ACCIÓN- REACCIÓN

Dicen que no hay que mirar al pasado, pero cuando éste vuelve, a veces, duele demasiado. Es muy fácil hablar de ‘pasar página’ pero cuando la página se reescribe es complicado evitar determinadas palabras que tiempo atrás hicieron mucho daño. La vida te enseña a aprender continuamente de ella, pero hay lecciones que llegan sin avisar y cuesta buscar ese punto que te hace crecer como persona y que forja esa personalidad con la que afrontas el día a día. 

Las personas no cambian, pero estoy segura de que sí lo hacen cuando la vida juega sus cartas y no hay más remedio que aliarse con lo que ésta te tiene preparado. Ahí, sin duda, es el momento de sacar esa fuerza interior que brota de nosotros mismos. Esa ‘fuerza de la vida’ que nos lleva a afrontar los contratiempos con una valentía insólita que nos vapulea de nuestra zona de confort. Esa fuerza lleva intrínseca que a pesar del miedo podamos sonreír al porvenir. Descubrir en qué miedo te has convertido en valiente es, sin duda, una de las mejores satisfacciones personales que puedes tener. Hace mucho tiempo vencí a mis miedos pintando todo el porvenir de color esperanza y todavía es ese color el que brota cuando las adversidades llegan sin avisar. Eso sí, siempre con la sonrisa por bandera y la positividad como mejor compañera de viaje.

Hace unos días vi el musical “Los chicos del coro”. Un espectáculo digno de ver no sólo por la brillante interpretación de los protagonistas que derrochan talento sobre las tablas, sino porque también está cargado de mucha emoción. Una emoción que comienza desde el momento en el que el famoso “acción-reacción” sale a la luz. Más allá de la historia que se vive en el Teatro La Latina de Madrid, en la vida toda acción tiene su reacción y ésta última depende de nosotros mismos. Afrontar lo que sucede puede determinar la manera en la que las cosas nos afecten. Todo puede cambiar en un minuto y soñar no ocupa lugar, pero la vida es caprichosa y es, precisamente, la que nos pone en el camino muchas rosas y más de una tiene demasiadas espinas. Por eso, aferrarse a nuestra fuerza es vital, ésta se va entrenando con los años porque hay que aprender a pelear nuestras propias batallas desde niños. No es fácil, pero lo que fuimos es lo que somos y, por supuesto, lo que seremos, pero curtidos por nuestra propia experiencia. 

Una experiencia que nos puede en más de una ocasión trasladar al pasado. Esto puede doler, pero también puede traer recuerdos que nos llenen de “vida” para afrontar el presente. Las comparaciones no son buenas, pero a veces son necesarias cuando nos demuestran todo aquello que hemos logrado con el paso de los años. Valorar el presente siempre es necesario, pero valorar aquello que nos marcó y nos forjó nuestra personalidad es primordial

Por eso, si toda acción tiene su reacción como nos dicen desde el internado “Fondo del Estaque”, seamos valientes y asumamos que nuestra reacción siempre tiene que ser para salir más fuertes, más seguros y más felices. De la vida, valga la redundancia, nos llevamos lo que hemos vivido y esto solo depende de nosotros y nuestra actitud. Nuestra propia acción-reacción.

Jimena Bañuelos

Enlace en El Valle (México): https://elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/43994/accion-reaccion

CONSECUENCIAS

Febrero tiene los días contados. Con él parece que estamos dejando atrás a la tercera ola de este virus que tantas vidas se está llevando por delante. Parece que podemos se optimistas por el descenso mundial de los contagios. Quizás los efectos de la vacunación comiencen a ser palpables. En marzo se cumplirá un año desde que comenzara el primer severo confinamiento y todavía estamos dando la batalla a la pandemia. Queda menos, pero nadie nos puede asegurar cuando podremos celebrar el final. Al menos, con la llegada de la primavera dejaremos atrás los días oscuros y grises que este duro invierno nos ha dejado. La luz es fundamental para levantar el ánimo ya que éste se está viendo afectado por todo lo que estamos viviendo. Los días pesan pero pasan. 

Como también pasan factura las consecuencias de nuestros actos. Si hablamos de la pandemia, hay que tener responsabilidad individual; si hablamos de la últimas elecciones catalanes, hay que asumir los resultados y tomar medidas y si hablamos de la violencia que se está produciendo, sin duda, hay que condenarla. La violencia no está justificada bajo ningún concepto. Las imágenes de ciudades como Madrid, Valencia y Barcelona son lamentables, y encima, en plena pandemia. 

Y en la situación en la que nos encontramos, muchos ya piensan en la Semana Santa. Quizás no sea buena idea hacer planes, pero aunque queda un mes, es cierto que de ilusión también se vive. Hay quienes ya hablan de la posibilidad de una cuarta ola, pero si hacemos bien las cosas ésta puede ser evitable y la “normalidad” está cada vez más cerca. Hablan de vacunaciones masivas pero cuando lo vea me lo creeré porque las palabras se las lleva el viento y el tiempo demostrará si las prometidas vacunas llegan a tiempo.

Precisamente, el tiempo es el que nos ha ido mostrando cómo nos hemos ido adaptando a esta nueva realidad, cómo hemos renunciado, a duras penas, a lo que más queríamos y será, más pronto que tarde, cuando nuestro feliz pasado vuelva a ser nuestro presente. Eso sí, en él estarán las lecciones que esta pandemia nos ha dejado. 

Y no puedo obviar, dadas las circunstancias, de dejar de hablar del Atleti. Ahora debemos ser fieles al “nunca dejes de creer” porque la pérdida de puntos en la Liga ha sido evidente aunque el liderato sigue siendo nuestro. Todo es para darle emoción a la competición, si no se sufre no hay aliciente. Veremos qué pasa esta noche ante el Chelsea en la Champions. Encarrilar la eliminatoria estaría muy bien dadas las circunstancias, pero el Atleti es imprevisible y eso su afición lo sabe. De hecho, está preparada para aguantar hasta el pitido final pase lo que pase. Si hay que sufrir se sufre porque en los tiempos que vivimos cada uno decide alejarse de la realidad como quiere y si son noventa minutos de fútbol viendo al equipo que tantos sentimientos y recuerdos remueve bienvenidos sean. Cada uno elige cómo evadirse de la pandemia, pero lo bueno, sin duda, es olvidar, por un momento, la dura realidad para coger aire y seguir tirando para adelante hasta que hablemos del coronavirus en pasado. El futuro siempre es incierto y ahora nuestro presente tiene un exceso de incertidumbre.

Enlace: https://www.elvalle.com.mx/columnas-y-opinion/story/20319/consecuencias