¡QUÉ BUEN VASALLO, SI HUBIERA BUEN SEÑOR!

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Mi columna para El Valle de México

Un día menos. Eso es lo que tienen en mente muchos españoles cada vez que oyen a los políticos todas sus promesas electorales y a pesar de que la campaña no ha empezado “oficialmente” ya estamos metidos de lleno en ella. Todo son encuestas y especulaciones. Los partidos confeccionan sus listas para el Congreso de los Diputados y el Senado para ofrecer a los ciudadanos a los “mejores” candidatos en las diferentes circunscripciones. Es importante aclarar aquí que en España la ley electoral no trata a todos por igual. Podría dedicar mucho espacio a explicarles cómo funciona la famosa Ley D’Hont, pero les aseguro que les liaría más y en quinientas palabras, más o menos, prefiero que hablemos de otras cosas. De hecho, cambiemos de tema.

Siempre es bueno evadirse de la realidad. Para esto hay muchas maneras y cada uno sabemos cuáles son los ingredientes que necesitamos para desconectar de la rutina. Eso sí, llevando por bandera nuestra mejor sonrisa porque siempre hay un buen motivo para lucirla en el rostro. Y pensando en evadirme decidí retroceder en el tiempo, adentrarme en la historia de mi tierra. Siempre presumiré de ser burgalesa, pero en esta ocasión llegar a Burgos me ha trasladado a tiempos de El Cid. Cuando estuve en México a muchos os expliqué su historia dado que mi nombre está vinculado a ella. El pasado fin de semana Burgos celebró su tradicional fin de semana Cidiano con un invitado de excepción. El escritor Arturo Pérez Reverte, quien basa su nueva novela en una etapa de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, dio el pistoletazo de salida presentado su obra en la capital castellano-leonesa. Eso sí, el pregonero fue mi paisano Alex Grijelmo quien desde lo alto del Arco Santamaría y aguantando un sol de justicia hizo saber a todos los burgaleses lo que nos esperaba en esta particular fiesta.

No faltó nadie. Todos los presentes conocíamos la historia de D. Rodrigo Díaz de Vivar y de su esposa, Doña Jimena. Se ha hablado y se han recreado sus victorias, pero también su etapa más dura: El destierro. Pero no podía faltar en el programa el Monasterio San Pedro Cardeña donde dejó a su mujer e hijas. Hoy se encuentran allí los restos de su famoso caballo Babieca y su inconfundible espada Tizona. En Burgos siempre se respira historia por todos sus rincones. Lo saben bien mis “hermanas mexicanas” Valeria y Fernanda que caminaron días por sus calles, degustaron su gastronomía y conocieron a sus gentes. Siempre hay un buen motivo para venir a Burgos y no lo digo porque sea, como dice su himno: “la tierra sagrada donde yo nací” sino porque siempre habrá algo que les sorprenda. Por eso, y aunque soy consciente de que están a nueve mil kilómetros de distancia les invito a que se adentren en la gesta de Don Rodrigo Díaz de Vivar. Lean esto: “Una niña de nueve años se presentó ante su mirada / ¡Hola Campeador, que en buena hora ceñiste espada! / El rey lo ha vedado, anoche de él nos llegó una carta, / Que no nos atreviésemos a abriros y hospedaros por nada; / Si no, perderíamos los haberes y las casas / Y por si fuera poco, los ojos de las caras. / Cid, en causarnos mal no ganaríais nada, / Que el Criador, pues, con toda su gran misericordia os valga./ Habiendo dicho esto, la niña se volvió para su casa. / Allí se convenció el Cid de que el rey le había negado su gracia. / Se alejó de la puerta, por las calles de Burgos aguijaba, / Llegó en Santa María, al punto descabalgaba; /Se hincó de rodillas, de corazón rogaba; / Salió por la puerta y en Arlanzón paraba, / En los arenales de esa villa, allí descansaba / Armaron la tienda después que descabalgaran. / Mio Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada, / A su alrededor, una buena compaña. / Allí descansó Mio Cid como si estuviese una montaña.”

Y ahora, no quieren saber ¿qué pasó antes y después de que comenzará el Destierro? Les espera una historia apasionante en el Poema del Mío Cid. ¿Se la quieren perder? Yo no les diré más.

Burgos me “sacia” de recuerdos…

Siempre hay una buena excusa para ir a Burgos. Y no lo digo porque sea mi ciudad natal, sino porque la historia fluye por sus calles, por sus monumentos, por su gastronomía… Es un buen lugar para perderse.

Reconozco que cada vez que voy, lo primero que tengo que tener en cuenta es, sin duda, la previsión meteorológica. Para muchos Burgos es sinónimo de frío, y no seré yo quien niegue esa afirmación pero ¡ojo! porque cuando aprieta el calor en la localidad castellana no hay quien pare. Y así fue. Cerca de los treinta grados marcaba el mítico termómetro que se divisa cuando levantas la vista para contemplar al Campeador. Día atípico no, día de verano. Así que había que disfrutar de Burgos, de sus terrazas y como no, de la familia.

