa no es pensar en el pasado ni en el futuro. Lo importante es cargar con el ahora.” Un ahora en el que vamos avanzando de fases para encauzar el verano. Nos podemos permitir hacer algunos planes a corto plazo porque, por desgracia, la incertidumbre sigue con nosotros al igual que el virus. Aún así, hay que ser optimistas y apoyar a los científicos que están buscando la anhelada vacuna para inmunizarnos del enemigo común, el cual, ha traspasado muchas fronteras.

Mientras tanto, no olvidemos que la vida continúa. El escritor francés, Gustave Flaubert dijo: “El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”. En definitiva, ¡vivamos! porque día que pasa, día que no vuelve.

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/12654/la-realidad

13 de junio: No es un día cualquiera

Cada día es único e irrepetible, pero hay días y días. Los aniversarios están para celebrarlos y más aún cuando es una fecha que marcó un antes y un después. Es verdad que el número trece tiene muchos detractores porque las supersticiones siempre están ahí. Confieso que nunca creí en ellas y después de aquel trece de junio aún menos. Es más, era martes y trece y se cumplen, precisamente, trece años desde que escuché a mi hematóloga decir: “Jimena, tienes un donante de médula compatible”. Llevaba meses soñando con ese momento. Me imaginaba cómo sería y llegó cuando menos me lo esperaba. Recuerdo aquel día perfectamente. Aquella habitación del hospital, aquella cama y lo más importante, la cara de mi madre llena de emoción al escuchar a mi doctora pronunciar esas palabras. Esos abrazos serán inolvidables porque en el ambiente, a pesar de mi situación, se respiraba felicidad, se respiraba alegría, se palpaba la emoción. Son recuerdos que eternamente me pondrán la carne de gallina. Son recuerdos cargados de sentimientos y éstos siempre llegan al corazón.

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Aún tengo la vida

Ahí todo cambió. Ese sueño se había convertido en realidad. El día del trasplante estaba más cerca y el principio del fin tenía una fecha señalada. ¿Es o no es motivo para celebrar cada año el 13 de junio?

Dicen que mirar al pasado no es bueno, hay días que sí lo es. Porque hoy no es un día cualquiera. Hoy recuerdo cómo estaba y cómo estoy hoy en día. Hoy recibí la mejor noticia que me han dado en la vida. Hoy me llené de más fuerza para superar esa leucemia que había tomado las riendas de mi vida. Hoy todo se tiñó de Color Esperanza. Hoy me siento afortunada. Hoy supe que alguien me iba a hacer el mejor regalo, me iba a regalar vida. Hoy no es un día más, es un día marcado en mi calendario personal. Hoy es un día de fuerza, de alegría, de esperanza, de emoción, de valentía… a pesar de que tenía miedo al trasplante como es lógico. Lo desconocido siempre abruma, pero hoy descubrí en qué miedo aprendí a ser valiente. Hoy afronté la recta final de la quimioterapia acompañada de los mejores aliados: mi familia, mis amigos, mis doctoras y, por supuesto, mi donante. Hoy aprendí que la unión hace la fuerza, que sin lucha no hay victoria. Hoy puedo brindar por la vida, por los sueños cumplidos, por la generosidad de mi donante, en definitiva, por todo lo vivido hasta aquí. Hoy es trece de junio y aunque no sea martes, es un día que no se olvida. Es un día para celebrar.

Hoy brindaré por todo ello, pero sobre todo, me acordaré de ese joven alemán que me donó médula. Como veis, ser donante de médula es importante, y creedme, que los que están esperando recibir la misma noticia que yo, anhelan escuchar las palabras que lo cambian todo. Porque al escuchar “tienes un donante de médula compatible”, el corazón bombea más deprisa y es, en ese momento, cuando descubres en ti la verdadera fuerza de vida.

Y antes de irme a celebrar el trece de junio, os animo a que os hagáis donantes de médula. No es mucho pedir, pero quizás podáis ser el mejor regalo de alguien…

Yo, aún tengo la vida.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)