Miles de gargantas estaban preparadas, la letra más que aprendida, no hacía falta director de orquesta, tan sólo los primeros acordes para que el Vicente Calderón se pusiera en pie y cantara a capella el himno de su Atleti. El sentimiento colchonero estaba a flor de piel, y no es para menos, su eterno rival visitaba el feudo rojiblanco.
Comenzó el encuentro como a los colchoneros no nos gusta ver al Atleti. Faltaba pasión, coraje y corazón. Los nervios se apoderaban de unos aficionados que veían como los suyos no entraban en el partido. Ver al Real Madrid tan cómodo en la Ribera del Manzanares hace enfadar, y mucho, a los indios. Con el marcador en contra y habiendo fallado un penalti, fueron los hinchas rojiblancos los que no dejaron de cantar y animar a los suyos. Si bien es cierto, durante los cuarenta y cinco primeros minutos, los de Simeone desquiciaron a más de uno.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y como colchonera sé que el Atleti es capaz de todo, así que una cosa tenía clara: Se iba a sufrir. Pues sufriendo como no está escrito comenzó la segunda mitad en la que los rojiblancos salieron a reivindicar que ellos eran los anfitriones. Las gradas se vinieron arriba, sus jugadores necesitaban a su afición y saben que ella nunca les va a fallar. Por eso, el corazón comenzó a latir cada vez más deprisa, para impregnar el tan citado coraje a unos futbolistas que estaban dispuestos a pelear hasta el final.
Y tal fue la reacción colchonera que comenzó a cundir el miedo en los merengues. Su comodidad iba decreciendo, Cristiano ni estaba ni se le esperaba, así que era el momento para las taquicardias atléticas. Era necesario un gol para que el Calderón estallará y así fue. La euforia se adueñó de un estadio que busca el fútbol de emoción. Y con esa emoción, la chulería merengue quedó tocada. Entre gritos de “Atleti, Atleti” los colchoneros despedimos a los nuestros que a punto estuvieron de llevarse la victoria.
Tras los noventa minutos de partido, de camino a casa hago mi balance personal. Del Calderón salí satisfecha, afónica y cardiaca. Hoy más que nunca, por todo esto puedo decir con la cabeza bien alta: “Soy del Atleti”.
Jimena Bañuelos (@14ximenabs)
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