Son fechas, son imágenes, en definitiva, son recuerdos que han quedado grabados en mi mente. Algunos con el paso del tiempo se han ido borrando o volviendo más difusos, pero a pesar de que es, precisamente el tiempo, el que cura las heridas, hay cicatrices que quedan para siempre. Si bien es cierto, de lo malo siempre hay que quedarse con lo mejor. Esa fue, es y será una de las mejores lecciones que me ha dado la vida.
Fue hace nueve años cuando de la noche a la mañana mis prioridades cambiaron. Pasé de preocuparme por los exámenes de la universidad a adentrarme en la cruzada más dura que he tenido. La leucemia llegó a mi vida pero no consiguió amedrentarme. Busqué a los mejores compañeros de batalla. Mis padres, mi familia y mis amigos se unieron a una lucha sin cuartel. Con ánimo o sin él había que pelear día a día para conseguir la victoria. La fuerza de la vida es grande y más cuando el optimismo y la esperanza son los escudos que te protegen. Recuerdo aquellas habitaciones del hospital que con el tiempo se convirtieron en mi casa, recuerdo las rutinas, recuerdo a los médicos a los que hoy considero parte de mi familia, recuerdo muchas cosas… Pero lo más importante es que vencí. Y con una sonrisa de oreja a oreja puede decir: Aún tengo la vida, nombre con el que bauticé a mi blog.

Fotografía: Manuel Peris
Asistente fotografía: Vir Gómez
Estilismo: Paula Heredero
Lugar: Club de Boxeo La Unión, Castellón.
En más de una ocasión he dicho: “Nunca me alegraré de haber tenido un cáncer pero sí de las cosas que me ha enseñado”. Y es cierto. Las prioridades cambian y hay un antes y un después desde aquel año. El día que me trasplantaron la médula de mi donante comencé mi particular calendario. Aquel “día cero” como yo lo llamo, alguien sin conocerme me regaló vida. Y, eso, no hay quien lo pueda borrar de mi memoria. Ésta es selectiva pero en un archivo especial tiene esos momentos que a veces es bueno recordar. Porque mirar al pasado te puede recargar de energía.
Y con energía, retomé mi profesión, mi rutina, en definitiva, mi día a día. Pero algo había cambiado. Ahora son los pequeños detalles los que tienen un valor especial, cada segundo es importante y el presente es la historia que escribo desde que me levanto. Tengo muchos sueños por cumplir, luché por mi vida y ahora quiero que esos sueños sean una realidad. La leucemia abrió un paréntesis que ya está cerrado; le arrebaté las riendas de mi vida y ahora soy yo, con más fuerza que antes, la que busca mi propia felicidad. Porque la receta de ésta no está escrita, pero sé que cuando la encuentro la sonrisa brilla en mi cara.
Una cara que hoy, tras escribir estas palabras que dicta el corazón, se llena de emoción y de satisfacción. Recuerdo como en el mes de octubre todo se teñía de rosa, el cáncer de mama es el protagonista. Ahora bien, muchos son los apellidos que tiene esta enfermedad, como muchos los colores que la describen. Mi leucemia se tiñó de verde por ser mi color favorito. Pero después de la tempestad siempre llega la calma. Y tras superar el cáncer, sin duda, el arco iris puso luz a la etapa más gris de mi vida.
Ahora, parafraseando a Nietzsche puedo decir: “Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos”. Mi porqué lo tengo claro. Es el momento de VIVIR.
Jimena Bañuelos (@14ximenabs)
Este artículo salió publicado en la Revista And Magazine 7:
Estupendo el artículo Jimena . Además de que estás guapísima en el reportaje , eres una vencedora.
Gracias!!!!