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Con Margarita y Jesús, disfrutando de Burgos y los amigos

Por muy poco tiempo que esté en mi tierra siempre hay visitas “obligadas”. Esta vez, tenía que ir a tomar unas “tapitas” a los sitios en los que desde niña aprendí lo bien que se come en Castilla. Y digo “tapitas” porque fueron el aperitivo de la que fue una comida como Dios manda. Me gusta mucho el jamón serrano, y siempre paso por el Rimbombín a saludar a mi amiga Margarita. Me fui sin verla y sin comerme una Alpargata. Esta me la debes Marga. Sendas cosas me dieron pena pero ya tengo otra excusa para regresar más pronto que tarde.

A pocos metros de allí, entré en la Cabaña Arandina. Sin una bravas no me iba a quedar. No sé si son las mejores o no pero si te las sirve Jesús ya son inigualables. Lleva tras la barra muchos años. Yo ni siquiera había nacido. Pero la simpatía y la sonrisa con la que me recibe siempre son fundamentales para que aunque llueva, nieve o haga calor pase por la Cabaña a darle los buenos días. La experiencia es la madre de la ciencia y Jesús sabe mejor que nadie las muchas historias de las que se ha hablado, se habla y se hablará en la suculenta barra. Es amigo de sus amigos y eso es algo que no tiene precio.

Entre bravas, alpargatas, cojonudos, cojonudas, capataces, tigres y un sinfín de nombres fue un aperitivo de los más variado. Gastronómicamente salí más que saciada. Fue un viaje relámpago pero bien aprovechado. Habrá que ir pensando en el próximo porque me quedan muchas cosas por ver, por comer y sobretodo por recordar. Esto ha sido un Hasta luego, Burgos.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)

Burgos: el principio de una historia

Siempre me acompaña allá donde voy y es que a medida que pasan los años se ha ido convirtiendo en algo imprescindible. El móvil ya no solo sirve para llamar o mandar mensajes, ya hace de todo. Como buen compañero de viajes ha retratado muchos de mis recuerdos. Sin ir más lejos hace unos días me acompañó por las calles de mi tierra natal. Burgos es una gran fuente de fotografías. Su catedral, El Cid, el Arco Santamaría, El Espolón… son por decirlo de alguna manera, “los básicos” que todo visitante se lleva para el recuerdo pero hay mucho más…

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En la Catedral de Burgos

Frente a la placa que conmemora el famoso juramento de Rodrigo Díaz de Vivar me prometí volver a mi ciudad más pronto que tarde. En ella no sólo viví mi infancia sino que es en Burgos donde tengo toda una biblioteca de imágenes de una gran parte de mi vida. Muchas de ellas no están fotografiadas por ningún teléfono móvil. Antes eran las cámaras y sus carretes las que nos tenían en vilo para saber si una foto había salido bien o mal. No se puede discutir que con el paso de los años la tecnología ha ido ganando protagonismo hasta convertirse en indispensable. Ahora bien, aunque el móvil es un básico de mi bolso, también lo es, un bolígrafo. Me gusta escribir siempre que lo necesito, y a veces, ni la tableta ni el ordenador están conmigo. Por eso, me he acostumbrado a llevar algo muy especial. Fue mi tía Inma la que me regaló un libro en blanco. Muchas son las páginas que tengo que escribir, de eso no hay duda. Serán textos escritos de puño y letra. Seguramente no tendrán ningún premio, pero hay algo que hace que este libro sea especial. Es artesanía con mayúsculas. Del trabajo de sus manos ha nacido este regalo de lo más apropiado. Para mí no hay libreta que pueda igualar esta gran obra. Ahora serán las letras las que deban estar a la altura. Esperemos que así sea.

Y con la firmeza de que aun tengo la vida para seguir batallando por mis sueños, he afrontado la primera página en blanco a pies de la Catedral. Esas primeras palabras son pura motivación, porque de ahí nace la fuerza para seguir escribiendo. Esto me recuerda la popular invocación del juglar en el Poema del Cid que tan bien se sabía mi abuelo, ferviente burgalés: “Por vosotros, los señores, los que en castillos moráis, por vosotros, los burgaleses, los que vivís en ciudad, por vosotros, pueblo llano, hartos ya de trabajar, por las mujeres y niños, que rondan por el ferial, por estos y por los otros, por los de aquí y de allá, vecinos y forasteros que vinisteis al lugar, sin distinción, para todos comienza aquí mi cantar.” Ahora, es el momento de continuar, para guardar esos textos, esos recuerdos y esas vivencias en mi “Cofre del Cid” porque lo que tiene valor sentimental siempre ha de estar a buen recaudo.

¿Te has parado a pensar cómo sería la novela de tu vida?… ¿Te gustaría?… Siempre hay un momento en el que la historia puede dar un giro… Nunca es tarde si la dicha es buena.

Jimena Bañuelos (@14ximenabs)